Moby Dick no era un pez, era una ballena. Sin embargo, su abuela fue quien le obsequió el libro y por eso le tomó cariño. Era una edición infantil con dibujos y letras más grandes, comparado al que tenía su madre. Ella sí leía libros inmensos, pero él prefería ese porque le gustaban más las ilustraciones.
Hojeaba lentamente mientras intentaba leer, susurrando en voz baja las sílabas que aún se le dificultaban, por eso permanecía más de lo habitual en los dibujos de aquella criatura marina y no tanto en el texto.
—¿Logan? —se escuchó la voz de su madre llamándolo.
Él no respondió. Ese día estaba evitando a sus padres, todos actuaban extraño. No le gustaba que actuaran así. Incluso lo obligaron a ponerse un saco negro, como si fuesen a salir a un sitio elegante, pero todos estaban en casa. En realidad, había mucha gente en casa y eso tampoco le gustaba mucho.
Se quedó en silencio, ya no leyó en voz alta, pero levantó la mirada y observó los pies de su madre avanzar por la habitación. Él estaba debajo de la cama, junto a una pelota desinflada y una caja de zapatos donde guardaba cosas importantes, como sus canicas y una resortera.
—Logan —insistió su madre. Vio aquellos zapatos negros acercarse, y luego de unos segundos, ella se agachó. Levantó con cuidado la sobrecama y suspiró al verlo ahí debajo, quieto y tranquilo—. ¿Por qué no respondiste cuando te llamé, cariño?
—Perdón, ma —le dijo. Pero en realidad no lo sentía mucho. No quería salir, así que devolvió su atención al libro—. Estoy leyendo.
—Cariño, debes salir.
—Pero, ma. Hay muchas personas. Está la señora Agnes. Ella siempre me aprieta mucho las mejillas cuando me ve, y duele. No quiero salir.
—Hijo, ella no va a saludarte hoy. Lo prometo. Es un día diferente. Es por la abuela.
—No me gusta lo que le hacen a la abuela, ma.
—Logan, nadie le hace nada a la abuela.
—Sí, lo hacen. ¿Por qué todos lloran así cuando dicen su nombre? La van a asustar. Por eso ella se fue. Seguro vuelve cuando dejen de llorar.
Su madre se aclaró la garganta. Logan tampoco quiso mirarla. Ella tenía los ojos rojos, también actuaba extraño.
—Cariño, sal de ahí. Debes despedirte de la abuela.
—La abuela ya se despidió de mí. Me dijo que volvería luego para verme, y que no estuviese triste. ¿Por qué estás triste tú, mami?
La mujer se limpió una lágrima que escurrió por su mejilla y apretó los dientes. Sin embargo, sonrió hacia su hijo y le extendió la mano para alcanzarlo.
—Logan, escúchame. Sal de ahí, debemos hablar. ¿Puedes hacerlo por mí?
A regañadientes, Logan llenó de aire sus pulmones al mismo tiempo que cerraba su libro.
—Está bien —dijo.
Cuando salió, su madre lo ayudó a acomodarse el pequeño sacó y le sacudió el polvo que atrapó ahí abajo, y que se notaba más en la ropa negra. Luego le acomodó el cabello rubio y dejó un pequeño beso en su frente.
Ella estaba triste. A Logan eso no le gustaba.
—Hijo, ¿recuerdas que siempre dices que ya eres un niño grande?
—Sí, porque ya cumplí siete. Mi tío dice que soy todo un hombre.
Ella sonrió apenas.
—Bueno, pues los niños van entendiendo cosas cuanto más grande se hacen. Por eso debes saber que la abuela ya no está con nosotros. Estaba enferma, y por eso ya no pudo quedarse. Por eso todos estamos tristes, pero nos reunimos para despedirnos de ella.
—Mami —le dijo Logan, poniendo su mano sobre su mejilla para tranquilizarla y hacerle ver las cosas con mayor claridad—. No estés triste. Abu no se fue para siempre, ella me lo dijo. Ella volverá más tarde. Tal vez en la noche. O mañana, cuando ya se sienta mejor.
Su madre le tomó la mano y le besó la palma con demasiado cariño, pero su rostro no cambió mucho.
—No, mi amor. La abuela no vendrá más. Ella... Se ha ido muy lejos.
—¿Se fue a la antigua casa? ¿La que está muy lejos? Dile que regrese, allá hace mucho frío. ¿Recuerdas cómo me enfermaba allá? Vivir aquí es mejor, hay que decirle que venga otra vez.
—No, Logan. La abuela no se fue a la antigua casa. Ella... murió. Ahora está en el cielo.
—¿En el cielo?
—Así es.
Logan miró hacia su ventana, era de día, pero había estado lloviendo y por eso parecía más tarde. El cielo no se veía nada bonito.
—No, mami. Las personas no viven en el cielo. Allá solo hay nubes en el día, y estrellas en la noche. Y aviones. ¿La abuela se fue en avión?
—No, hijo. La abuela murió. Eso pasa con las personas cuando son muy mayores, o se enferman muy grave. Se van y no regresan más. Pero está bien, significa que la abuela ya no sufre. ¿Recuerdas cómo le dolía su cuerpo a veces? Ella ya no siente dolor ahora. —Su madre se limpió las lágrimas y siguió sonriendo para él.
Logan frunció las cejas. Miró otra vez el cielo tras la ventana. Eso no tenía sentido.
—La abuela dijo que vendría a verme todas las noches, y ella no miente. Las mentiras son malas, eso dice ella.
—No mintió, cariño. Ella siempre va a estar con nosotros, pero... diferente.
—¿Cómo?
—Bueno, aquí —le dijo su madre, y le puso la mano en el corazón.
Eso tampoco tenía sentido.
—Mami, basta. Deja de actuar raro. No me gustan las cosas que dices. ¿Dónde está abu? Ya dile que venga. No me gustan estas cosas.
Su madre le tomó las manos. Lo miró, y quizá comprendió que el niño comenzaba a inquietarse porque se acercó para abrazarlo y le acarició la espalda.
Logan seguía viendo hacia la ventana.
—De acuerdo —le dijo su madre—. Descuida, Logan. Te explicaré mejor después. Por ahora... Si quieres quedarte aquí, está bien. No voy a obligarte.
—¿La abuela va a regresar?
Su madre lo miró afligida, pero no respondió. Se acercó para darle un beso en la mejilla y le quitó los mechones rubios de la frente.
—La abuela siempre va a estar con nosotros, cariño.
Logan sonrió. Eso sonaba mejor.
Cuando su mamá se puso de pie y salió de la habitación, Logan se quitó el saco y lo dejó en la cama. Volvió meterse debajo de ella junto con una almohada porque ahí se sentía más seguro.
Volvió a abrir el libro y siguió viendo dibujos, tratando de descifrar palabras nuevas en cada hoja.
No salió de su habitación esa tarde.
Cuando la casa se quedó en silencio ya era de noche. Su padre fue quien tuvo que sacarlo de ahí abajo para recostarlo en la cama porque se había quedado dormido. Le quitó los zapatos y lo cubrió con una manta.
La abuela no volvió al día siguiente.
Ni el que llegó después.
No estuvo presente cuando Tessa cumplió un año, ni cuando él cumplió ocho.
Antes de ir a la cama a dormir, Logan siempre solía mirar por la ventana. Primero a la calle, como si esperara que de pronto la abuela se apareciera. Y luego también al cielo, por si acaso su mamá tenía razón y estaba allá arriba.
Pero nunca volvió.
Nunca voy a abandonarte, le había dicho su abuela una de las últimas noches en que la vio, y Logan le creyó esa vez.
Pero algo que comprendió con el paso del tiempo era que la abuela había mentido.
ESTÁS LEYENDO
Closer To You
Teen Fiction(Libro 2, Serie Lover Material) Logan tiene un tipo ideal de pareja que desea tener, y un prospecto que se acerca demasiado a lo que busca. Finn para nada está interesado en el amor, sobre todo porque ni siquiera comprende quién es realmente o lo qu...