IX

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•The Boxer y Oshi no Ko no me pertenecen, créditos a sus respectivos creadores.

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Osaka Shu y Osaka Kei, padres de Yu, estaban sentados en el sofá de su sala de estar, mirando la repetición del combate en la televisión. Las manos de Shu temblaban ligeramente mientras sostenía el control remoto, pausando la imagen en el momento exacto en que Yu había esbozado esa sonrisa que había dejado a todos boquiabiertos. Era una expresión que nunca antes habían visto en el rostro de su hijo, una mezcla de euforia y placer que casi parecía... desenfrenada.

–Es la primera vez que veo a nuestro hijo sonreír así– Comentó Shu, tratando de sonar despreocupado, aunque su sonrisa era claramente nerviosa. Miró a su esposa de reojo, tratando de captar su reacción. Estaban acostumbrados a la calma y la seriedad de Yu, pero ese destello de emoción los había tomado por sorpresa.

Kei, con el ceño fruncido y los labios apretados, no podía apartar los ojos de la pantalla. Sus manos estaban tensas en su regazo, y su respiración era superficial, un reflejo de la tensión que había sentido durante todo el combate. La sonrisa de Yu no le preocupaba tanto como el hecho de que hubiera recibido golpes, especialmente ese uppercut que lo había tambaleado.

—¡Shu, nuestro bebé fue golpeado! —exclamó Kei de repente, girándose hacia su esposo y sacudiéndolo con desesperación. Su voz era un torbellino de preocupación, y los ojos le brillaban con una mezcla de miedo y angustia—. ¡Viste ese golpe! ¡Fue tan fuerte! ¿Y si le hizo daño? ¡Oh, Shu, tenemos que hacer algo!

Shu trató de calmar a su esposa, poniendo una mano tranquilizadora sobre las suyas. Aunque él también estaba preocupado, trataba de mantenerse sereno por el bien de Kei. Era difícil aceptar que su hijo, el mismo niño que habían criado con tanto amor y cuidado, ahora estaba enfrentando esos riesgos en el ring. Pero también sabía que el boxeo era más que una simple actividad para Yu; era su pasión, su forma de expresarse.

–Cariño, calma– Dijo Shu con suavidad, apretando ligeramente las manos de su esposa –Yu es fuerte. Lo sabemos. Él ha entrenado para esto. Ese golpe lo sorprendió, pero viste cómo se recuperó, ¿verdad? Volvió a levantarse y siguió peleando. Es más fuerte de lo que pensamos.

Kei lo miró, con los ojos llenos de lágrimas que apenas contenía. Sabía que Shu tenía razón. Yu había demostrado una habilidad y resistencia impresionantes, pero eso no aliviaba del todo su preocupación de madre. Ver a su hijo siendo golpeado, incluso en un combate controlado, era más de lo que su corazón podía soportar a veces.

–Sí, lo sé...– Susurró Kei, respirando profundamente para calmarse –Es solo que... verlo sonreír así, y luego verlo golpeado... Es como si lo hubiera disfrutado, Shu. No lo entiendo.

Shu sonrió con ternura y acarició la mejilla de Kei. Sabía que Yu había encontrado algo en ese ring que lo hacía sentirse vivo, algo que no siempre podían comprender como padres. La sonrisa de Yu, por extraña que fuera en ese contexto, era una señal de que estaba encontrando su propio camino, incluso si ese camino estaba lleno de golpes y desafíos.

–Nuestro hijo está creciendo, Kei– dijo Shu suavemente –Está encontrando su lugar en el mundo, y parte de eso significa aprender a levantarse cuando cae. Esa sonrisa suya... tal vez sea su manera de decirnos que está bien, que puede manejarlo. Que es fuerte, y que no tenemos que preocuparnos tanto.

Kei asintió, tratando de aceptar las palabras de Shu. Miró la pantalla nuevamente, donde Yu continuaba su pelea, su rostro una mezcla de concentración y esa nueva emoción que nunca antes había mostrado. Aunque una parte de ella seguía preocupada, otra parte comenzaba a sentir orgullo. Orgullo de ver a su hijo enfrentando el mundo con valentía, y de alguna manera, haciendo que todo pareciera un juego para él.

El Boxeador y la Idol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora