El aire alrededor del lago estaba cargado de tensión. Las tribunas que rodeaban la arena improvisada estaban llenas de estudiantes, profesores y jueces del Torneo de los Tres Magos. Harry sentía su corazón golpear su pecho como si quisiera escapar de su cuerpo. Sus ojos estaban fijos en el cielo despejado mientras el sol brillaba con una intensidad.
—Todo estará bien —se repetía mentalmente, aunque no estaba convencido.
Miró a su alrededor. Viktor Krum estaba de pie, su expresión rígida, pero sus ojos mostraban una concentración feroz. Fleur Delacour estaba serena, aunque sus manos se entrelazaban nerviosamente frente a ella. Cedric Diggory, a quien había considerado siempre la imagen de la calma, respiraba de forma irregular. Sabían lo que les esperaba, aunque ninguno había tenido tiempo de procesarlo por completo: Dragones.
Ludo Bagman, desde el centro de la arena, levantó su varita, amplificando su voz.
—¡Que los campeones se preparen! —anunció con entusiasmo—. ¡La primera prueba está a punto de comenzar!
Harry tragó saliva. Su nombre fue el primero en ser llamado, y el mundo a su alrededor pareció detenerse por un instante. Un rugido en la distancia le confirmó lo que ya temía: tendría que enfrentarse a su peor pesadilla.
El guardián del huevo dorado, su objetivo, era un dragón hembra que protegía su nido. Al acercarse a la arena, los rugidos del dragón aumentaban en intensidad. El Horntail húngaro, su designación en el sorteo, lo esperaba con ojos brillantes llenos de furia.
—No la mires a los ojos —se recordó a sí mismo, un consejo que Hagrid le había dado tiempo atrás sobre las criaturas peligrosas.— No la mires a los ojos, no la mires a los ojos...
El suelo crujió bajo sus pies mientras se acercaba al centro del campo. El dragón, más grande y más temible de lo que jamás habría imaginado, rugió con una violencia que hizo que la arena vibrara. Sus alas se expandieron, lanzando una ráfaga de aire caliente hacia Harry. Las estacas de metal que lo mantenían sujeto a la tierra temblaban, como si en cualquier momento el dragón pudiera liberarse de su control.
—Accio escoba —susurró Harry, su varita temblando en su mano.
Esperó lo que le pareció una eternidad, y de repente, el familiar sonido de su Nimbus 2000 se acercó, surcando el aire. Cuando la escoba llegó, Harry la agarró con fuerza, montándola de inmediato.
El dragón lo observaba con una mirada depredadora, su cola espinada moviéndose lentamente, casi como si estuviera midiendo la distancia. Harry supo que no tenía tiempo que perder. Se lanzó hacia el cielo, tratando de ganar altura antes de que el dragón reaccionara. Sin embargo, el Horntail fue más rápido de lo que esperaba, batiendo sus enormes alas y lanzando una columna de fuego directo hacia él.
El calor fue insoportable, quemando las puntas de su túnica mientras esquivaba en el último segundo. El rugido del dragón llenó el aire mientras Harry descendía en picada, con la vista fija en el nido dorado en medio de la arena. El huevo, brillante y reluciente, estaba rodeado de los verdaderos huevos del dragón, cada uno de ellos cuidadosamente vigilado por la madre protectora.
—Solo un poco más —se dijo Harry así mismo, inclinando el cuerpo hacia adelante, esquivando otro golpe de la cola espinosa del Horntail. El dragón lanzó una bocanada de fuego hacia el cielo, pero Harry, con la destreza de un buscador entrenado (o tal ves sea la adrenalina que sentía), la evitó con una maniobra rápida.
Un rugido más. Esta vez, el Horntail había lanzado una garra hacia él, buscando atraparlo como si fuera un insecto molesto. Harry giró en el aire, sintiendo cómo el viento le azotaba la cara, y luego, aprovechando un momento de distracción del dragón, descendió velozmente hacia el huevo dorado. Su mano se estiró, temblorosa, pero segura. En el último segundo, agarró el huevo y se impulsó de nuevo hacia el cielo antes de que el dragón pudiera reaccionar.
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Un lugar al cual llamar hogar
Fiksi PenggemarHarry, Hermione y Ron son transportados por un portal misterioso hacia las calles de gotham, embarcandose en una nueva aventura junto a esos muggles que se disfrazan como murciélagos. ¿Podrán volver? ¿Se quedarán? ¿Bruce, porque adoptas mucho? Parej...