Narra TN: 4 am, me levanté, me bañé y busqué ropa cómoda para el vuelo.
Cerré mis maletas asegurándome de que no faltara nada, bajé y desayuné para después subir por mis cosas y que mis papás me llevaran al aeropuerto. Llegue temprano así que pude hacer todo con calma, llegó el momento de despedirme de ellos.
TM: Que te vaya muy bien hija, aquí te estaremos esperando y seremos los primeros en recibirte cuando regreses.
TP: Disfruta mucho tu viaje, te irá muy bien. No te olvides de marcarnos.
TN: Los voy a extrañar. Regreso pronto.
Pase los controles y me senté en una sala mientras llegaba la hora de mi vuelo. Sentí que mi despedida con ellos fue muy seca, pero había llorado tanto al regresar del club que no me quedaban fuerzas para llorar otra vez.
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Narra Israel: Vi cómo caminaba hacia la salida del campo, sus pasos lentos, como si quisiera alargar ese momento tanto como fuera posible. Cuando giró la cabeza y nuestras miradas se encontraron, sentí una punzada en el pecho. Los chicos, siempre con su energía habitual, dijeron al unísono: "¡Buen viaje, ___!" Yo apenas pude reaccionar.
Me quedé un poco más atrás, cabizbajo, sin saber qué hacer o decir. Todo había sido tan rápido, en la cena estábamos bromeando y compartiendo momentos juntos, y hoy, ella se estaba despidiendo. Escuché sus voces resonando, pero mi mente estaba en otro lado, lejos, cuando los chicos gritaron, me di la vuelta, sintiendo el peso de la despedida. Mi respiración se aceleró, y por un momento pensé que no podría contener lo que sentía y no me equivoqué, en cuanto me gire sentí las lágrimas resbalando por mi cara. Vi su silueta alejarse mientras levantaba la mano en señal de adiós, y aunque no pude verla bien, supe que también estaba llorando.
Esa noche no dormí bien, me desperté varias veces pensando en lo que no dije, en lo que tal vez debería haber hecho. Ahora era el día de su viaje. Me quedé en la cama mirando el techo, sintiendo un vacío en el pecho. Hoy ___ se va. Dejé que el pensamiento me golpeara lentamente, miré el teléfono. Ni un mensaje. Pero, ¿qué iba a decirle ahora? No había palabras que pudieran cambiar lo inevitable. Sabía que ella también lo sentía, y eso lo hacía todo más difícil.
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Narra TN: El avión aterrizó con un leve sacudón que me hizo salir de mis pensamientos, miré por la ventana y vi la pista de aterrizaje iluminada por luces tenues. Ya estaba en Argentina. Todo lo que había pasado en los últimos días, el beso con Israel, las despedidas, los abrazos, ya quedaban atrás. Ahora estaba aquí, en un nuevo país.
Piloto: Señoras y señores, bienvenidos a Buenos Aires. Hemos aterrizado a las 07:45 p.m., y la temperatura local es de 22 grados Celsius con cielos despejados. En nombre de la tripulación, les agradecemos por volar con nosotros y esperamos verlos pronto.
Cuando bajé del avión, sentí el aire fresco de Buenos Aires, tomé mi maleta y caminé hacia la salida del aeropuerto, sintiéndome extraña, parte de mí seguía en casa, con ellos, con Israel, y la otra intentaba adaptarse a este lugar que apenas empezaba a conocer.
El camino hacia el depa fue silencioso, mi mente seguía en el último adiós, en cómo todos me habían mirado y luego, Israel, sin decir mucho, sabía lo que él sentía, lo que ambos sentíamos. Cuando llegué a la residencia, respiré profundo antes de bajar. Era oficial. Estaba en Argentina, sola.