XXXVII

997 105 45
                                    

Buona Notte, principessa.

Estaba respondiendo a su mensaje cuando oí su voz grave y rasposa acompañada de un olor a tabaco que ya reconocía muy bien.

Me giré de golpe para encontrarme con los ojos grises de Theodore a un metro de distancia. Me limité a sonreírle desde mi sitio, aunque quisiera ir a darle un beso.

En unas cuantas horas se celebraría el baile de Navidad entre las colosales paredes de Hogwards y yo seguía sin saber si decidiría darle plantón o afrontar las cosas como a mis padres les gustaría que lo huciera.

Sé que deberíamos hablar primero sobre el Thestral, pero no iba a ser capaz de concentrarme.

Así pues, el dilema era el siguiente: podia seguir pretendiendo como que yo no sabia nada de la apuesta, aún sabiendo que por cada segundo que pasaba yo era más distante con Theo (y él por supuesto que se daba cuenta), o acabar con esto de una vez por todas.

Si elegía la segunda opción, sería como despedirme de una versión de mí tan importante, que cuando se fuera, me costaría definir quién soy yo realmente.

—Oye, ¿te importa si hablamos de lo del Thestral después? —me decanté, haciendo lo que me pedía el cuerpo en vez de mi envenenada cabeza.

Theodore frunció el ceño, haciendo resaltar aún más sus preciosos ojos, y asintió con la cabeza, dándole una calada a su cigarro.

No podía seguir mintiendo a esos ojos...

Entonces lo supe: supe que debía hacer.

No podía mentir a esos ojos, pero ellos sí podían mentirme a mí. Ocultarmelo todo.

Cerré los puños con rabia, mi expresión tornandose impasible.

Quizá mi corazón ya era demasiado débil como para ir con Matheo y Nott a la vez, o como para darle plantón. Pero ya que iba a ponerle punto y final a este embrollo, al menos lo haría a mi manera.

—¿Cuando piensa pagarte Matheo?

Pude ver cómo su piel dejaba de tener color y sus ojos perdían el brillo tan característico que poseían cuando me miraban.

Claro que se acordaba de la apuesta. ¿De veras pensaba ocultarmelo para siempre?

—¿Cuánto habéis apostado? ¿Doscientas libras o así? —continué, aguardando una respuesta.

Si no fuera por la poca luz que había en la noche tan fría y cerrada que era, diría que pude ver cómo tragaba saliva.

¿Por qué cuando todo parecía que iba a ir bien, se iba todo a la mierda?

¿Por qué no podía salirme algo bien de vez en cuando? ¿Tener un novio rico que me acompaña al baile porque genuinamente quiere ir conmigo?

—No me acuerdo —dijo, de repente.

Solté una exhalación sarcástica.

Era tan poco dinero que ni siquiera se acordaba. Bueno, poco para él, seguro que para cualquier otra persona no sería  calderilla.

Me crucé de brazos, esperando que por lo menos se excusara, que se inventara algo.

—¿Todo esto era falso? —solté, exhasperada, sintiéndome una completa idiota.

—No —respondió, casi sin darme tiempo a terminar la oración. Tomó una larga calada y añadió, mirando al suelo—: todo no.

—¿¡Todo no?! —repetí, en total estado de shock e ira—. ¿Sabes hacer algo más a parte de mentir?

Smoke Curtains {Theodore Nott}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora