Me dirijo a la cafetería. Hoy mi turno es en la tarde, y la verdad es que me da miedo caminar por las calles de Nueva York casi de noche. Desde aquel día en el parque, me he sentido vigilada.
-Gela, qué bueno que ya estás aquí -dice Ellie al verme entrar. Ella es una compañera de trabajo. Solo la veo cuando me toca el turno de la tarde. De ella, casi no sé nada.
-Lo siento, se me hizo un poco tarde -me disculpo al notar que tiene prisa por irse.
-No te preocupes, cariño. Nos vemos luego -dice, desapareciendo rápidamente.
Odio los turnos de la tarde. Odio trabajar cuando la noche cae. Odio no tener otra opción. Recuerdos de aquel día, cuando tenía diez años y todo se fue al carajo, me invaden.
Me pongo el delantal y comienza la peor parte de mi día. Paso horas preparando café y sirviendo donuts. Mamá siempre me ha dicho que sonría, incluso en los días malos. 'Contagia alegría, no negatividad', solía decir. Pero hoy no es el mejor momento para ser positiva.
A veces juzgo a las personas con expresión de perro rabioso. Hoy, me he convertido en una de ellas, así que tienen todo el derecho de juzgarme.
Me siento en un banco junto al mostrador, tratando de distraerme con el teléfono. Cada vez que alguien pasa cerca de la puerta, no puedo evitar mirar. La ansiedad me carcome y mi corazón late con fuerza. Miro la hora y me alivio al ver que falta menos de una hora para que mi turno termine.
-Hola -dice una voz a mi lado, haciéndome saltar del susto.
-¿Cómo entraste sin que me diera cuenta? Casi me matas del susto -digo, llevándome la mano al pecho.
-Perdóname. Solo quería verte, no asustarte -dice Dylan, sin borrar la sonrisa de su rostro.
-¿Querías verme? ¿Cómo supiste que también trabajo en las tardes? -pregunto, guardando mi teléfono.
-Solo pasaba por aquí como todos los días. Me acordé de ti y miré la cafetería. Para mi sorpresa, te vi aquí, así que decidí entrar a saludarte -confiesa.
-Uhm -emito desde mi garganta mientras limpio el mostrador sin sentido con un trapo rosa que brilla más que la cafetería entera.
-¿Nunca dejas de sonreír? -pregunto después de un momento de silencio. Es raro pero lindo verlo sonreír tanto.
-No sería Dylan si no estuviera sonriendo.
-O sea que tu sonrisa es falsa.
-No. Sonrío porque estoy alegre.
-Ah ya. Me sigue pareciendo raro, pero voy a actuar como si... ¿No te duele la cara de tanto sonreír? -pregunto. Dylan solo se ríe.
-No. A veces dejo de sonreír. Sería muy loco si sonriera todo el tiempo.
-En eso tienes razón. ¿Quieres un café? -pregunto.
-Sí, claro.
-¿Capuchino, latte, americano, clásico...?
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Búsqueda
FantasyEsta es la historia de cómo una chica pasó de buscar respuestas a sus inquietantes dudas a ser la pieza faltante de un plan lleno de ambición y caos. Gela siempre ha tratado de ignorar su diferencia y vivir una vida como los demás, pero lo que ella...