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Samantha abrió los ojos, despertando por el ruido de gruñidos y agitadas respiraciones que sacudieron a su omega, estirándose como un gatito antes de ver lo que sucedía.

Osvaldo y Félix peleaban, ambos forcejeando entre ellos para girar al otro y tomar un momentáneo control, para después volver a girar sobre el colchón en busca de dominar.

Samantha se quedó levemente sorprendida, porque ambos cachorros estaban desnudos, sus pupilas dilatadas de excitación y sus aromas fuertes soltando feromonas que podrían embriagarlo en cualquier momento. Se quedó ahí, a un lado de ellos casi pegado a la pared, observando la manera en que poco a poco la pelea parecía apaciguarse; al menos esa vez.

Félix logró colocarse encima, entre las piernas de Osvaldo, sosteniéndole con firmeza con sus manos encima de la cabeza del azabache, su boca atacando el cuello para inmovilizarlo, donde mordió con levedad en advertencia de permanecer quieto.

Valdo no luchó más, con el pecho subiendo y bajando con rapidez, puños apretados y ojos cerrados, dejando que el alfa menor dominara esa vez. El castaño balanceó sus caderas, haciendo que sus erecciones sensibles se acariciaran entre sí, arrancando gruñidos de ambos.

Por supuesto, ninguno se había corrido mientras ayudaban a la omega, por lo que Samantha dedujo que buscaban liberarse entre ellos sin molestarlo a ella mientras dormía. Sonrió con labios cerrados, sintiéndose extrañamente caliente ante la escena frente a sus ojos; Osvaldo gemía en suspiros y jadeos, mientras Félix sólo gruñía y siseaba, moviendo sus caderas para intensificar el contacto entre la húmeda piel de sus miembros.

Incluso liberó las muñecas del alfa mayor, sólo para rodear su cuello con una mano sin hacer real presión, el alfa menor aferrándose a los hombros ajenos. Las manos del pelinegro se deslizaban después en caricias por las firmes piernas del castaño, apretándolas entre sus dedos hasta dejar suaves rojeces.

Entonces, mientras Lix comenzaba a repartir besos por el cuello del alfa bajo él y sostenía ambas piernas para mantenerlas levemente alzadas, sus embestidas tomando velocidad, Valdo arqueó la espalda y apretó los dientes ante el orgasmo que le recorrió el vientre. El nudo se infló, tiras blancas de semen manchándole el abdomen.

Lix le siguió después, ambos nudos moliéndose juntos un momento antes de quedarse quietos, dejando que sus liberaciones terminaran. Félix se refugió en su cuello, su pesado cuerpo dejándose descansar sobre el alfa mayor, quien no se quejó por ello, en realidad gimió bajito porque todavía seguía sensible y el fuerte aroma del pelinegro estaba haciendo estragos en su lobo.

— Eso fue... interesante... —Samantha habló, sorprendiéndolos. Félix se alzó sosteniéndose con sus manos a los costados de la cabeza de Osvaldo, aunque no se quitó, ambos mirándole con expresiones agitadas y aliviadas— ¿Pueden hacerlo de nuevo?

Valdo se rió, negando divertido, una sonrisa floja.— ¿Es un nuevo fetiche?

— Uhm... disfruté verlos, así que... probablemente lo sea —la omega gateó un poco hasta colocarse al lado del más alto, besándole la mejilla con cariño—. ¿Estás bien, bebé?

Y Osvaldo asintió, sabiendo a qué se refería. Había perdido esa pelea, que, aunque no hubo penetración, su alfa se vio sometido ante el lobo de Félix. Pudo haber sido doloroso, en otras circunstancias, pero ambos lo querían y de alguna manera el ardor que le recorrió no sé sintió mal. Fue como fuego, una llamarada que quemó por dentro hasta apaciguarse y dejar interesantes cosquilleos deliciosos.

Su alfa aceptó la derrota permitiendo que otro alfa le dominara, disfrutándolo completamente. Una sensación interesante que definitivamente querría volver a tener.

<Cappuccino Candy> Omegaverse [Rivers] [Elmariana] [Producción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora