Capitulo 22: Cartas personalizadas 1/2

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19 de octubre

08:23 AM

La luz suave del amanecer se colaba por las pesadas cortinas de la habitación, dibujando tenues sombras sobre la cama desordenada. Nicole despertó lentamente, su mente aún atrapada en los últimos ecos de la noche anterior. Sus ojos se enfocaron en el techo por un momento, tratando de anclarla a la realidad.

A su lado, Aegan dormía profundamente, con el pecho subiendo y bajando de manera constante y calmada. Ella giró la cabeza para observarlo mejor, notando cómo la luz del sol resaltaba los contornos de sus tatuajes, marcando su piel como líneas de un mapa oculto. Su pecho desnudo estaba cubierto por símbolos intrincados, letras antiguas y pequeños dibujos que siempre habían llamado la atención de Nicole, aunque nunca había tenido la oportunidad de verlos de tan cerca. Los colores oscuros contrastaban con la suavidad de su piel, y sus dedos se movieron instintivamente, queriendo rozar uno de ellos. Dudó unos segundos antes de dejar que sus dedos recorrieran suavemente la piel cálida de Aegan, siguiendo el contorno de uno de los tatuajes.

Él no se movió, pero su respiración cambió apenas, como si supiera, incluso en sus sueños, que ella lo estaba tocando.

Los ojos de Nicole se movieron hacia su rostro, notando los pequeños detalles que antes se le escapaban. Las pestañas oscuras, mucho más largas de lo que habría imaginado, caían sobre sus mejillas relajadas. Su cabello, siempre alborotado y caótico, se esparcía sobre la almohada, con algunos mechones cayendo sobre su frente. Parecía diferente cuando dormía, menos el chico frío y calculador que siempre mostraba ser, y más... humano. Casi frágil.

Nicole suspiró, y su mirada volvió al pecho de Aegan. Recordó cómo, la noche anterior, había trazado esos tatuajes con más que solo su mirada. Cada toque, cada roce había sido un descubrimiento, y aunque todo había sucedido tan rápido, había algo que permanecía claro en su mente: Aegan la había dejado entrar, había mostrado un lado de él que nunca antes había revelado.

Ella se acomodó un poco más en la cama, enredando sus piernas con las de él, buscando el calor que su cuerpo ofrecía. Se quedó un momento observando cómo los primeros rayos de sol jugaban con las sombras sobre su piel, preguntándose cómo habían llegado a este punto. Aegan había sido todo lo contrario de lo que ella creía necesitar, pero en esos momentos, todo encajaba de manera extraña y perfecta.

Desvió la vista hacia sus manos, que descansaban suavemente sobre el colchón. Sus dedos, aún algo tensos por lo ocurrido, hicieron un leve movimiento, como si quisieran asegurarse de que todo lo que había sucedido no había sido un sueño.

Entonces, con un pequeño suspiro, volvió a mirar el rostro de Aegan. Podía sentir el peso de los pensamientos que tenía en su mente, las dudas que aún quedaban, pero por alguna razón, todo eso parecía menos importante ahora. Todo lo que importaba era ese momento, esa calma después de tantas tormentas.

Nicole seguía trazando los tatuajes de Aegan, dibujando líneas invisibles con la punta de sus dedos. Sentía la calidez de su piel, pero también la tensión que nunca parecía abandonarlo del todo, incluso cuando dormía. De pronto, notó que él se movía ligeramente, abriendo los ojos con lentitud. No hubo sorpresa en su expresión al verla allí, como si ya hubiera anticipado ese momento.

-¿Disfrutando de la vista?- murmuró con una sonrisa apenas perceptible, su tono frío y su mirada fija en ella.

Nicole dejó de mover sus dedos por un momento, atrapada por la intensidad de sus ojos, pero no apartó la mano. Aegan siempre tenía esa forma de hablar, como si las palabras fueran un juego que sólo él sabía jugar.

-Tienes demasiados tatuajes- respondió Nicole, evadiendo la pregunta mientras seguía observando los detalles en su piel -Me pregunto si los usas para esconder algo.

𝑪𝑶𝑵𝑱𝑼𝑹𝑨𝑵𝑫𝑶 𝑬𝑳 𝑷𝑨𝑺𝑨𝑫𝑶 || 𝑻𝑶𝑴 𝑹𝑰𝑫𝑫𝑳𝑬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora