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El Primer Click.

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El sol de la mañana se colaba por la ventana de la habitación, iluminando suavemente el desorden ordenado de libros y papeles esparcidos sobre la mesa. Iván se estiró en la cama, sintiendo los primeros rayos cálidos del día en su piel. Con un bostezo, se levantó y se dirigió a la cocina, donde el aroma del café recién hecho ya invadía el aire.

Rodrigo estaba allí, sentado en la mesa con una cámara en la mano. La misma cámara que siempre llevaba consigo desde que había comenzado a mostrarle a Iván su forma única de cariño.

"¡Buenos días, Iván!" dijo Rodrigo, con una sonrisa que parecía iluminar la habitación. "Hoy parece ser un gran día para capturar momentos."

Iván, con una sonrisa perezosa, se sirvió una taza de café. "¿Otra vez con la cámara? ¿No te cansas de estar siempre detrás del lente?"

Rodrigo sacudió la cabeza con energía. "Nunca me canso. Cada momento contigo es único, y quiero recordar cada uno."

Iván se sentó frente a él, dispuesto a disfrutar del desayuno en paz, pero Rodrigo ya estaba listo para el primer disparo. La cámara hizo un "click" y capturó a Iván en su estado más relajado. El sonido del obturador era casi como una caricia.

"¿Qué tal la foto?" preguntó Rodrigo, mientras revisaba la imagen en la pantalla de la cámara.

Iván se rió, encogiendo los hombros. "Aún me sigo preguntando por qué te empeñas en fotografiarme todo el tiempo. Pero, bueno, al menos parece que me haces ver bien."

Rodrigo asintió, sin dejar de mirar la cámara. "Es mi forma de decirte que te aprecio. Cada foto es un recordatorio de lo importante que eres para mí."

El desayuno transcurrió entre risas y charlas sobre cosas triviales. Cada vez que Iván se movía, Rodrigo no tardaba en sacar la cámara y capturar el momento, ya fuera un sorbo de café, una sonrisa, o una mirada distraída.

Cuando finalmente se levantaron para salir de la casa, Rodrigo estaba tan entusiasmado como siempre. La cámara estaba colgada de su cuello, lista para capturar cualquier instante que se presentara.

Mientras caminaban por la calle, Iván se dio cuenta de algo: las constantes fotos de Rodrigo no eran sólo un capricho. Eran una forma de conservar todos esos momentos simples pero significativos que, de otro modo, podrían desvanecerse con el tiempo.

"Gracias por las fotos, Rodrigo," dijo Iván mientras caminaban bajo el sol. "Tal vez no lo digas con palabras, pero sé que cada click es tu manera de decir que me valoras."

Rodrigo le sonrió, dándole un leve codazo. "Siempre lo haré, Iván. Cada segundo contigo es una parte especial de mi vida."

La cámara hizo otro "click", capturando esa conexión sincera y relajada entre amigos. Y así, comenzó otro día lleno de momentos preciosos, todos preservados en el lente de una cámara y en el corazón de ambos.

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Camara - Rodrivan. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora