Capítulo IV: ¿Qué somos?

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Podía escuchar a Melodie suspirar. Probablemente llevaba bastante anhelando ese momento íntimo. De hecho, tanto es así que no pudo contenerse y en medio del beso se dejó caer sobre ella en la cama.

     Sus manos se movían desesperadamente por debajo de su sudadera y camisa, más y más arriba, hasta por debajo del sostén y comenzando a acariciar sus senos.

     En otras circunstancias, la peli-azul se hubiera sentido abrumada de lo rápido que estaba yendo Melodie, pero...

     No podía negar que ella también se moría por ir directo al grano. Después de todo, en esos días estuvo fantaseando y recordando la forma en que se besaron antes de que la chica se fuera a Corea.

     Solo Melodie podía despertar ese deseo en ella.

     Melodie fue entonces más ruda, acariciándola con más avidez. La besó con ansias, lamiendo el interior de su boca, su lengua. Janet ya jadeaba más audiblemente y estos sonidos, tan agradables para la peli-rosa, lograban calentarla más. Quería perder el control.

     Janet la volvía loca. Quería poseerla.

     Sin querer esperar ni un segundo más, comenzó a desnudarla con premura. A diferencia de la última vez, estaba sobria, así que lo hacía sin mucha torpeza. Cuando la dejó solo en bragas, se le abalanzó de nuevo. Para volver a morder y besar sus hombros.

     Lo cierto es que Janet era un poco tímida para la intimidad, y el que Melodie fuera tan intensa no le daba mucho tiempo para procesar en ese momento. Antes no había tenido problema porque estaba un poco ebria.

     Pero ahora que no lo estaba, bueno...

     Se sentía bien, sin duda lo estaba disfrutando, pero se sentía algo nerviosa. De todas formas entregarse a Melodie la hacía sentirse bastante bien, y la tranquilizó ver que la corena estaba dispuesta a detenerse si ella se lo pedía.

     La oji-rosa continuó, bajando sus manos hasta sus muslos, causándole estremecimientos, y luego metió la mano bajo sus bragas. Janet tembló un poco al sentir su mano ahí, pero también secretamente se emocionó.

     Melodie tocó superficialmente y acarició, disfrutando de la sensación húmeda en sus yemas. La peli-azul por su parte suspiraba de lo bien que se sentía.

     —Mira lo mojada que estás —se jactó la peli-rosa sonriendo con malicia—. Tal parece que no puedes resistirte a mí.

     Janet tragó saliva. Recordó vagamente, en medio de las lagunas mentales de su mente remontadas a esa noche, que le había dicho algo similar la última vez que lo hicieron, pero estaba tan ebria que ya ni se acordaba.

     Había algo en esa forma de ser de Melodie en la intimidad que avergonzaba mucho a Janet pero también la excitaba en el fondo.

     Melodie hundió sus dedos entre sus labios e hizo presión en su clitoris, comenzando a frotarlo, causando que de inmediato la otra chica se retorciera y soltara un gemido, y luego otro y otro, hasta hacer una sinfonía de jadeos entrecortados que inútilmente trataba de mitigar para que no sonaran tan fuerte.

     La peli-rosa, complacida y satisfecha con estas reacciones, se inclinó de nuevo hacia ella y tomó su mentón.

     —Apenas estoy empezando. Me dijiste que te tendría para mí todo el día, y pienso aprovechar cada segundo —y dicho esto, atrapó sus labios en un beso apasionado al que Janet no puso resistencia.

     Aunque estaba estaba un poco intimidada, el calor del momento hacía que se sintiera emocionada. Estaba curiosa por saber, por sentir, qué tenía Melodie preparado para ella.

The Melody Of My Heart (Janet×Melodie) - [Temporada 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora