Hyunlix | One Shots (Lixjin)

Satisfy me

Autora: Sandra M.P.
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[SMUT] [+18] [OMEGAVERSE]

—Lo siento, joven, pero no puede trabajar aquí.

—Pero... Me esforzaré, se me dan bien las personas y...

—No admitimos omegas que trabajen aquí. —lo cortó rápidamente con una sonrisa forzada.

Sus hombros se desplomaron entonces y sus labios formaron una delgada línea.

Por supuesto.

—Entiendo.

No, en realidad no lo hacía.

Era la décima entrevista que hacía, y por supuesto, no pasaba.

—¿Y a dónde crees que irás, eh? —su madre le lanzó una botella que rozó su cabeza peligrosamente y se estampó en la pared haciendo que estallara en miles de cristales. Algunos de ellos se hundieron en la piel de su espalda y su nuca, produciéndole un intenso dolor punzante al mismo tiempo que sentía un fuerte pitido en su oído derecho. —Maldito y sucio omega tenías que ser. Eres... Eres repugnante. —escupió en el suelo. —¡No durarás ni un solo día ahí fuera sin mí, maldita escoria!

Se tambaleó todavía aturdido por el golpe de la botella estallando mientras intentaba ignorar el dolor y la sangre resbalando por su nuca.

Tampoco era que fuera a sobrevivir mucho más en aquella casa.

—Lejos de aquí, a un lugar donde la gente no me juzgue. —consiguió decir, recibiendo una fuerte carcajada por parte de aquella mujer.

—Como si lo fueras encontrar. ¿Piensas ir al país de las Maravillas, Jinnie? ¿Piensas que vendrá Peter Pan y te salvará? —se rió, y lagrimones la acompañaron nublándole la vista mientras Hyunjin permanecía de pie mirándola mientras le temblaban las piernas de la adrenalina y la rabia. —Eres patético.

—Puede que lo haya sacado de ti. —su sonrisa desapareció de golpe y dio un paso atrás al ver cómo se levantaba con la mirada ardiente. Tembló en el sitio y cerró los ojos esperando recibir una bofetada.

—Gracias a ti estoy viviendo esta vida. ¿Sabes lo genial que hubiera sido que no hubieras nacido, Hyunjin? —su corazón se apretó con fuerza y apretó sus ojos. —Me arruinaste la vida.

El golpe nunca llegó.

—Largo. —abrió los ojos. —¡He dicho que te vayas! —el grito retumbó en sus oídos y saltó sobre sus pies antes de salir corriendo para no volver nunca más.

***

—Puedes dormir en mi casa si haces algo por mí. —dijo aquel hombre que le había ofrecido amablemente algo de comida.

—¿Cómo que? —preguntó tranquilamente. Una mano tosca se posó sobre su pierna y la apretó, haciendo que se tensara y se le helara la sangre. Tragó saliva mientras veía la mirada de aquel hombre cambiar de una amable a una oscura. De pronto, sintió miedo. —No... No quiero. —murmuró, sintiéndose estúpido de repente al haber accedido a volver a casa con un completo desconocido.

—Deberías haberlo pensado antes de acceder a venir a casa conmigo, ¿no crees? —la mano de aquel hombre se aferró incluso con más fuerza subiendo hasta su muslo y sus manos fueron a frenar su recorrido, temblando.

—Por favor, no. —suplicó. —Nunca he... Nunca he hecho nada parecido.

El hombre sonrió mostrando todos sus dientes amarillentos, sin lucir ni una pizca de bondad en el rostro. —¿Seré el primero entonces? —sintió su estómago revolverse, y toda la comida que había consumido pensando en lo amable que había sido por haberle ofrecido cobijo una noche de lluvia de repente se sintió pesada en su estómago. —Estás temblando como un cervatillo asustado. —su sonrisa incluso se acentuó. —Eso me excita.