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EL SOL AÚN NO se había asomado por el horizonte, cuando yo, ya me encontraba despierto. Habían pasado alrededor de veinte minutos desde que abrí los ojos, veinte jodidos minutos de mierda en los que simplemente miraba el techo de la habitación como un completo idiota. Sin molestarme si quiera en que hoy tenía que trabajar.
Quizás, era por aquel pequeño adorable bebé que dormía a mi lado, haciendo de mi brazo, su almohada personal.
Sin tener la más remota intención de despertarla y tener que nadar en el rio de sus lágrimas, me aparte de ella lo más cuidadosamente posible y abandone la cama. Me dirigí en puntillas de pie hasta el armario y tome lo primero que ví. Una camiseta blanca simple, unos jeans de mezclilla, un gorro de lana negro y mis confiables tenis. Las cuales, por lo mal que se veían y el claro desgaste en ellas, parecía que estaban a punto de jubilarse.
¿Qué más esperaban?¿Un tonto atuendo jodidamente caro y elaborado?.
Dios santo, esto no es un maldito fanfic de Harry Stiles, señoritas, mis padres en banca rota no me venderán a un mafioso con problemas maternales. Pero, carajo, ahora que lo pienso, no suena tan mal.
Una vez preparado y listo, abandone la casa y me traslade, a las corridas, hasta la vivienda de Deanna. Al llegar, mire el reloj y maldije internamente al notar que había llegado una hora tarde.
Silenciosamente, me adentre en la casa, ya todos se encontraban reunidos en la sala de estar. Me dirigí a la cocina y me preparé un café negro, regrese a la sala, y me quede de pie, junto a Maggie.
-Lamento que desees abandonar tu puesto, Tobin, ¿Estás seguro de esto?- interrogó la lider, quien se encontraba sentada junto al ya mencionado.
-Absolutamente- respondió -Si el me hubiera obedecido, ella habría muerto- adjudicó, jugueteando con sus dedos.
-Si, bueno, salvar una vida te convierte en héroe, pero no te capacita para dirigir una construcción- comentó Reggie.
Carajo, sabía que está reunión tardaría un buen rato, además mis piernas aún flaqueaban por haber trotado como un desgraciado por la calle. Asíque, dejé caer mi trasero en el borde del sofa en el que se encontraba Mag.
Extendí mi mano para dejar la delicada taza de café, ya vacía, de lado y en su lugar, tome una pequeña libreta junto con un bolígrafo. Comencé a garabatear, asintiendo con la cabeza cada vez que decían algo, para fingir que entendía todo lo que decían, aunque siendo sinceros, no entendía una mierda.
-Aún siguen allá afuera, todo el equipo está trabajando y Abraham los dirige, mucho mejor que yo- informó Tobin.
-Entonces está decidido, hablaré con el y lo haré oficial- concedió, "Si, gracias Deanna, se que no lo lamentaras", agregó el hombre a su lado.
El hombre se puso de pie, ya preparado para irse, Reggie se levantó también y lo acompaño hasta afuera. Mientras tanto, Deanna se mantuvo junto al umbral de la entrada al living, pensativa.
