Capítulo 22

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La luz del amanecer acaricia mi rostro mientras escucho las pisadas de las enfermeras, quienes entran a dar los desayunos a todos los de la planta. Tan pronto lo pienso, abren la puerta de mi habitación.

—Buenos días.— Me habla una mujer la cual no reconozco su voz. Abro los ojos como puedo, tratando de ver a quien acababa de entrar en mi habitación y me encuentro con una mujer de unos cuarenta y poco años, de cabello corto por los hombros, gafas y un aspecto que no me daba buenas vibras.

¿Y mi enfermera?

—Buenos días...— Susurro mientras observo como la mujer deja mi desayuno en la mesilla y la acerca a mí. Luego se aleja hasta la puerta y se queda mirándome de brazos cruzados.

Estoy acostumbrada a que se queden viendo lo que como, pero por alguna razón, esta señora me incomoda demasiado.

Trato de probar la comida, me cuesta horrores hacer, pero acabo consiguiendo. En mi vida me había sentido tan incómoda al comer con alguien delante.

Al terminar todo, la mujer lo recoge sin mediar palabra, sale por la puerta y junto a mi bandeja, se lleva todo el estrés provocado, cosa que hace que me acabe quedando dormida.

Al terminar todo, la mujer lo recoge sin mediar palabra, sale por la puerta y junto a mi bandeja, se lleva todo el estrés provocado, cosa que hace que me acabe quedando dormida

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Me despierta el sonido de una voz conocida, lo que hace que me levante de golpe para mirarla fijamente y de mal humor.

—¿Quién era esa y por qué no has venido tú?— Le espeto molesta.

—¿No te ha caído bien?— Dice aguantando la risa.

—¿Siendo sincera? Me miraba fijamente mientras comía y me daba miedo.— Digo sintiendo un escalofrío por la espalda. La enfermera se ríe levemente.

—Rosa es un amor, solo tiene un carácter... Curioso.— Dice tratando de no sonar brusca. Yo esbozo una leve sonrisa.

A los minutos, aparece mi doctor con una silla de ruedas y una amplia sonrisa.

—Si dejamos la silla fuera, no podemos llevarla a su nueva habilitación.— Dice el doctor mirando a la enfermera, esta se sonroja y asiente.

—Perdón, me la he dejado fuera...— Mira a otro lado por la vergüenza.

—Se nota cuanto me quieres, ibas a obligarme a andar hasta la otra punta del hospital.— Digo riendo.

—No te voy a mentir, lo haría.— Dice la chica mientras yo hago como que me ofendo.

—Dejaos de hablar y vamos, en 15 minutos tengo una consulta.— Espeta mi doctor mientras acerca la silla de ruedas a mi camilla.— ¿Necesitas ayuda?

—No, creo...— Me levanto con cuidado, agarrándome de la camilla y la silla para poder sentarme. Consigo sentarme dejándome caer. — Lo conseguí.— Sonrío triunfal.

La enfermera me acerca mis pertenencias y el doctor me sonríe mientras mueve la silla para llevarme a mi nueva habitación.

Saco mi teléfono de debajo de mi IPad y miro los mensajes, nada.

ECLIPSE© -PARADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora