Lucas lo llamó justo cuando se preparaba para la cama.
—¿Qué hiciste esta vez, Taeyong?
—Hey, Lucas —dijo Taeyong, tirando de su camiseta. Se sentó en la cama para quitarse el calcetín— ¿De qué estás hablando?
—JaeHyun me llamó y me dijo que quería renunciar.
Taeyong se pausó.
—¿Te dijo por qué?
—No. Es por eso que te llamo.
Taeyong retiró el otro calcetín.
—¿Qué le dijiste?
—Que ha firmado un contrato y tiene que darme una buena razón para romperlo —La decepción en la voz de Lucas era inconfundible— Él es mi amigo, pero debe saber muy bien que dejar a los pacientes en el medio de su recuperación no está bien sin una buena razón. Dime lo que hiciste. Normalmente, JaeHyun es muy responsable y nunca se da por vencido con sus pacientes, sin importar lo difíciles que son.
—¿Por qué estás suponiendo que fue mi culpa? —Taeyong se estiró en su espalda y miró al techo.
—¿Estás diciendo que no tienes nada que ver con eso? —dijo Lucas, su voz seca como papel de lija.
Taeyong hizo una mueca. Lucas le había dicho muy poco desde su intento de chantajearlo. Una vez más, Taeyong sintió una punzada de pesar. A él le gustaba Lucas. Todo fue culpa de JaeHyun. Si JaeHyun no se hubiera vuelto loco, él habría pensado dos veces antes de chantajear al hombre que iba a ser el médico del club de alto nivel en el futuro previsible. Era fastidiarse a él.
—No estoy diciendo eso —Taeyong se lamió el labio. Ya no picaba— Estoy diciendo que JaeHyun está lleno de mierda.
Lucas dejó escapar un suspiro.
—Mira, no voy a pretender entender lo que está pasando con vosotros dos, pero estoy cansado de vuestra lucha constante. Contrato o no, si JaeHyun realmente quiere dejarlo, no puedo obligarlo a quedarse. Él no necesita este trabajo, el cual tomó sólo como un favor para mí. Así que, soluciona el problema, Taeyong —Lucas colgó.
Solucionar el problema.
Taeyong se pasó una mano por la cara. Era fácil para Lucas decirlo.
¿Cómo se suponía que iba a hacer eso cuando él no sabía lo que quería?
Sus labios se curvaron. Muy bien, muy bien, era una mentira. Él sabía lo que quería. Por supuesto que sí. Quería a Jung desnudo, encima de él y atornillándole en el colchón.
Una risa áspera arrancó de su garganta.
El problema era que no quería quererlo. Decía problemas. Era imprudente y estúpido, y Taeyong no era imprudente ni estúpido. Por un lado, no le gustaba JaeHyun. Odiaba su más-santo-que-tú actitud superior. JaeHyun le miraba como si él le hubiera descubierto, como si pudiera ver el inútil pedazo de mierda que Taeyong era. Pero admitir que en realidad quería a JaeHyun a pesar de todo esto, para actuar efectivamente en esos sentimientos (aunque la lujuria tenía poco que ver con los sentimientos) -era humillante y vergonzoso.
Es cierto que probablemente no era tan vergonzoso, como debería haber sido para JaeHyun quererle en contra de su mejor juicio.
Taeyong sonrió ante la idea. Había algo hilarante acerca de la situación.
Su sonrisa se desvaneció al pensar en otra razón por la cual esta lujuria era muy incómoda. JaeHyun se iba a casar pronto.
Taeyong sería el primero en admitir que tenía muy pocos principios morales, pero había uno que nunca se rompió: él nunca se involucró con un hombre casado. Nunca sería tan estúpido. Además, tener un romance con el muy masculino entrenador personal -un muy conocido entrenador personal- mientras el dicho entrenador personal estaba a pocos meses de casarse con una periodista deportiva era espectacularmente una mala idea. Potencialmente una idea que terminaría con su carrera. Él no era un idiota para arriesgar su carrera (su vida) por joder con un hombre que le disgustaba intensamente. Él no lo era. E incluso si lo fuera, nunca se involucraba con un hombre casado, por lo que el punto era discutible, de todos modos.
Pero Dios... desear esa polla era bastante malo, pero ahora que sabía que JaeHyun no era tan indiferente como pretendía, era una receta para el desastre.
La cosa era, que Taeyong nunca había sido particularmente bueno en negarse a sí mismo cosas.