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"Waiting for the end"


Nací un 5 de agosto.

La vida es una carrera que pareciera nunca acabar.

No importa quien va primero o último, igual todos llegamos a la misma meta, que importa el camino si el final es lo mismo para todos.

Aquel pensamiento nació cuando tenía siete, al ver como papá y mamá discutían o se golpeaban otra vez en mi delante, talvez debí entenderlo en ese entonces no les importaba lo más mínimo.

Pero no podían culparme cierto tan solo tenía siete, un niño que veía a su papá como un héroe y a su mamá como la mejor persona del mundo, para él siempre fueron la mejor familia.

Hasta ese día.

Tenía ocho cuando ví a papá llenar su maleta con toda su ropa, no sabía que ocurría no entendía, fue cuando escuché la primera promesa en mi vida.

Voy a volver por ti.

Nunca lo hizo.

Espere mucho tiempo.

Mamá era dura con sus palabras, era ese tipo de madre que decía 'eres mi hijo puedo hacer lo que quiera contigo' 'solo yo puedo pegarte' 'eres de mi propiedad' 'solo yo puedo romperte'

Y fue lo que hizo.

Me rompió.

Fue a los nueve que recibí el primer golpe, ví un moretón en mi piel, una cicatriz en mi alma y todo solo por un borrador que perdí, aún así me heche la culpa me dije a mí mismo que me lo merecía habia fallado y yo no devia fallar en nada, así que me esforcé por cuidar mis cosas y subir mis notas ya que bajaban.

Pero parecía que la vida o Dios no querían ayudarme ya que empecé a sentir la ausencia de mi papá de mi héroe y eso hizo que más golpes, más moretones, más cicatrices aparecieran aún así después de cada paliza aprendí a sonreír, porque no podía dejar que nadie me viera débil, si era débil recibiría más palizas.

La escuela se volvió un infierno por el bullying, la casa se volvió un infierno porque casi todos los días me golpeaban, las visitas de papá eran cuando estaba borracho y a media noche.

Deje de dormir.

Mamá no se dió cuenta a pesar de que dormíamos en la misma cama.

Empecé a no comer, tiraba a la basura la comida.

Mamá no se dió cuánto porque casi siempre comí solo.

Mi visión empezó a bajar a los diez, si no fuera por el profesor nunca hubiera ido al oftalmólogo.

Si mamá hubiera escuchado al oftalmólogo talvez no estaría perdiendo la visión.

No podía soportar.

Se complicó cuando mamá se enteró que me hacían bullying, 'defiendete' es lo que dijo, pero como me defiendo cuando solo puedo sonreír ante los golpes.

Me acostumbre a sangrar.

A los diez ví a papá, pasamos el día juntos estaba sobrio era perfecto hasta que llegó la noche, me quise ir con él, grite y llore para que no me dejara en ese lugar, no me escucho talvez debí gritar más fuerte así talvez por lastima me llevaría o talvez alguien escucharia, no me alcanzó la voz... Al final era yo entre el agua fría y los golpes, los primeros golpes sin marca pero sangraba mi corazón.

Adicciones ♣️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora