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¿Quién hubiera pensado que un simple viaje al supermercado podría haber resultado así?
Revisaste las verduras intentando encontrar las más maduras. Finalmente seleccionaste un pepino para colocarlo en una bolsa, escuchaste una voz retumbante detrás de ti. La voz te llamó por un nombre de usuario que solo habías usado para un sitio web particularmente travieso.
Casi dejaste de respirar cuando te giraste para ver a Katsuki Bakugo detrás de ti observándote a ti y a tu selección de verduras.
Todas esas veces que habías pagado para verlo en tu computadora, y ahora estaba parado justo frente a ti. Por un momento, estuviste segura de que estabas alucinando hasta que habló de nuevo.
—Sabía que eras tú, no olvidaría esa cara sexy en ningún lado. ¿Qué diablos estás haciendo? ¿Nadie te ha enseñado nunca cómo elegir buenas verduras? Devuelve esa mierda.— dijo agarrando la bolsa de tu mano y arrojando el pepino de regreso. —Toma, este parece más de tu tamaño.— dijo riendo con un guiño mientras te entregaba un pepino mucho más grande.
¡Di algo, carajo! Te gritaste a ti misma por dentro, pero no se produjeron palabras de tu cerebro a tu boca. En cambio, te quedaste mirando con asombro al ver al hombre que habías deseado durante tanto tiempo de pie frente a ti. Ya no era solo una imagen en una pantalla, sino una persona real. Se te congeló el cerebro al verlo con ropa informal, una sudadera naranja con cordón y pantalones negros. De alguna manera, se veía incluso más atractivo con eso que todas las veces que lo habías visto desnudo.
— Maldita sea, eres incluso más sexy en persona, lo sabes.— dijo mientras elegía sus propios comestibles. —¿Cuáles son las probabilidades de que vivamos en la misma zona? Debe ser tu día de suerte, ¿eh?.—dijo, girándose para mirarte esperando una respuesta.
En cambio, todo lo que recibió fue un tembloroso "Mhm~" de tu parte.
— Tch, estás demasiado fascinado como para hablar conmigo, ¿eh? Está bien, te diré algo: si quieres ver el espectáculo de verdad esta noche, ven a mi casa. Voy a empezar a transmitir a las 8:00 p. m. Puedes sentarte en primera fila. Pero ten en cuenta que estarás en la zona de chapoteo.— dijo con otra risa estruendosa. —Si estás interesado, envíame un mensaje directo y te daré la dirección.— dijo mientras se alejaba.
Qué carajo.
Una vez que se fue, te diste cuenta de lo anormalmente fuerte que estabas agarrando el pepino, aflojaste el agarre y dejaste escapar un suspiro de frustración.
En realidad ni siquiera le dije una palabra, pensaste.
Mierda.
¿Qué ibas a hacer? Tenías que irte, ¿verdad? Pero joder. ¿Ibas a quedarte con la boca abierta sin poder decir una maldita palabra otra vez?
