Capítulo 19

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Dorian.
La puerta se abre de un portazo. Mis guardaespaldas se apresuran a interponerse en su camino, pero alzo la mano y les doy la orden.

-Déjenlo. -Sin más, el hombre de cabello oscuro avanza hacia mí, su mirada feroz se clava en mí como cuchillos.

-¡Tenemos un trato! Me dijiste que te esperara, y eso hice. -La rabia en su voz es palpable. Golpea el escritorio con la palma abierta.

-Teníamos, Thompson. Teníamos un trato. -Antonio extiende el contrato, que está aún intacto, sobre la mesa. Mi mirada se detiene en el papel, luego lo miro a él. - No he firmado nada, además, estás en mis dominios y se hace lo que yo diga.

Ver su impotencia me provoca una sonrisa. La satisfacción de tener el control se extiende por todo mi ser. Tomo el folio con calma, busco en el bolsillo de mis pantalones el encendedor y, con una calma perturbadora, lo enciendo, dejando que la llama devore el papel lentamente.

-¡Dorian! -Exclama, mis hombres lo sujetan antes de que se abalance hacia mí-. ¡Hijo de perra!

Me río, disfrutando su furia y frustración. Dejo caer el folio incendiado en el cesto de basura, donde se convierte en cenizas.

-Alex Thompson, el único hijo de Jeremy Thompson, antiguo Boss de Bradwrllwynog -sigo hablando con una tranquilidad que contrasta con su enojo-. A los 19 años, trajiste a tu novia a vivir contigo, y días después, desapareció misteriosamente. Todo el mundo hablaba de eso, todo un drama. -Dejo que la pausa entre las palabras se alargue, saboreando la incomodidad que provoca. Abro un cajón y saco una carpeta, extendiéndola sobre la mesa, exhibiendo su expediente.

Mis guardaespaldas lo sueltan, pero él se mantiene tenso, su respiración más pesada. Sin decir nada, se sienta frente a mí, mirando la información que tengo en mis manos.

-Y es curioso que en esas fechas, Heaven's haya tenido nueva mercancía -continuo, disfrutando la tensión-. Entre ellos, mi adorado rubí. Si hubiera sabido que sería ella mi futura esposa, la habría sacado de ese infierno de inmediato. -Su mirada se enciende. No puede evitarlo. Las comisuras de mis labios se elevan aún más.

-¿Te resulta familiar, Alex?

No tengo que esperar su respuesta. Sé todo de él y de Athena; su vida, su entorno, sus amigos, y hasta sus ex parejas. En cuanto Athena pisó mi casa, su expediente ya estaba sobre mi escritorio.

-Si estoy aquí es para cumplir mi promesa, Kittel. -Deja la carpeta donde estaba-. Quiero a Athena de regreso.

La demanda me hace soltar una carcajada. Lo que dice es tan absurdo que me resulta casi cómico.

-Por favor, Thompson. Tú y yo sabemos que solo la quieres como un trofeo. -Abro el expediente, hojeando hasta encontrar lo que quiero: la lista de sus amantes. La dejo frente a él, para que vea cómo el hombre que alguna vez amó a Athena se revolcaba con cualquiera mientras ella pasaba años de sufrimiento.

-Al menos yo, desde que la vi, no he tocado a otra mujer. -Lo observo mientras aprieta los puños, la rabia tomando control de él.

-Mi corazón siempre ha sido suyo, y sé que su corazón me pertenece también. -Su voz está cargada de desesperación, pero no me mueve. Su ego es aún más débil que su voluntad.

-¡Qué buen chiste, Thompson! Deberías probar suerte en la comedia. -Una sonrisa burlona juega en mis labios mientras observo cómo su mandíbula se tensa. Lo estoy cabreando, y eso me gusta.

-Athena es mía, ¿entiendes? Su cuerpo, su alma, sus sentimientos y su corazón son míos. Ella ya no te ama, lo sé, estoy seguro de ello.

-¿Cómo lo sabes? -Su voz tiembla ligeramente, y eso solo hace que mi satisfacción aumente.

El rubí del Emperador [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora