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Gael Santos, o cómo vos, Julia Sánchez lo llamabas, Gabe, se volvió tu mejor amigo a los 8 años.
Ambos se conocieron en un almuerzo de reencuentro. Dado a que sus padres son amigos, lo primero que decidieron hacer tus progenitores apenas volvieron de Inglaterra, fue organizar una comida con sus mejores amigos en Buenos Aires.
Ellos se habían conocido en el colegio, Hugo y Adela Santos (los padres de Gael) comenzaron su noviazgo en la secundaria, tal y cómo tus padres.

En esa comida, los mechones de Julia se volvían uno con la suave brisa que había, era un lindo día soleado.
El vestido blanco con pequeñas flores rosas que llevabas, daba un toque delicado, combinaba perfectamente con la primavera.

Entre aburridas conversaciones de adultos, miraste a Gael, tratando de descifrar su mirada. Cuando chocaron las mismas, sonreiste amablemente, esperando que corresponda, sin embargo, el niño simplemente ignoró tu gesto.

Su madre le dió un suave empujoncito y le murmuró algo, a lo que el chico suspiró y torció los ojos. Gael caminó hacia tu dirección, tu lo miraste y te pegaste al brazo de tu madre.

El chico habló suavemente;

"Julia.. Te gustaría jugar a la escondida?" Dijo con una sonrisa, esta vez, bastante genuina.

Tu madre sacudió su brazo, tratando de animar te a ir. Por un par de minutos, dudaste. Sin embargo, asentiste y te levantaste, caminando con cautela. La tarde pasó rápido, se conocieron mejor y ríeron mucho.
Hasta los 15 años, fueron inseparables.
Hasta los 15 años, vivieron en el mismo país.
Hasta los 15 años, fueron carne y hueso, fueron eternos.

Eso fue hasta que un intercambio surgió en los planes de Gael.
Cuando te lo contó, no pudiste controlar las lágrimas que surgían de tus ojos, lágrimas que quemaban tu piel a medida que recorrían tus mejillas.
Él te abrazó, aferrándose a tí, sus manos recorrían tu cuerpo, tomando cada detalle, cada curva, cada marca, cada cosa de tí. Aferrándose a la idea de tenerte eternamente, a tu presencia.

Pasaron los últimos 10 días juntos, lo acompañaste a reuniones familiares, salidas con amigos, en todos lados estaban juntos.

Se contaron todo, pero no fue hasta el último día, en la puerta del aeropuerto, que Gael te robó un beso. Se estaban abrazando, ambos sollozando, tus ojos ardían.
Gael se incorporó, sus labios presionados sobre los tuyos.
Tus ojos, como platos. Tu cuerpo, tenso.
No tardaste en relajarte, el shock esfumandose por los pasillos. Tus manos, casi por instinto, envolvieron su cuello,presioandote cerca, cerraste los ojos.
Gael envolvió tu cintura en sus brazos, las lágrimas de ambos se mezclaban.

El avión despegó, tu llanto no cesó; se intensificó.
No llevabas ni dos días sin Gael, y ya sentías que tu mundo se estaba desmoronando.
Todavía faltaban dos años para volver a verlo, 730 días.



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⏰ Última actualización: Sep 17 ⏰

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