CAPITULO XXXV

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Todo comenzó con un padre ambicioso dejando a su esposa destrozada

Tarren extiende una manta en el suelo que traía amarrada a un costado de su caballo. Sin pensarlo dos veces me siento con las piernas cruzadas frente a él y él recuesta la espalda contra el árbol mientras mantiene una pierna recogida y la otra estirada.

Y comienza a relatar:

—Hace mucho tiempo en un pueblo llamado Kazhat hubo una catástrofe. —empieza —Una mujer que se debatía entre la vida y la muerte provocó una masacre sin estar muy consciente de ello. Eso sucedió en la noche menos esperada. Pero te lo contaré desde el principio para que me entiendas mejor. —exhala y lo escucho atenta —Yo vivía con mi madre, mi padre y mi hermano en una cabaña que quedaba a varios kilómetros del pueblo. Él tenía cuatro años y yo siete.

Nunca me imaginé que Tarren tuviese un hermano menor.

—Aunque éramos pobres vivía muy feliz allí. En ese momento no me importaba la riqueza porque lo que me hacía feliz era saber que tenía a mi familia con buena salud y unida, aunque a veces mi madre se quejaba por nuestra situación.

<<Pasaba tiempo con mi padre y a menudo lo ayudaba en su trabajo. Él era un leñador. En uno de esos días me aconsejó que saliese adelante, que tenía que trabajar para algún día llegar a ser alguien importante. Me confesó que venía de una familia noble, pero que jamás le dieron el honor de gobernar el palacio por el profundo desprecio que le tenían. Había sido engendrado por una princesa y un sirviente del rey.

<<La princesa se enamoró de él y a escondidas se veían en el bosque o en lo profundo del jardín de ese palacio para que nadie los viese, ya que obviamente nadie del reino aceptaría tal deshonor. Pero un día los descubrieron. La obligaron abortar a su hijo, pero ella no quiso. Escapó del castillo y cuando dio a luz entregó a su bebé a una familia aldeana. Pues no quiso hacerse cargo de una criatura que moriría si se lo quedaba por mucho tiempo. Dos días después fue encontrada en el río sin vida. Muchos aseguran que se quitó la vida y otros dicen que alguien la asesinó, ya que en su cuello tenía la marca de unos dedos, como si la hubiesen ahorcado y luego tirado a la corriente. En cuanto al sirviente, bueno, fue condenado a muerte el mismo día que ella escapó.

Eso es terrible.

—Cuando mi padre creció fue a reclamar lo que por derecho le pertenecía ya que era el hijo de una princesa, pero éstos lo echaron del palacio como un perro, e incluso tuvieron la intención de asesinarlo, pero logró huir. —sigue —Después de unos años conoció a mi madre y juntos se fueron a vivir a esa cabaña. Nos dio a luz y allí vivimos a gusto. Aunque no del todo, ya que mamá siempre renegaba por la falta de alimentos y que nosotros no tuviésemos una buena educación sabiendo que él tenía derecho a tener la parte de sus bienes.

—Es cruel lo que le hicieron. —digo y Tarren bufa como si fuese absurdo.

—A medida que te cuente la historia no vas a decir lo mismo. —espeta y continúa —Mi hermano era lo más importante para mí y siempre cuidaba de él. Un día cualquiera me dieron trabajo en la herrería del pueblo.

Lo interrumpo.

—Pero tenías siete años. ¿Cómo le dieron trabajo a un niño? —pregunto.

—Era legal en ese entonces. A demás yo ya podía incluso descargar carretas enormes con bultos muy pesados, así que no había problema con eso.

—Entiendo.

—Acepté el trabajo para poder ayudar a mis padres. —prosigue —Mas que todo a mamá para que no se martirizara por la falta de comida. Cada que me pagaban llevaba a casa verduras, huevos, harina, pan, entre otras cosas. Lo que me pudiese alcanzar, aunque a veces el hermano de papá, es decir mi tío, nos ayudaba con algo cada que lo iba a visitar al pueblo. Nunca compré nada para mí porque quería tener a mamá contenta, y sé que ella se sentía orgullosa de mí porque a menudo mostraba su amor con sonrisas. Y cada que podía le llevaba un dulce a Josh. Me bastaba con ver su alegría para sentirme vivo.

UN TOQUE DE FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora