capítulo 16. - días jóvenes

5.6K 351 246
                                    

Almudena lo miraba expectante. La luz que provenía de la cocina evidenciaba que venía de allí. Sus mechones despeinados se reflejaban con mayor intensidad a contra luz.

No sabía qué decir. No sabía dónde poner las manos. A dónde ir, qué hacer. No sabía si aún intentándolo alguna palabra saldría de su boca. Paso la mano por su cuello para asegurarse que el corazón aún le latía.

La expresión de su prima era cada vez más confusa y la bola en su garganta cada vez se hacía más grande.

- ¿Juanjo?

- Al final no vine a dormir. - Almudena chasqueó la lengua con gracia.

- No me jodas. - Dejó caer la mano en su cadera. El gesto de la rubia no abandonó la diversión. - ¿Qué estabas... con una tía?

La respuesta fácil era decir que si. Era creíble, alguna chica que había conocido en la cafetería, o por el pueblo. Nada que pudiera responder era sencillo para él en realidad. Su cabeza funcionaba muy rápido, buscando opciones. Cada vez que aparecía Martin la desechaba.

La comunicación le pesó siempre. Toda la vida había notado la ausencia de esa capacidad. Para todo, una amistad, una situación comprometida, un pésame, un abrazo, algo que le dolió, un amor. Hablar.

Almudena lo conocía lo suficiente como para adivinar que había estado con alguien. Lo veía en sus ojos. Estar con alguien refiriéndose a algo más, a una compañía deseada a altas horas de la noche. Algo íntimo.

Y aún así no lo conocía tanto. Su prima sabía su talla de zapatos, su plato favorito, la primera palabra que pronunció, el nombre de todos sus amigos desde que tiene conciencia. Sabía que nunca hablaba de lo que sentía, de lo que le hacía vulnerable.

Juanjo no dudaba en levantar el teléfono para llamarla si había tenido algún enfado con alguien, llenando la conversación de malas palabras, de desahogo. También la llamaba en los momentos buenos, cuando aprobaba exámenes, cuando se sacó el carné de conducir, cuando había visto algo que le recordaba a ella y no podía parar de reír.

Almudena siempre esperaba su llamada cuando sabía que no estaba bien, pero nunca la recibía. También de las buenas que no le contaba. Quiso hablarle cuando se enteró que estaba saliendo con una chica, que su madre se lo había dicho a la suya porque los había visto besándose fuera de su casa, pero no lo hizo, porque sabía que no le diría nada. Cuando se vieron tras el invierno, Juanjo ni siquiera la mencionó.

Entonces, ahí estaba, su ocasión perfecta.

- Por dios, no me lo creo. - Dio pequeños saltitos de emoción agarrando sus grandes manos con las suyas mucho más pequeñas. - Me lo tienes que contar todo.

Prácticamente lo arrastró hasta el patio interior. Lo sentó y entró dentro menos de un minuto solo para coger dos cervezas.

Juanjo no sabía dónde meterse.

Era el momento, eso sí lo sabía. Sabía que si le pedía a su prima que no dijera nada lo haría. Los ojos marrones de la chica a la que tanto quería no podían hacerle daño. Confiaba tanto en ella.

Pero no, y no, y no, y no.

La rubia le sonreía, feliz e impaciente por saber lo que tenía que decirle, contrastando como la noche y el día con todos sus sentimientos. Rápidamente, admirando su rostro entrañable, llegó a la conclusión de que no podía mentirle.

- Si, he estado con alguien.

Con alguien. Así, ambiguo.

Almudena, píllalo.

café lilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora