Cuando recibió la carta proveniente de Gusu Lan, su primer impulso fue quemarla, como había hecho con tantas otras antes. La urgencia del mensaje era innegable, pero lo que más le molestaba era la familiaridad que emanaba de ella. El talismán que la había traído, rompiendo el espacio y el tiempo, era una elección inusual, casi desesperada. Pero lo que realmente le erizó la piel fue la caligrafía torpe y espantosa que reconocería, no solo en esta vida, sino en todas las que pudiera llegar a vivir.
Con cada trazo, podía sentir la sombra del remitente, sin embargo, en lugar de dejarse llevar por su instinto incendiario, algo más profundo, una sensación enterrada en su mente, le sugirió que le diera una oportunidad. Esta vez, la voz de Jin Ling no fue necesaria para persuadirlo de no incinerar el mensaje. No, esta vez había algo distinto, una intuición, una voz suave pero insistente que lo mantenía inquieto. Con un nudo en el estómago, decidió abrir la carta. Para su sorpresa, aquella elección, la más sencilla de su vida, cambiaría su destino de formas que aún no comprendía del todo.
"Querido Shidi,
Supongo que, conociéndome, sabrás que esta vez no hay trucos, ni bromas. Esta carta no está cargada de las habituales evasivas que solías detestar. Lo que estoy por decirte lo hago con el corazón lleno de dolor, pero antes de revelarlo, necesito que sepas algo importante. Si me pides la cabeza de todo Gusu Lan, te la entregaré. Solo te pido que eximas a mi esposo, quien ha sufrido tanto como nosotros en este asunto. Te lo aseguro, él no tiene participación alguna en lo que estoy por confesarte.
Hace tiempo di dos nombres, ¿lo recuerdas? Shijie me pidió que diera el nombre de cortesía para Jin Ling, pero tú... tú elegiste el nombre de nacimiento de mi hijo, y yo, por supuesto, hice lo mismo por ti. Tu nombraste a mi pequeño, ese niño, que solo tuvo el privilegio de ver a sus tíos una vez. Qué cruel es la guerra que nos arrebató a nuestros hijos... Esa misma guerra que devoró nuestras esperanzas y nos obligó a hacer sacrificios impensables: verlos morir junto con todo aquello por lo que habíamos luchado o entregarlos a un destino incierto con la esperanza de una buena vida para ellos. No me arrepiento de lo que hice para proteger lo que habíamos logrado, solo lamento que nuestros niños terminaran siendo víctimas de todas las manipulaciones de los Jin.
Pero ahora, mirando hacia atrás, entiendo nuestros errores: sé que lo que te llevó a esos extremos no fue más que miedo... un temor profundo a quedarte solo. No puedo culparte por eso. Lo entiendo. Siempre fuiste tú el que más tenía que perder. Esos celos, esos temores, todos surgieron del amor que nos tenías. He reflexionado tanto sobre ello, y lamento haberte hecho sentir así. Lamento no haber estado ahí cuando más me necesitabas. Por mi parte, si no hubiera sido tan confiado, egocéntrico, ciego y necio a aceptar que las cosas se me habían salido de control, Hui estaría a tu lado ahora.
Estoy en el deber de anunciarte y con gusto, que él está vivo. Sí, Hui, tu hijo, está vivo y quiere conocerte. Meng Yao nos hizo creer muchas cosas, no sé exactamente qué te dijo Meng Yao para hacerte creer que Hui estaba muerto, pero te aseguro que Hui está vivo y quiere conocerte. Te prometo que a-Yuan y a-Hui están aquí conmigo y esperando.
Quiero llevarlos a ambos para que los conozcas, pero la secta Lan me ha puesto una condición: debo ir acompañado de Zewu-jun. Sin necesidad de que él vuelva o al menos no me dijeron que eso fuera un requisito.
Sé que estas palabras pueden ser difíciles de procesar, pero quiero verte cara a cara para contarte lo que no puedo escribir en esta carta. Hay más que debes saber, Shidi, pero es algo que prefiero decirte de frente.
Esperaré tu respuesta, sea cual sea."
Con la carta todavía temblando en sus manos, la determinación reemplazó su sorpresa inicial. Sin pensarlo dos veces, salió de su despacho, sus ojos brillando con una mezcla de furia y esperanza.
—Jiang TianLei, estás a cargo hasta mi regreso —declaró con una firmeza que no dejaba espacio para preguntas.
Sabía lo que tenía que hacer. Las palabras en la carta pesaban en su mente, empujándolo hacia un curso de acción del que no habría retorno. Quería respuestas, quería justicia, y si era necesario sacar a Lan Xichen de su reclusión, no dudaría en hacerlo. El viento rugía a su alrededor mientras montaba sobre Sandu, su fiel espada, dirigiéndose a una velocidad demoníaca hacia Gusu. Lo que para otros habría sido un viaje de días, él lo completó en unas pocas horas, impulsado por la furia y la impaciencia. Cuando llegó, ya era noche cerrada y el toque de queda de Gusu Lan había caído como una manta de silencio. Pero eso, por supuesto, no le importaba en lo más mínimo.
Los guardianes de las puertas de Gusu Lan apenas tuvieron tiempo de hacerle reverencias antes de que él alzara a Zidian, el látigo chisporroteando con energía, listo para desatar su furia sobre cualquiera que osara interponerse en su camino.
—No es necesario, Shidi... ya te estaba esperando —una voz familiar rompió la tensión del momento.
—¿Dónde? —respondió él, cortante y directo.
Los jades gemelos, Wei Wuxian y él, siempre habían tenido una capacidad única para comunicarse sin palabras. Era un lenguaje privado, uno que solo ellos y su respectivo hermano comprendían, donde cada mirada, cada gesto, hablaba más que cualquier conversación. Ahora, como tantas otras veces, Wei Wuxian había anticipado sus pensamientos, desactivando su rabia con una serenidad calculada.
—Escucharon los truenos en el cielo y supieron que venías en camino. Los ancianos de Gusu están aterrados, pero los tengo encerrados en su salón ancestral.
—¿Le hicieron algo? —su tono se endureció.
—No quiero arruinarte la sorpresa —respondió Wei Wuxian con un tono de voz que no le había escuchado desde la guerra.
Era el mismo tono que solía emplear cuando la vida de alguien estaba colgando de un hilo, dependiendo solo de las decisiones de su hermano o de él mismo. Una sonrisa cruel y peligrosa se dibujó en los labios de Wei Wuxian, y sabía que una similar se había formado en su propio rostro. Sin más preámbulos, cruzó las puertas de Gusu como si fuera el dueño legítimo de esas tierras, consciente de que las protecciones ancestrales de la secta no lo tocarían mientras su hermano las controlara.
No hubo más palabras entre ellos. En silencio, pero con una tensión palpable, caminaron hacia el salón ancestral de Gusu Lan. Tal vez, solo tal vez, esa sería la última vez que lo hicieran.
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Yǐncáng de Zhēnxiàng / Verdades Ocultas
FanfictionLan Jingyi esta en busca de saber quien es y todos los secretos en torno a su existencia. DISCLAIMER: LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN LE PERTENECEN A MO XIANG TONG XIU, TODO ESTO ES AMOR DE FAN PARA LOS FANS. LAS IMAGENES LAS HE SACADO DE PINTEREST...