Caminos Cruzados

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El viento soplaba frío en las calles de la ciudad, como si el mismo aire supiera del enfrentamiento que estaba por desatarse. Las luces parpadeantes de los edificios iluminaban las grietas en las paredes, y las sombras danzaban con un aire casi fúnebre. En lo alto de una de las azoteas, Bakugou Katsuki observaba la ciudad con la mandíbula apretada. Algo estaba mal, lo sentía en su piel como un cosquilleo incontrolable. Su instinto jamás lo había traicionado y esta vez no sería diferente.

Estás ahí, ¿verdad? – murmuró para sí mismo, apretando los puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Sabía que él estaba cerca. Izuku. Deku.

Desde que dejó UA, Izuku Midoriya había desaparecido del mapa, hundiéndose en las sombras, enredándose con figuras peligrosas, e inevitablemente, en los círculos de los villanos. Para Bakugou, aquello había sido un golpe demasiado grande, un puñetazo directo al estómago que nunca terminó de asimilar. La traición de su antiguo compañero de clase, su eterno rival, lo había dejado en un mar de preguntas sin respuesta. ¿Por qué Deku? ¿Por qué el mocoso que siempre había querido ser un héroe, aquel que incluso sin un Quirk, luchaba por proteger a otros?

Bakugou se negaba a creer que todo hubiera sido una mentira.

Maldito nerd – susurró, mirando el horizonte. El cielo oscuro, cargado de nubes, reflejaba su propio estado mental. Confuso, tormentoso, al borde de estallar.

Desde aquella traición, Bakugou se había vuelto uno de los héroes más poderosos y respetados en formación. Sin embargo, la sombra de Izuku nunca lo dejaba. No importaba cuántos villanos atrapara, cuántas misiones completara con éxito, siempre estaba esa punzada, esa duda persistente sobre el destino de su antiguo compañero. Lo peor era que, con el paso del tiempo, se dio cuenta de que esa obsesión no se trataba solo de derrotar a Izuku. Había algo más. Algo que apenas empezaba a entender.

De repente, un estruendo resonó en la distancia. Explosiones. Bakugou no necesitaba más para saber lo que estaba sucediendo. El ataque había comenzado.

Saltó de la azotea, sus propulsores rugiendo mientras se lanzaba hacia el lugar de la explosión. Sus sentidos estaban en alerta máxima. El plan era claro: los villanos, encabezados por Izuku, habían comenzado su asalto a la ciudad. Querían destruir una parte significativa del distrito comercial como una declaración de fuerza. Bakugou no podía permitir que eso sucediera. No solo porque era su trabajo como héroe, sino porque Izuku estaba allí. Y no permitiría que ese maldito nerd siguiera hundiéndose en la oscuridad.

Cuando llegó al sitio del ataque, el caos reinaba. Los edificios estaban en llamas, la gente corría en todas direcciones, y los héroes en formación trataban de controlar la situación. Bakugou aterrizó con un rugido, provocando una pequeña explosión que detuvo a algunos villanos en seco.

¡Atrás, insectos! – gritó, su voz llena de furia, mientras lanzaba una serie de explosiones hacia un grupo de criminales.

El fuego iluminaba la noche, pero para Bakugou, todo estaba envuelto en sombras. Su mirada buscaba a una sola persona. Sabía que Izuku no se mantendría escondido por mucho tiempo.

Y entonces, lo vio.

En medio de las llamas, con su característico traje oscuro, Izuku Midoriya caminaba lentamente hacia él. Sus ojos verdes brillaban con una intensidad diferente, una que Bakugou nunca había visto antes. Era un brillo frío, distante. El héroe que una vez había conocido estaba enterrado bajo la máscara del villano que tenía enfrente.

Bakugou sintió cómo su corazón se aceleraba al verlo. No por la amenaza que representaba, sino por la confusión interna que lo desgarraba. ¿Cómo había llegado todo a esto?

Izuku – murmuró entre dientes, con una mezcla de rabia y... algo más. Algo que no quería admitir.

Izuku se detuvo a unos metros de él. Las llamas crepitaban a su alrededor, pero ninguno de los dos se movió. Era como si el tiempo se hubiera detenido, como si ese momento fuera solo para ellos.

Bakugou – la voz de Izuku sonaba más profunda, cargada de resentimiento. – ¿Sigues jugando a ser el héroe?

Bakugou apretó los puños, pero no atacó. No podía. Algo en la forma en que Izuku lo miraba lo mantenía inmóvil. Era como si, en ese instante, no fueran rivales. Como si la historia que compartían los envolviera y dejara en el aire todas las preguntas que Bakugou había evitado durante tanto tiempo.

¿Por qué? – fue lo único que pudo preguntar.

Izuku esbozó una sonrisa amarga.

¿Por qué no? El sistema está podrido, Bakugou. Y tú lo sabes. Nunca fuimos nada para ellos. Tú solo eres una herramienta más para mantener el status. Yo decidí romper con todo. No soy un héroe, pero al menos soy libre.

Bakugou dio un paso adelante, la furia empezando a hervir bajo su piel.

¿Libre? ¿Esto es lo que llamas libertad? – gritó, señalando las llamas y el caos a su alrededor. – ¡No eres más que otro villano que destruye todo a su paso!

Izuku desvió la mirada, como si la culpa lo tocara por un breve instante, pero rápidamente recuperó su compostura.

No lo entenderías, Bakugou. Nunca lo harías. Eres demasiado fiel al sistema.

Las palabras de Izuku dolieron más de lo que Bakugou estaba dispuesto a admitir. Pero en lo profundo, sabía que había algo más. Esa frialdad en Izuku no era lo único que veía. Había una vulnerabilidad que no podía ignorar. Ese maldito nerd seguía ahí, oculto bajo la capa de odio y resentimiento.

Maldito idiota – masculló Bakugou. – Esto no se trata del sistema, ¿verdad? Siempre has sido un llorón que piensa que tiene que cargar con todo. No necesito tu estúpida justificación. ¡Voy a detenerte!

Bakugou se lanzó hacia Izuku, sus explosiones rugiendo con fuerza. Izuku lo esquivó con una agilidad sobrehumana, usando su Quirk con una precisión impresionante. Ambos intercambiaron golpes, el choque de sus poderes iluminando la escena como si fuera una tormenta de relámpagos y fuego.

Pero a medida que la batalla avanzaba, Bakugou sentía que algo en él se rompía. Cada golpe que daba no era solo por la justicia. Era porque, de alguna manera, deseaba que Izuku reaccionara. Que lo mirara de verdad. Que entendiera lo que él mismo apenas había comenzado a comprender: sus sentimientos por él.

La pelea se prolongó hasta que ambos se detuvieron, jadeando, a unos metros de distancia.

¿Por qué no lo entiendes kachan? – dijo Izuku, su voz teñida de frustración.

Bakugou lo miró, con el pecho subiendo y bajando por el esfuerzo. Y entonces, lo dijo.

Porque... ¡porque me importas, maldito nerd!

El silencio que siguió a sus palabras fue ensordecedor. Las llamas crepitaban a su alrededor, pero ninguno de los dos dijo nada más. Izuku lo miraba, completamente sorprendido, como si no pudiera procesar lo que acababa de escuchar. Bakugou, por primera vez, se sintió vulnerable.

No solo quiero derrotarte – continuó Bakugou, bajando la voz. – No quiero que sigas por este camino. No quiero perderte, Izuku.

Los ojos de Izuku se suavizaron por un instante, pero rápidamente se endurecieron de nuevo. Dio un paso atrás, sacudiendo la cabeza.

Es demasiado tarde para eso, Bakugou – dijo, y en un abrir y cerrar de ojos, desapareció en las sombras, dejando a Bakugou solo en medio de las llamas.

Bakugou cayó de rodillas, con los puños apretados en el suelo. El peso de su confesión lo aplastaba. Pero ahora, más que nunca, sabía que no podía rendirse. No mientras Izuku aún estuviera fuera de su alcance.




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Las ideas llegan sin importar donde o cuando no? (╥﹏╥) 

Joda estaba estudiando para un examen q tengo, mientras me aprendía algunos verbos en pasado participio, y pum me llega esta idea, por ahora solo tengo la primera parte, solo van a ser 3 partes. Mañana traigo la otra.

Besotes 💋

Haremos Nuestra Propia Justicia (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora