THE STORY OF US (YOUNG MIKO)

027.

RINA
|SU MUSA|

Hace 10 años...

Estábamos en clase, y aunque el sol entraba por las ventanas con una calidez que invitaba al sueño, yo no podía dejar de pensar en el partido de esta tarde. Victoria jugaba en el equipo de fútbol de la escuela, y Ally y yo ya teníamos planes para ir a verla. Era de esos días donde, por alguna razón, se sentía que todo podía salir bien.

—¿A qué hora es el juego de Vicky hoy? —preguntó Ally, inclinándose hacia mí mientras fingía tomar apuntes.

—A las tres —respondí en voz baja—. Vamos directo cuando salgamos, así agarramos buen puesto.

—Vamo' a gritarle a esa cabrona pa' que meta un gol —dijo Ally con una sonrisa, haciéndome reír.

El ambiente en clase parecía tranquilo hasta que, de repente, uno de los chicos, Carlos, giró en su asiento para mirarme con una expresión desdeñosa.

—¿Y qué? ¿Tú también vas al juego, Rina? Pensé que los venezolanos no sabían de fútbol —comentó con una burla evidente, haciendo que algunos de los compañeros alrededor soltaran risitas incómodas.

Fruncí el ceño. No era la primera vez que alguien hacía un comentario de ese tipo, pero hoy no estaba de humor para dejarlo pasar.

—¿Y a ti qué te importa, Carlos? —respondí, levantando la voz lo suficiente para que toda la clase pudiera escuchar—. El fútbol no es solo para los puertorriqueños, ¿sabes?

Él me miró con una sonrisa arrogante, como si hubiera conseguido justo lo que quería.

—Solo digo, no sé qué haces aquí. Puerto Rico no es tu país. Seguro que no entiendes ni cómo se juega.

Me hervía la sangre, pero antes de que pudiera contestarle, el profesor, que hasta ese momento había estado observando en silencio, intervino. En lugar de detener a Carlos, lo miró y asintió lentamente.

—Carlos tiene un punto. Aquí, todos deberían integrarse a nuestra cultura —dijo el profesor, como si mi presencia fuera el problema.

La rabia me recorrió el cuerpo. ¿En serio? ¿Así de fácil iba a ponerse del lado de un tipo que solo quería molestarme?

—¡Pero tú si eres gafo! —grité, levantándome de mi asiento, haciendo que toda la clase se quedara en silencio—. ¿De verdad va a permitir que me insulten solo porque soy venezolana? ¡Esto es una escuela, no una maldita arena de xenofobia!

El profesor me miró con severidad, pero yo ya estaba encendida. No iba a quedarme callada.

—Rina, cálmate —intentó decir Ally, tocándome el brazo, pero ya era tarde.

—No, no me voy a calmar. ¿Qué más da de dónde soy? Aquí estoy, estudiando igual que todos ustedes. Y el fútbol lo puedo entender tanto como cualquiera. ¡Así que dejen la estupidez!

Carlos se cruzó de brazos, aún con esa sonrisa idiota en su rostro.

—Tranquila, chica. No tienes que ponerte tan defensiva —dijo, como si él no hubiera sido el que empezó todo.

—¿Defensiva? —solté una risa sin humor—. Lo que soy es honesta. Y si tienes algún problema con eso, el problema es tuyo, no mío.

El profesor parecía molesto, pero antes de que pudiera decir algo más, el timbre sonó, salvándonos a todos de una discusión que parecía a punto de explotar.