𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟎

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Harry se despertó temprano al día siguiente, con la mente agitada por lo que había presenciado la noche anterior. No podía dejar de pensar en la conversación entre Snape y Draco. Las palabras de Snape resonaban en su cabeza: "El tiempo es un lujo que no tienes." ¿Qué era lo que Draco debía hacer? Y lo más inquietante: ¿qué precio pagarían él y Snape si Draco fallaba?

Hermione y Ron lo esperaban en la sala común de Gryffindor. Harry había decidido contarles todo lo que había visto. Sabía que no podía enfrentar esta situación solo.

—Anoche seguí a Draco hasta las mazmorras —comenzó Harry, bajando la voz para que nadie más lo escuchara—. Y encontré algo... algo que no me esperaba. Snape está ayudando a Draco. O al menos eso parece.

Hermione se llevó una mano a la boca, sorprendida, mientras Ron fruncía el ceño.

—¿Snape? ¿Estás seguro? —preguntó Ron, claramente incrédulo—. No me sorprende que Malfoy esté metido en algo oscuro, pero... ¿Snape?

—Lo vi con mis propios ojos —respondió Harry, con determinación—. Snape le advirtió a Draco que el tiempo se está agotando, que Voldemort no va a tolerar más retrasos. Hay algo grande en marcha, y Draco está en el centro de todo.

Hermione parecía pensativa, mordiéndose el labio inferior.

—Eso explica por qué Draco ha estado tan extraño últimamente. Y si Snape está involucrado, entonces esto es mucho más peligroso de lo que pensábamos. Pero Harry, ¿crees que Snape está ayudando a Voldemort? ¿O tal vez... está jugando algún tipo de doble juego?

Harry hizo una pausa. Esa era la gran pregunta. Durante años había sospechado de Snape, creyendo que siempre había sido leal a Voldemort. Pero entonces recordó la conversación que había escuchado entre Snape y Dumbledore el año anterior, sobre una promesa que Snape había hecho. ¿Podría estar intentando proteger a Draco, o incluso engañar a Voldemort?

—No lo sé —respondió Harry, finalmente—. Pero no podemos correr riesgos. Draco está planeando algo, y Snape lo sabe. No podemos esperar a ver qué pasa. Tenemos que actuar.

—¿Actuar cómo? —preguntó Ron—. No podemos simplemente enfrentarnos a Malfoy. Si está trabajando para Voldemort, podría ser peligroso.

Hermione asintió.

—Ron tiene razón. Necesitamos pruebas. Algo concreto que podamos llevar a Dumbledore. No podemos acusar a Snape o a Draco sin más.

—Lo sé —dijo Harry, su voz llena de frustración—. Pero no tenemos mucho tiempo. Y si nos equivocamos, podría ser el fin de Hogwarts.

La investigación de Hermione

Hermione pasó la mayor parte de la mañana investigando en la biblioteca. Sabía que necesitaban más información sobre lo que Draco podría estar planeando, y para eso, la magia oscura antigua era la clave. Rebuscó entre los libros de la Sección Restringida, buscando cualquier referencia a rituales oscuros o artefactos antiguos.

Finalmente, encontró un tomo polvoriento que mencionaba algo que podría encajar con lo que Harry había visto en la sala secreta: un antiguo artefacto conocido como el "Resquicio de la Sombra", un objeto que, según la leyenda, podía usarse para abrir un portal a dimensiones oscuras o incluso para traer de vuelta a seres poderosos del pasado.

Hermione frunció el ceño mientras leía. La magia oscura que rodeaba el artefacto era peligrosamente inestable. Si Draco estaba intentando usar algo así, podría ser desastroso para todos.

—Harry —dijo Hermione más tarde, cuando se encontraron en la sala común—. Creo que sé lo que Draco está intentando hacer. Hay un artefacto oscuro, el Resquicio de la Sombra. Si realmente está involucrado en esto, podría estar intentando abrir un portal. Eso encajaría con todo lo que has visto.

Harry asintió. La gravedad de la situación era abrumadora.

—¿Qué debemos hacer ahora? —preguntó Ron, claramente nervioso—. No podemos dejar que Malfoy complete ese ritual, sea lo que sea.

—Lo primero es intentar hablar con Dumbledore —dijo Hermione con firmeza—. Él es el único que puede detener esto antes de que sea demasiado tarde.

La ausencia de Dumbledore

Esa misma tarde, Harry, Hermione y Ron se dirigieron a la oficina de Dumbledore. Estaban decididos a contarle todo lo que sabían y pedirle consejo. Pero al llegar, se encontraron con la puerta cerrada y la oficina vacía.

—¿Dónde está? —preguntó Harry, desconcertado—. No puede haberse ido ahora, no cuando lo necesitamos.

Un cuadro cercano respondió.

—El profesor Dumbledore ha salido en una misión importante —dijo el retrato de Phineas Nigellus Black, con una voz cargada de condescendencia—. No se espera que regrese pronto.

Harry sintió un nudo de desesperación en el estómago. Dumbledore no estaba. Justo cuando más lo necesitaban.

—Esto no puede estar pasando —murmuró Ron, pasándose la mano por el cabello—. Sin Dumbledore, ¿a quién podemos acudir?

Hermione estaba pensativa, claramente buscando una solución.

—Tal vez deberíamos hablar con la profesora McGonagall. O con Lupin —sugirió—. No podemos enfrentarnos a esto solos.

Pero Harry no estaba seguro. Sabía que el tiempo se estaba agotando y que si no actuaban rápido, Draco podría completar lo que fuera que estaba haciendo.

—No hay tiempo —dijo Harry, decidido—. Tenemos que detenerlo nosotros mismos. Sabemos dónde está la sala secreta. Sabemos lo que está planeando. No podemos esperar a que Dumbledore regrese.

Hermione abrió la boca para protestar, pero algo en la expresión de Harry la hizo detenerse. Sabía que él no cambiaría de opinión.

—De acuerdo —dijo finalmente—. Pero tenemos que ser inteligentes. No podemos simplemente irrumpir allí sin un plan.

La confrontación

Esa noche, Harry, Ron y Hermione se reunieron en la sala común para discutir su estrategia. Decidieron que entrarían en la sala secreta de Draco durante la medianoche, cuando todo el castillo estuviera en silencio. Usarían la capa de invisibilidad para moverse sin ser vistos y, una vez dentro, intentarían desactivar el ritual que Draco estaba preparando.

—No será fácil —advirtió Hermione—. Si hay magia oscura involucrada, podríamos enfrentarnos a trampas o incluso maldiciones. Pero no tenemos otra opción.

A medida que la medianoche se acercaba, los tres amigos se prepararon. Harry guardó la capa de invisibilidad en su túnica, y Hermione revisó los hechizos que podrían necesitar. La tensión en el aire era palpable.

—Estamos listos —dijo Harry finalmente, con una mezcla de determinación y nerviosismo—. Vamos.

Se escabulleron fuera de la sala común y descendieron en silencio hacia las mazmorras. A cada paso, el corazón de Harry latía más fuerte. Sabía que estaban entrando en un territorio peligroso, pero no había vuelta atrás.

Cuando llegaron al pasillo donde Harry había seguido a Draco la noche anterior, se detuvieron un momento para asegurarse de que no había nadie cerca. Luego, con la capa de invisibilidad cubriéndolos, se acercaron a la puerta oculta.

—Este es el momento —murmuró Harry—. Tenemos que detenerlo.

𝐄𝐋 𝐀𝐑𝐎𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐀𝐌𝐎𝐑𝐓𝐄𝐍𝐓𝐈𝐀 →ᴅʀᴀʀʀʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora