✎ CAPÍTULO 0

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        Aún estaba agitada después de dos horas de entrenamiento exhaustivo, miraba las pelotas en el suelo y mi mano en el carrito de tela donde ya habían unas cuantas metidas

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        Aún estaba agitada después de dos horas de entrenamiento exhaustivo, miraba las pelotas en el suelo y mi mano en el carrito de tela donde ya habían unas cuantas metidas. Caminaba a paso lento recogiendo una por una, ya habíamos acordado con el club que yo sería la que cerrará el gimnasio, así que no tenía prisa.

     Ya estábamos cerca del torneo de primavera y como estudiante de último año  y capitana debería estar más entusiasmada, pero el sentimiento de amar el voley nunca estuvo, lo que más me molesta es que la institución te obliga a elegir una actividad extracurricular para pasar de curso.

     Ya pasada las 8pm, por fin cerré la puerta doble de metal y me di vuelta para comenzar a caminar a mi casa, casa porque hogar es exagerar las cosas. Ya comenzaba a hacer calor y la falda larga color vino estaba comenzando a pesar, las medias obligatorias negras era un imán para el sol, pero sin duda lo más molesto eran el cuello de la camisa manga larga y el chaleco del mismo color de la falda, como persona de ciudad podia entender como es tan importante para las instituciones el ver a los estudiantes presentables entrando y saliendo del edificio presentables o simplemente caminar por las calles con elegancia y presencia, envidiaba a los provincianos con libertad de expresión. Pero era asqueroso cuando vivías en un barrio donde lo más limpio que podías ver era los techos gracias a la lluvia constante en la zona, que poco a poco iba disminuyendo debido a la estación.

       No era pobre, pero mi padre se quedó en este vecindario porque su madre vivía a lado nuestro y no quería dejar a la vieja sola. Puse mi oreja en la puerta sin abrirla para escuchar algún grito y choques de piel con piel al otro lado, pero para mi sorpresa no había más que silencio, claro, llegué tarde. El era detestable, era celoso, posesivo y doble cara, ella estaba en el suelo de la cocina limpiando los vidrios que estoy segura que el rompió y alguno debió alcanzar a coltarla ya que también gotas de sangre. Lo vi bajar las escaleras y me sonrió, cualquier persona que no lo conociera pensaría que es un señor amable, padre de familia ejemplar, alguien con el que pudieras hacer una carne asada y charlar de partidos de golf, pero era un monstruo disfrazado de buen tipo.

—¿Tienes hambre?—Su sonrisa se hizo más amplia mientras me tocaba la espalda para que caminara al comedor y deje de mirar a mi madre sollozar del dolor, emocional y físico.

      Y yo sabía que no lo podía dejar porque el alguna vez en el pasado le dijo que si ella se le pasaba por la cabeza dejarlo, juraba por el santo más grande de esta tierra que la mataría, su madre estaba presente cuando dijo eso pero esa vieja estaba igual de loca que su hijo, no me sorprende porque ahora su esposo estaba muerto, razón: ataque al corazón en mitad de una discusión. La familia estaba rota y completamente loca, y yo no me quedo atrás, tengo estas influencias desde que nací, y mi cabeza no funciona como debería.

      Mi madre me dice que no lo trate de manera despreciable, que el no es malo conmigo y que debería separar el como la trata a ella con mi forma de actuar con el, pero era una puta mierda, ella por ser tan sumisa y estúpida y el por ser un infeliz sin razonamiento, pero es un matrimonio, mi madre no trabaja y además me tienen a mi, obligados pero acá estoy, ella aun que quisiera no tendría a donde ir, mis abuelos están en Osaka y no tiene amigos por el dominio de mi padre.

𝕬𝖑𝖎𝖈𝖊 𝖎𝖓 𝕭𝖔𝖗𝖉𝖊𝖗𝖑𝖆𝖓𝖉 | 𝕹𝖆𝖔𝖎 𝖅𝖚𝖍𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora