Capítulo 31

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La tensión en el auto es casi palpable. Las luces de la calle se deslizan rápidamente a nuestro alrededor, mientras Sunny sigue conduciendo en silencio. 

Estoy cansado. Cansado de discutir, cansado de esta distancia que se ha metido entre nosotros desde hace semanas. Siento que cuanto más intento acercarme a él, más nos alejamos. Y hoy, camino a esta maldita fiesta, todo está a punto de estallar.

- ¿Tae, en serio? - Sunny rompe el silencio de repente, su tono cortante. - ¿Así vamos a seguir? Pretendiendo que todo está bien cuando no lo está.

Miro por la ventana, evitando su mirada. No quiero pelear. Estoy agotado, mental y emocionalmente. Las horas en la oficina, los casos, las reuniones... todo parece consumir cada parte de mí. Pero a pesar de todo, siempre está Sunny. O al menos, solía estar. 

- No es que esté pretendiendo nada. - murmuro, mi voz cargada de cansancio. - Es solo que... no sé cómo arreglarlo. No sé qué hacer.

Sunny suelta un suspiro frustrado, golpeando el volante con las manos.

- Lo que tienes que hacer, Tae, es priorizar lo que es importante. ¿Tan difícil es eso? ¡Yo solo te pido tiempo, maldita sea! No grandes gestos, no casas junto al lago, solo... tiempo. Para nosotros.

Mis dedos se hunden en el asiento, tensos. Lo sé. Lo sé muy bien, pero hay algo que siempre se interpone. El trabajo, el esfuerzo, las promesas de un futuro mejor. Solo que, al parecer, mientras más me esfuerzo en construir ese futuro, más me pierdo del presente.

- No es tan simple. - respondo. - No puedes esperar que tire todo lo que he logrado. He trabajado toda mi vida para llegar hasta aquí.

- ¿Y a qué costo? - pregunta Sunny, su voz más suave pero cargada de un dolor que duele escuchar. - ¿A qué costo, Tae? Porque, desde donde yo lo veo, el precio que estás pagando es nuestro matrimonio.

Cierro los ojos, apretando las mandíbulas. Sé que tiene razón. Lo sé, y duele tanto admitirlo que prefiero callarlo. Pero entonces, las palabras salen de mi boca antes de que pueda detenerlas, como si estuviera buscando la manera de liberar toda la frustración que llevo dentro.

- Tal vez lo mejor sería que nos divorciemos. - digo, y apenas lo hago, me arrepiento al instante.

El silencio que sigue es ensordecedor. Mi corazón late con fuerza mientras mis palabras se quedan colgando en el aire, pesadas, amargas, irreversibles. No quería decirlo, no lo siento. Pero en ese momento, todo lo que buscaba era algún tipo de respuesta, algo que nos hiciera reaccionar a ambos.

Sunny me mira, sus ojos abiertos de par en par, como si no pudiera procesar lo que acabo de decir. Su dolor es palpable, como una herida abierta que no puedo sanar. Abre la boca, su voz rota, pero no llega a decir nada porque, justo en ese momento, el auto se sale del control.

El tiempo parece ralentizarse. Siento el volante girando bruscamente de las manos de Sunny, el auto deslizarse sobre la carretera mojada. Los faros de otro coche se acercan demasiado rápido, demasiado cerca. No puedo moverme. Mi cuerpo está paralizado, congelado en el instante en que todo cambia.

El sonido de metal chocando contra metal es ensordecedor. Mi cuerpo se sacude violentamente contra el asiento, el cinturón de seguridad cortando mi pecho. Los vidrios estallan a mi alrededor, pequeños fragmentos de luz y sombra, como estrellas apagándose. Y luego, el silencio.

Mi mente tarda en procesar lo que acaba de suceder. Todo está borroso, fragmentado. Mi respiración es rápida, entrecortada. Mis manos tiemblan cuando las llevo a mi rostro, tocando los pequeños cortes de los cristales. Pero no me importa el dolor, ni la sangre que mancha mis dedos.

Si (no) te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora