Whis salió del cementerio con una sensación de paz y determinación que no había sentido en días. La voz de Merus aún resonaba en su mente: "Confía en tu instinto, Whis. La verdad está más cerca de lo que crees". Se sentía renovado, como si hubiera encontrado un nuevo propósito mientras conducía, Whis pensó en su familia y en las preguntas que aún no tenía respuestas. Recordó su visita anterior a Mojito en el manicomio y decidió regresar. Tal vez su hermano menor podría proporcionarle alguna pista o recordar algo importante. Eso esperaba Whis.
Al llegar al manicomio, Whis fue Guiado por la enfermera a cargo de su hermano a la habitación de Mojito. Lo encontró sentado en su cama, mirando fijamente el vacío. La enfermera se fue y Whis se acercó a Mojito y se sentó junto a él.
—Mojito, hermano, ¿Cómo has estado? –preguntó Whis.
—Hola Whis...Me encuentro bien, como están los demás.
—Nada nuevo diría yo, Korn siempre en la empresa, vados con sus cosas y el resto como siempre –le sonrió Whis colocando una mano en el hombro Mojito.
—Mojito hermano necesito hablar contigo —dijo Whis. Mojito se quedó callado.
Whis tomó la mano de Mojito.
—Mojito, recuerdas algo sobre la noche que murió Merus, ¿verdad? —preguntó.
Mojito se quedó en silencio durante un momento, y luego su mirada se enfocó en Whis.
—Recuerdo... —comenzó a decir, su voz baja y temblorosa.
Whis se inclinó hacia adelante, ansioso por escuchar lo que su hermano tenía que decir.
—Las sombras bailan en la oscuridad... El viento susurra secretos... La llama que arde sin calor —dijo Mojito, su voz llena de misterio.
Whis se confundió.
—Mojito, hermano, ¿Qué estás tratando de decirme? —preguntó, su voz llena de confusión.
Mojito miró a Whis con una mirada intensa.
—Muchas veces en los rebaños se esconde un lobo con piel de cordero. No te fíes de la apariencia, Whis. La mentira puede tener un rostro familiar —dijo Mojito, su voz baja y urgente.
Whis decidió cambiar de estrategia. Tomó una libreta y un lápiz de su bolsillo.
—Mojito, hermano, ¿Puedes dibujar algo para mí? Algo que te haga recordar —preguntó.
Mojito miró la libreta y el lápiz, y luego asintió.
—Sí, Whis. Puedo dibujar —dijo.
Mojito comenzó a dibujar, su lápiz moviéndose rápidamente sobre el papel. Whis observó cómo su hermano creaba una escena misteriosa.
En el centro del papel, Mojito dibujó dos círculos concéntricos. En el círculo más grande, dibujó 8 figuras geométricas, cada una con una forma diferente. En el círculo más pequeño, dibujó 4 figuras, también geométricas y en medió de los dos círculos estaba una figura que decía “Padre”.
Mojito se detuvo un momento, como si estuviera considerando algo. Luego, escribió una palabra junto a una de las 4 figuras del círculo más pequeño: "Yo".
Whis se sintió intrigado.
Mojito continuó dibujando. Alejado de los dos círculos, dibujó una figura sola, marcada con un X. Junto a ella, escribió una palabra: "Merus".
Whis se sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Qué relación había entre Merus y las figuras del círculo?
Mojito se detuvo, mirando su dibujo con una expresión intensa.
—Es la verdad, Whis —dijo, su voz baja y misteriosa.
Whis estudió el dibujo, tratando de descifrar su significado.
—Mojito, hermano, ¿qué significa esto? —preguntó Whis.
Mojito miró a Whis con una mirada intensa.
—Tú debes descubrirlo, Whis. Tú debes encontrar la verdad —dijo.
Whis se inclinó hacia adelante, su voz llena de urgencia.
—Mojito, hermano, por favor, dime qué significa esto. ¿Qué verdad estás tratando de decirme? —preguntó.
Mojito se retorció incómodo en su silla, evitando la mirada de Whis.
—No puedo, Whis. No puedo decirte más —dijo, su voz temblorosa –Yo soy malo, ella me lo dijo, tu dejarás de quererme.
—Quién ella Mojito ¿De quien ella estas hablando?
Mojito comenzó a sudar, su respiración agitada.—No puedo hablar Whis, no puedo, no puedo. Ella lo escuchara —dijo, su voz llena de desesperación.
De repente, Mojito se levantó de su silla y comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación.
—No puedo decirte más, Whis. No puedo —repitió, su voz cada vez más alta
Los doctores del manicomio entraron en la habitación, junto a la enfermera a cargo de Mojito.
—Lo siento, señor Whis. Creo que ha sido suficiente hoy, ya puede retirarse —dijo la enfermera.
Whis se levantó, sintiendo una mezcla de frustración y preocupación.
—¿Qué le pasa? —preguntó.
—Está experimentando un episodio de ansiedad aguda. Necesitamos sedarlo —explicó el doctor.
Los doctores se acercaron a Mojito, que se resistió inicialmente. Luego, cedieron y le administraron una inyección sedante.
Mojito se desplomó en la cama, su mirada perdida en el vacío.
—Yo soy malo —murmuró antes de perder la conciencia.
Whis abandonó el manicomio, se sentía frustrado. No quería ocasionar ningún problema a Mojito pero lo había hecho, no directamente sino intencionalmente sin darse cuenta había puesto en el filo del abismo a Mojito donde sin querer le había puesto la soga al cuello a su hermano. Y ese error lo pagaría grave.
Continuará...
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