El Valor de Su Luz

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"Lo esencial es invisible a los ojos; solo se puede ver bien con el corazón."

- Antoine de Saint-Exupéry

En un pequeño pueblo, no muy relevante, tampoco muy especial, con comunidades aledañas y rodeado de montañas, vivía un joven llamado Chris. Su vida era bastante tranquila, marcada por la rutina del día a día. Sin embargo, todo cambió cuando conoció a Nahomy, una chica de hermoso cabello color rojo. Su sonrisa iluminaba cualquier tipo de oscuridad, y sus ojos mostraban una enorme inocencia y sinceridad. Desde el primer momento, él se sintió atraído por su energía y determinación.

Ella fue la primera en dar el paso e interactuar con él. Mientras compartían una merienda, ambos comenzaron a hablar sobre sus propios sueños y aspiraciones. Se escuchaban atentamente, y eso le dio la oportunidad de abrirse sobre sus sentimientos. Él sentía una enorme felicidad al poder compartir algo tan valioso con alguien, que era su fe.

Cada día que pasaba, él la quería aún más y estaba muy orgulloso de la hermosa persona que ella era, pues la conoció como una chica trabajadora y de gran fe. Siempre se ofrecía para ayudar a los demás, participaba activamente en las reuniones de su congregación y apoyaba a sus amigos en sus estudios o aspectos de sus vidas personales. Sin embargo, a pesar de su espíritu fuerte y generoso, a menudo se sobrecargaba de actividades que la dejaban bastante agotada, dejando muy poco tiempo que apenas podía dedicar para ella misma.

Un día, ella se acercó para comer junto a Chris, y mientras él la observaba desde la distancia, notó que se veía agotada. Tenía un semblante que reflejaba una enorme presión por cumplir con todas sus responsabilidades: estar aquí, estar allá, cumplir con esto, hacer esto otro, estar presente, mostrar apoyo... Su mirada reflejaba cansancio, y la tristeza por problemas familiares y personales intentaba apagar su rostro, aunque siempre lograba mantener una linda sonrisita.

La confianza entre los dos era tan grande que Nahomy pudo sincerarse con él y externar todo lo que la hacía sentir mal. Se mostró vulnerable y pudo soltar todo lo que le pesaba, mientras él la miraba con ternura y escuchaba con mucha atención. Chris entendía perfectamente lo que ella sentía y sufría con el dolor que Nahomy siempre cargaba.

-Nahito -dijo él, tratando de sonreír para aligerar el ambiente-. ¿No te gustaría acostarte para tomar un descansito?

Ella levantó la vista y luego sonrió. Sin decir ni una palabra, asintió con la cabeza de forma tierna y se recostó sobre una mesa, mientras él la abrazaba, acariciaba su cabeza y la consolaba por el mal que atravesaba.

-Descansa... relaja esos pensamientos, descansa tu cabecita... respira con calma y alivia tu enorme pesar. Descansa que yo aquí te voy a cuidar.

Con el tiempo, Chris se convirtió en un pilar de apoyo para Nahomy. Siempre estaba ahí para recordarle que no estaba sola, que admiraba mucho todo el esfuerzo que hacía por hacer todo bien y que su bienestar era muy importante. Sin importar qué fuera, nunca debía demeritar su sentir. Él la quería demasiado, y cada vez que Nahomy se sentía abrumada, buscaba la forma de animarla y la ayudaba a encontrar grandes momentos de tranquilidad.

Un día, ella le confesó:

-A veces siento que no estoy haciendo lo suficiente. La presión sobre eso es muy abrumadora.

Chris la miró a los ojos y le dijo:

-Hay muchas cosas que admiro de ti, que si tú las vieras, te darías cuenta de que no solo eres suficiente, sino que eres una persona ¡exageradamente especial! Eres una persona que se esfuerza mucho por hacer las cosas bien, muy aplicada, ¡muy trabajadora! Buscas ayudar a tus amigos, incluso a pesar de que no dispongas del tiempo suficiente para ti misma. Eres una persona de enorme fe y amor a Jehová, y tu determinación ilumina no solo tu vida, sino también la de quienes te rodean. Eres una pieza importante y fundamental en la vida de tus amigos y de tu familia. ¡Nunca olvides el enorme impacto que tienes!

Aquellas palabras resonaron en Nahomy. Comenzó a ver su propia luz interior, comprendiendo que su valor no dependía de la cantidad de cosas que lograra, sino de la pasión y el amor que ponía en cada acción.

Con el paso de los meses, Nahomy aprendió a equilibrar su carga. Ya no se sentía sola en su lucha, y su relación con Chris se profundizó.

Un día, mientras hablaban al mediodía, Nahomy tomó la mano de Chris y le dijo:

-Gracias por estar siempre a mi lado. Tu apoyo me ha dado la fuerza que no sabía que necesitaba.

Él sonrió, sintiendo que su propio corazón se llenaba de luz.

-Siempre estaré aquí, Nahito. Y créeme, nunca te abandonaré.

Dulce Y Bello Es Tu Corazón, Diez Trillones Tu Gran Valor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora