Capítulo 26

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*Narra J.D.*

La carrera va genial. Veo que todos están disfrutando de ella. Abi va segunda mientras que Diana va tercera pero, a pesar de eso, la carrera está muy igualada. En primer lugar está una chica que ha llegado nueva. No sé su nombre pero tampoco es que me interese, si gana o no tampoco me interesa, sólo quiero que lo pasen bien. Me doy media vuelta para tomar mi copa de encima del techo de mi coche y de pronto escucho un tremendo golpe. Me doy media vuelta lo más rápido que puedo para ver el Audi de Diana dar como dos o tres vueltas de campana. Siento que mi corazón se para en ese mismo instante. Comienzo a correr para alcanzar el coche que acababa de parar de dar vueltas y se halla boca abajo en medio del asfalto. Cuando llego me arrodillo para intentar de abrir la puerta del piloto donde Diana está, entonces huelo el olor a gasolina. Mierda, mierda y más mierda, hay una puta fuga. Intento abrir la manilla de la puerta pero está bloqueada. Doblo el codo y lo hago impactar en el cristal que estalla en miles de trozos, entonces la veo. Veo a mi Diana sangrando por la cabeza, inconsciente. Retiro los cristales que aún quedan en la ventada y con uno de los trozos corto el cinturón de seguridad de ella. La tomo fuertemente y la saco de allí. Veo como Héctor me llama a voces a pesar de que está a mi lado y me advierte de que hay fuego, esto va a estallar en cualquier momento. Tomo el cuerpo inconsciente de Diana entre mis brazos y comienzo a correr, alejándome del coche todo lo que puedo hasta que escucho la explosión y caigo al suelo. Veo de reojo que estoy lo bastante lejos del coche y entonces tumbo en el suelo a Diana. La llamo miles de veces mientras trato de encontrar su pulso pero no da ninguna señal de éste. Le aplico primeros auxilios pero tras varios minutos no logro que se reanime. No puedo más. Las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas en silencio mientras que escucho el desgarrador grito de mi hermana. Levanto como puedo el rostro lo justo para ver a Abi agarrada por Kike para evitar de que caiga al suelo. Vuelvo la cabeza hacia el rostro de Diana, mi Diana, y le doy un beso de despedida. Un beso corto pero que dice todo lo que siento mientras que en mi mente los recuerdos de estos últimos años a su lado me atormentan. Como la conocí cuando era camarera del bar que yo frecuentaba, el primer día que quedamos juntos, nuestro primer beso, nuestra primera noche juntos... Cuando abro los ojos todo es aún peor, el rostro que antes pertenecía a una rubia Diana ahora es el rostro de una morena Jeannette. Mi corazón vuelve a pararse, esta vez es peor, maldita sea, mucho peor.
Me despierto sudoroso y consternado. Mi cabeza duele como nunca antes, ni siquiera el día en que murió Diana. Me levanto rápidamente y camino silencioso pero desesperado hacia la habitación de Jeannette. Cuando llego hasta su puerta cierro los ojos y apoyo la frente en ella, rogándo que esté bien. Entro sigiloso y la veo durmiendo plácidamente. No puedo reprimir un suspiro ahora que sé que ella está completamente bien. Maldito sueño. Diana al menos pertenecía a mi pasado pero soñar que Jeannette, mi pequeña, muere igual que ella es aterrador. No podría salir adelante si eso pasase alguna vez. Cierro la puerta con el pestillo y destapo la cama de ella. Lentamente me recuesto en la cama y la abrazo. Ella lentamente comienza a moverse hasta quedar frente a mí. Su sonrisa adomilada es lo mejor que puedo estar viendo ahora mismo, es lo que hace que toda la tensión que acabo de sufrir se vaya como por arte de magia.
-¿Qué haces aquí, J.D.?- me pregunta de repente. Es una pregunta que me coge bastante desprevenido.
-Te necesito, pequeña- le contesto tras sopesar las posibles respuestas. Ella me mira algo sorprendida pero inmediatamente vuelve a sonreír.
-¿No has tenido suficiente esta mañana?- me pregunta de repente mientras ríe suavemente. Ahora el sorprendido soy yo. Mierda, ella piensa que sólo la necesito para desahogarme sexualmente y no es así.
-No es eso, pequeña...- le digo suavemente- no te necesito para hacer el amor, necesito tus besos, tus abrazos, tu...- suspiro pesadamente, no puedo decir eso- tu cariño.
Ella parece darse cuenta. Asiente y se acerca a mí hasta que sus labios chocan con los míos en un tierno beso. Un beso que demuestra mucho. Un beso, esta vez, cargado de amor. Noto una de sus manos en mi espalda, acariciándome. Mi piel rápidamente se eriza en respuesta a su caricia. La tomo por la cintura y la coloco sobre mí, pero por primera vez, sin ningún tipo de finalidad sexual. La tomo entre mis brazos y la abrazo fuertemente mientras continuo besándola.
-Será mejor que durmamos, pequeña- le digo cuando separo mis labios de los suyos. Ella asiente y coloca su cabeza sobre mi desnudo pecho. Pronto ambos caemos en el sueño, esta vez sin pesadillas.

Me despierto un poco más temprano de lo normal, no quiero que Abi o Alex entren en el cuarto de Jeannette y me vean abrazado a ella en su cama. Poco a poco la acomodo en la cama, evitando que se despierte. Salgo al pasillo sigilosamente y entro a mi cuarto. Preparo algo de ropa y entro al baño de mi cuarto para darme una larga ducha. Necesito despejarme detrás de todo lo pasado. Nada más entrar en la ducha, mis músculos se relajan notablemente. El rosto de Jeannette aparece en mi mente. Sus risas, sus sonrojos, su rostro pálido en la tarde de ayer por culpa de Tony. Maldita sea, Tony tenía que ser. Hace años que no lo veía. Tenía mis puñeteras dudas pero resultó ser él. Tenía que ser el hermano mayor de Diana, hermano mayor al que no le hablaba hacía años antes de morir, hermano mayor que me culpa de la muerte de ella y que me odia a muerte por ello.

*Narra Jeannette*

Me levanto con el ruido de la puerta al cerrarse. Abro los ojos aconstumbrando la mirada a la claridad del sol que entra por la ventana. Me levanto de la cama y me percato de que J.D. ha debido de salir de aquí hace poco. Creí que era un sueño y que J.D. no había irrumpido en la madrugada en mi habitación pero es real, esta noche hemos dormido juntos, abrazados, sin nada sexual y aunque parezca increíble, ha sido la mejor noche de estos últimos años, sin contar la mañana que pasé entre sus brazos haciendo el amor. Dormir abrazada por J.D. me ha hecho sentirme segura y a ahuyentado las pesadillas que estaba segura me atacarían por culpa del encuentro con Tony. Me dirijo al armario y cojo una muda de ropa que consiste en unos pantalones pitillos de color crema, una blusa de tirantas blancas con el dibujo de una sexy pink up en ella y mis deportivas. Hoy es Domingo, lo que significa que ni yo ni Abi trabajamos en el taller, así que decido estar en casa tranquila, viendo algunas pelis y comiendo helados con ella. Entro al baño y me ducho rápidamente. Cuando estoy lista bajo a la cocina, aunque quiera pasarme el día haciendo maratón de pelis, antes tengo que limpiar la casa que aunque esté bien limpia, para eso estamos Abi y yo, habrá algo que fregar y eso. Cuando llego a la cocina veo que J.D. está preparando café. Está solo como es normal ya que mi hermano y Abi son amantes del sueño y no suelen despertarse temprano a no ser que tengan que trabajar.
-Buenos días- le digo mientras me acerco a él y le planto un sonoro beso en la mejilla. Él me mira sorprendido ya que no es normal en mí mostrarle ese tipo de afecto, no a él. Me giro derecha a la cafetera para prepararme un café cuando noto las manos de J.D. en mi cintura. Rápidamente me da media vuelta y me planta un besazo de película. Su lengua entra en mi boca y la saquéa como es normal en sus besos, en sus morbosos besos.

«Son tantas promesas que reaparecen
como cometas en sueños
relojes de arena van marcando el tiempo
pa volvernos a encontrar..

Tanta esencia que se pierde
con el triste miedo de estos pobres corazones
esas primaveras que trajo el destino
con un bonito final...»

Suelto el trapo con el que finalizo mi tarea de limpiar a tiempo para escuchar una de las canciones que más me gustan; Ratita presumida de María Artés "LaMorena" y el Maki. Disfruto de la canción sentada en la mesa mientras me fumo un cigarro, cuando los recuerdos de J.D. aparecen de nuevo. Sus besos, sus caricias, sus abrazos... Es un chico que está llegando demasiado dentro de mí, y si soy sincera, me da miedo.

Mi asfalto, tu cuerpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora