CAPITULO XXXVIII

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Un poco de cerveza no me hará daño ¿o sí?

—Bueno, ya conoces los tipos de brujas que pueden existir, ahora hablemos de los encantamientos.

Hank está de pie junto a una pared haciendo gráficos en un gran pergamino que pegó allí. Sostiene la pluma en su mano derecha mientras que en la izquierda tiene la tinta. Hasta ahora ha dibujado una especie de energía y una persona. Bueno, en realidad unas delgadas líneas saliendo de una persona que parece que lo hubiese dibujado un niño.

Por mi parte me encuentro sentada tomando apuntes de cada cosa que explica.

—Bien. —asiento.

—La magia es una energía inestable. —comienza —Forjada dentro de la existencia de un ser humano o una criatura mágica. Es algo que se aprende a lo largo de nuestras vidas, aunque algunos nacen con ese don. Se puede recurrir a fuerzas infernales para hacerlo o guiarse por el bien para aprender solo cosas del bien.

—Vale. —anoto en mi pergamino.

—Como había mencionado semanas atrás, la magia se complementa con el shit que poseemos. —agrega —Pongámoslo de esta manera, digamos que el shit es esta biblioteca, está perfectamente equilibrado lo que significa que está en su estado natural. Algo así...:

La pluma que tiene en la mano derecha la deposita en un banquito que tiene al lado, junto con la tinta. Enseguida chasquea los dedos y un brillante fuego empieza aparecer entre ellos. La llama no le provoca ningún daño y yo hasta ahora me doy cuenta que puede hacer eso. Es similar a lo que el líder invasor hizo ese día cuando destrozó las puertas de la aldea. Ningún guerrero puede hacerlo, pero él lo logró gracias a que estaba siendo controlado por esas brujas y le otorgaron esa habilidad en el momento.

—Ahora, el equilibrio ha sido interrumpido debido al shik que tengo dentro. Esta es la magia.

Continúa explicando.

—Comprendo. —tomo nota.

—Pero nosotros no podemos llamar a esto algo natural. Así como esta flama no debería existir si no fuese por la energía dentro de mí. Debéis aprender a manifestarlo.

En esto la pasamos el resto del día. Con más teorías, más lectura y más explicaciones, hasta que la noche llega.

—Falta poco.

—Es un gran alivio.

Tarren llegó hace un momento y me cuenta su día. Ya solo le queda poco para terminar de reconstruir el pueblo.

—Ahora, ¿me podéis explicar qué es esto?

Pregunta mostrándome el pergamino donde anoté la investigación.

Que lo mencione tan de pronto me pone los vellos de punta.

—¿Dónde lo habéis encontrado?

—Por alguna razón estaba sobre el tocador esta mañana. Aún no has aprendido a esconder bien tus cosas. —puntualiza —¿Por qué tenéis anotado los nombres de las sirvientas aquí? ¿Nueva manera de pasar el tiempo? —pregunta —Entonces escribe también el mío. —lo dice en un tono burlón.

Demonios, debí olvidar guardarlo la última vez.

—Es que hace unos días tuve una pesadilla en la que una de ellas arrastraba el cuerpo de un hombre y ese eras tú. —miento —Entonces empecé a investigarlas y ver quién podría ser.

Suelta una risilla.

—Fue solo una pesadilla, no es de verdad. —me toma con suavidad las manos. —Una sirvienta no podría nunca hacerme algo ¿o sí?

UN TOQUE DE FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora