El peso de un nuevo dolor
—¿Entonces esta estructura se cambia de esta manera? —le pregunto al brujo.
Me encuentro en la biblioteca junto con Makenna quien está más atenta que yo. Tengo un dolor de cabeza que no lo soporto. Creo jamás volveré a beber licor. Tarren se fue al campo de entrenamiento muy temprano y dijo que tenía asuntos pendientes que tratar con los guerreros.
—Sí. Para hacer magia no solo se necesita leer teorías sino también practicarlas, ya llegará tu momento. —responde Hank a mi pregunta.
Sigo dibujando figuras mágicas en los pergaminos para tener practica a la hora de hacerlo en la tierra si decido realizar un ritual algún día, pero realmente no me siento con la suficiente energía para recibir clases. Son las once de la mañana y me siento fatal.
—¿Se siente bien? Pareces que te vais a desmayar. —dice Hank mirándome con los ojos entornados y luego pone una cara traviesa y su mirada está llena de perversidad. De esas que pone cuando tiene ganas de joder. —¿Sí bebió lo suficiente anoche?
Claro, tenía que mencionarlo.
—Es una vergüenza que me recuerdes mis pecados. —le lanzo una mirada de desdén.
—No sabía que una dama podía beberse casi un barril completo. No es apropiado para alguien de su clase. —sigue con la burla.
—Más respeto. —le bufa Makenna tras de mi asiento.
—A ti tampoco te vendría mal una borrachera para que dejes lo amargada. —le suelta el brujo —Por lo que vi anoche el fanfarrón de Makai hizo lo posible para convencerla. —me mira.
—¿Estuviste ahí? —pregunto asombrada quitándole la oportunidad de hablar a Makenna. —¿Por qué no lo detuviste?
—¿E iniciar una nueva pelea? Ni hablar. —bufa con molestia —Prefiero cortarme la lengua a tener que dirigirle la palabra.
—Eso no es cierto, te da miedo que te pegue como la otra vez. —auch. Eso debió dolerle.
Punto para Makennita.
—No le tengo miedo a ese idiota. —se defiende Hank con fastidio —Soy más hábil que él.
—¿Entonces por qué no le ganaste en esa pelea? Te dejaste pegar.
—Me tomó desprevenido. Eso es todo. —se enoja cruzándose de brazos y miro a Makenna de reojo reprimiendo una risa.
—¿Y en qué lugar del salón estabas que no te vi? —le pregunto intentando no soltar la carcajada.
—Me había escabullido entre los soldados, pero cuando vi que estabas ahí bebiendo felizmente lo que te echaba en la copa, me fui. El único que lo supo fue Aron que se había pasado a la otra mesa y me vio. —exclama —El pobre estaba más asustado que un conejo.
—Es mi culpa que todos estén pasando por un duro entrenamiento ahora. —admito desanimada.
—Por supuesto, a ti también deberían castigarte. —espeta, pero de pronto vuelve a poner esa cara traviesa. —Pero un castigo de verdad, porque lo que te dieron anoche no fueron latigazos.
Me sonrojo y miro a Makenna que se mueve incómoda. Todos escucharon lo que sucedió.
—No me ayudas en absoluto. —ruedo los ojos después de carraspear la garganta.
Suelta una risilla maliciosa para luego continuar en lo que estábamos.
—Bien, continuemos. —avisa —Solo porque tienes resaca no significa que escaparás de las clases de hoy. —deja en claro.
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UN TOQUE DE FELICIDAD
FantasyDescubrid ahora la magia que os brinda el mundo, los misterios que posee y lo dispuesto/a que estáis por descubrirlos todos. Los secretos escondidos en estas páginas son un pase para aventuraros a un mundo lleno de fantasía y un poco de detonación i...