Capítulo 14

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Una mañana me encontraba en el único lugar donde la presión y el estrés recae sobre mí.... mi oficina.
Apostol me ayudaba clasificando los documentos por el tipo de contenido ya sea financiero o inmobiliario, entonces de manera inseperada un sirviente entró y trajo consigo la noticia más aterradora y menos oportuna para mí.
—Su majestad, ha llegado una joven buscándolo—
—En cuanto termine de revisar estos papeles, iré al taller con ella— dije sin apartar mi mirada de las hojas.
—No es la señorita Irina, su majestad—
—¿De quien se trata?— pregunté extrañado, ya que pensé que hablaba de ella.
—Se dice llamar Varishka van Helsing—
El corazón se me paralizó, mi mente se desconectó de todo y fue como sí solo se escuchara un zumbido en el aire.

Un temor se apoderó de mí acompañado de la melancolía. Sentí cómo se abría frente a mi un abismo donde mis gritos no podían ser escuchados por nadie.
No podía decir palabra alguna, me era muy pesado mover mis labios y decir: "Que se vaya". Apostol notó mi reacción e intervino para actuar en mi nombre.
—Puedes acompañar a la señorita van Helsing al salón y decirle que en unos instantes el príncipe irá a atenderla—
—Claro, señor— asintió el sirviente y salió.

Apostol se acercó a mi y en una copa sirvió vino que había de un estante.
—El momento ha llegado, señor— dijo ofreciéndome la copa y con la mano temblorosa la tomé.
—Pensé que jamás la volvería a ver. Han pasado dos años desde que ocurrió aquel incidente en Transilvania—
—Señor, debe elegir; es la señorita Irina o la señorita Varishka—
—¿Por qué elegiría a Varishka?— dije volteando a verlo con una mirada repulsiva al escuchar que Varishka es una opción.     —Fue ella quien se apartó de mí, de hecho ella ni siquiera debería estar en este lugar y no sé cómo fue qué llegó hasta aquí—
—Entonces debe hablar con ella y hacer que se vaya... antes de que la señorita Irina la conozca—
—.... No quiero verla, Apostol— dije con franqueza. Él tomó la botella para cerrarla y la colocó sobre otra mesa.
—Si bien sé que el odio es por mucho el placer más largo. El hombre ama con prisa, pero detesta con calma— comentó.

Eran ciertas sus palabras. Durante este tiempo el único sentimiento que tenía por Varishka fue el rencor, aquel día se apartó de mi y se fue sin decir más nada. Ahora me doy cuenta de lo mucho que ella me afecta. No quiero que esté aquí, pero tampoco quiero ir y ver su rostro.
Pero algo debía hacer.

Con miedo me levanté de la silla y me dirigí hasta la puerta.
—Si Irina pregunta por mi, dile que estoy atendiendo unos asuntos importantes— le dije a Apostol sin voltear a verlo.
—Si, su majestad—
Salí de la oficina y caminaba a pasos lentos hasta el salón pensando en qué era lo que iba a decirle, cómo iba a comenzar nuestra conversación y de qué manera terminará.

Al llegar a la puerta dude en abrir, mi corazón vivo latía más rápido y me sentía algo asustado, así que respiré hondo y entré.

Ahí estaba ella, de pie frente a la ventana contemplando el vasto reino, vistiendo un bello y entallado vestido color hueso que hacía resaltar su figura, con pedrería incrustada y perlas.
Al cerrar la puerta ella me escuchó y volteó a verme, parecía impresionada y solamente sonrió.
—Hola, Vlad— dijo. Había olvidado la dulzura y suavidad de su voz.
—... Hola—
No me atrevía a avanzar, temía a que todo saliera mal y... sucumbirme a ella.
—¿Cómo has estado?—
Tampoco respondí, incluso me avergonzaba de mí mismo por no tener el control de esta situación, sin embargo ella parecía tan relajada y natural.
—¿No me dirás nada?—
—¿Qué debo decir? Han pasado dos años desde que me dejaste en el altar— finalmente dije mi inquietud. Ella bajó la mirada y dio un suspiro.
—No fue como lo imaginas— dijo regresando su mirada a mí.     —Yo estaba asombrada ese día y sabés porqué, te recuerdo que fue tu secreto el que me hizo sentir caótica. Jamás me dijiste lo que eras realmente—

Admito que fue mi error no haberle dicho la verdad completa, y Apostol insistió mucho en eso, sin embargo....
—Tenía miedo de que no me aceptaras por lo que realmente soy. No puedo estar ante la luz del sol, no puedo darte el placer de viajar junto a ti por el mundo conociendo sus asombros. No quería que pensaras que soy un monstruo por incluir la sangre en mis alimentos, ni que te asustaras por ver mi verdadera forma— di unos pasos hacia ella pero aún mantenía mi distancia.
—He dedicado todo este tiempo a este lugar o mejor dicho, mi hogar. Yo nací aquí, crecí hasta los seis años y me fui, pero es justamente en este reino donde yo en verdad pertenezco. Lamento que las cosas hayan terminado de esta manera pero no pienso en volver, mucho menos sabiendo que tú tío está ofreciendo dinero por mi cabeza—
—De hecho, por esa razón escapé— dijo con una mirada afligida.
—¿Qué?— estaba sorprendido por su acción,  escapar del Gran Duque es.... insólito.
—Yo escapé de su casa. Él se obsesionó tanto con la idea de encontrarte y no pude seguir soportándolo. Temía a que algún día te llegara a hacer daño porque... me importas realmente, Vlad—

Era realmente extraño, mantuve una idea errónea de Varishka por este tiempo que, ahora tras su confesión me siento caótico. Nunca le di la oportunidad de hablar o preguntarle si quiera cómo se siente. Ahora ella está frente a mi diciendo que le importo realmente.

—¿Lo dices de verdad?—
—Por supuesto que sí. He viajado por casi dos meses hasta llegar a este lugar. Me enteré por los cazadores que eres el príncipe de este reino—
—¿Cómo fue que lograste entrar?—
—Porqué me presenté como tu prometida— dijo mostrando de su mano el anillo que alguna vez le di.
Fue impresionante ver que ella aún conserva el anillo de matrimonio.... fue horriblemente conmovedor.
Suspiré y miré el suelo, algo en mí estaba cambiando. La atmósfera se sentía diferente y mi corazón poco a poco iba dejando de latir nuevamente.
—Creí que ya no lo tenías—
—No era capaz de deshacerme de él, es tan bello y, tu me lo diste la noche en que me propusiste matrimonio—
Entonces volteé a verla con una mirada de rechazo.
—¿A qué has venido?— pregunté directamente. Ella sonrió y juntó sus manos.
—He venido porque yo te amo, y no quiero volver a estar lejos de ti— respondió sin ambigüedades.

Me era muy difícil tomar una decisión en estos momentos, ciertamente Varishka sigue siendo mi prometida, pero ahora tengo sentimientos encontrados y de alguna manera que no puedo explicar, la culpa se hace presente en mi conciencia.
Soy un hombre de palabra y el deber es con lo que debo cumplir.

Caminé hasta ella observándola más de cerca y acaricié con delicadeza su mejilla.
—Estás tan bella como el último día en que te miré— murmuré.
Ella desvió su mirada penosa al suelo y luego la regresó a mí.
—Estoy muy feliz de volver a verte— dijo y la besé.

Mi corazón dejó de latir definitivamente y sentí un hueco en mi pecho, pero era algo a lo que siempre estuve acostumbrado; supongo que así es como las cosas deben ser.

Cada día evitaba a Irina, dejé de ir a visitarla al taller, a la biblioteca, incluso, a cabalgar; no tenía el valor suficiente para hablarle y decirle lo que está sucediendo a su alrededor. No me atribuyo ningún mérito por tratar de huir, pero no quiero verla llorar porqué eso me destrozaría. Sin embargo la noticia de que otra mujer estaba a mi lado, llegó a la última persona que quería que se enterara.... mi madre.
Una noche, llena de furia entró a mi oficina y con los ojos llorosos me restregó...
—Yo no recuerdo haber criado a un desvergonzado patán— dijo mamá con el coraje marcado de color rojizo en su rostro, lo cual me sorprendió tanto como sus palabras, ya que jamás la había escuchado decir eso y mucho menos verla de esa manera. Papá entró detrás de ella con mi hermana en sus brazos, y aunque él no dijera nada, la decepción era evidente en su mirada.    —Con mucho amor y dedicación crié a mi hijo para que de grande fuera alguien respetuoso, sin embargo, me doy cuenta de que he fallado— volvió decir tranquilizándose.
—No tiene nada que ver con eso, mamá— dije sin soltar las hojas de mi mano, lo único a lo que me aferraba.
—Creí que finalmente habías madurado y que sentaste cabeza con aquella jovencita— dijo sonriendo.     —Lamentablemente veo que sigues en el mismo pozo junto a la mujer que te dejó— volvió a decir borrando su sonrisa.
—No quiero discutir acerca de esto, mamá— dije sin ánimos de seguir hablando con ella.
—Lo sé.... Me da tristeza ver tus decisiones y las consecuencias que estas te llevan—
Caminó devuelta a la puerta donde papá yacía de pie, y antes de salir se detuvo.
—Nosotros seguiremos gobernando por tiempo indefinido; cuando finalmente hayas demostrado que eres una persona apta para cargar con responsabilidades y tomar buenas decisiones, podrás ser rey— finalizó y ambos salieron.

Me abrumaba que después de tanto esfuerzo y dedicación, el reino no sería completamente mío; era como si todo el trabajo que hice fuese para ellos.

Susurros de los inmortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora