Capítulo 6.

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ENID

Nadie podía saber de este momento
nunca. Este momento de auténtica
locura, lo guardaré para mí.

Eso estaba bordeando lo ridículo.
A pesar de todo, me encontraba en
el baño del museo, aplicando brillo
labial de un tono rosa pálido en mis
labios, y cepillando mi cabello largo
y claro hasta que cayó contra mi
cintura. Iba vestida sencillamente
con una camiseta gris con los
hombros descubiertos y jeans
negros ajustados que realzaba mi
figura. Nunca me vestía bien para la galería, demasiado polvo y desorden. Lo que llevaba puesto no era mucho más de lo que normalmente vestiría. Pero no
había duda, que pasando media
hora de la medianoche entre
semana, normalmente no me
estaría aplicando maquillaje por
la remota posibilidad de que una
artista solitaria mostrará su rostro.

Esa artista solitaria que no podía
sacar de mi cabeza. Esa artista
solitaria con la que soñé la pasada
noche. Esa artista solitaria que
había estado llorando mientras se
aferraba al ala rota de un ángel
de mármol. Esa alta, esbelta y
hosca artista que había huido en el
momento en que escuchó el sonido
de mi voz.

Era un manojo de nervios,
simplemente pensando en cómo
sería encontrarme con Weds en persona. Recé a todo los santos para
que no fuera una idiota pedante. No
quería que mi sueño de esta mujer
se destrozara.

Comprobando una última vez de
que luciera bien, me dirigí de
vuelta a la galería, mirando hacia
la mesa de seguridad para ver si
Jefferson estaba allí. No estaba. Lo
que probablemente significaba que
Weds no apareció.

Maldita sea. Anoche, al verme, debí
de haberla asustado. Si hubiera
sabido que había estado viniendo
por la noche, podría haberme
presentado... podría finalmente
haber conocido a la mujer cuyo
trabajo me había robado el corazón.

Cabizbaja por la decepción, me
acerqué lentamente a la galería
y trasladé a un lado las cortinas
oscuras, entrando en el espacio de trabajo privado. Bridgette,
la directora del museo, había
ordenador poner las cortinas
esa misma tarde después de mis
muchas quejas sobre los estudiantes de arte y los visitantes que trataban de disfrutar de una de las primeras muestras de la exhibición.

Mientras las cortinas se cerraban
detrás de mí, me sobresalté
sorprendida cuando capté el
movimiento adelante.

Mis ojos recorrieron lentamente
hacia arriba a un par de piernas
vestidas con vaqueros negros, una
cintura esculpida y el torso cubierto
con una playera de manga corta
negra salpicada de lo que parecía
polvo de mármol.

Mi corazón estaba en mi garganta
mientras observaba atentamente los brazos delgados, esculpidos y pronunciados bajo la piel blanca tatuada. Mi mirada se desvió a su
cuello poco tatuado, y a su largo
cabello negro hasta la parte baja de
su espalda.

Weds...

Tuve que parpadear para creer que
la mujer con la que había querido
reunirme durante años estaba
realmente justo delante de mí.
Olvidé cómo respirar. Olvide cómo
hablar, moverme, o cualquier otra
cosa que cualquier ser humano
haría naturalmente.

Weds agachó la cabeza, evitando mi
mirada, pero estaba segura que
sabía que yo estaba aquí. Cada
milímetro de su cuerpo estaba
tenso, como si estuviera lista
para saltar. Mi voz no funcionó
correctamente mientras observaba
su pecho subir y bajar.

Después, con deliberada lentitud,
exhaló con dureza por la nariz y
levantó la cabeza. Casi me tambaleé
hacia atrás.

Era... misteriosa. No había ningún
otro adjetivo que se me ocurriese
para hacerle justicia. Misteriosa,
intensamente misteriosa, y
absolutamente poco convencional...
hermosa.

Dulce Esperanza (Wenclair Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora