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Harry conoció a Louis cuando estaban en primaria. 

Ese primer día de clases, iba aburrido, hasta que se encontró con una desagradable escena: un grupo de matones golpeando y molestando a un chico. Se acercó intentando no hacer más problema, pero no podía permitir que eso sucediera.

—Hey, dejen de molestarlo, —pidió amablemente.

Uno de los que estaba ahí, le dijo riendo, —¿y qué piensas hacer Styles?

—No me retes, déjenlo en paz, —exigió cambiando el tono.

El que había hablado, se encontró de pronto en el piso, con el pie de Harry en su cara.

—Está bien, está bien, lo dejamos tranquilo... —suplicó llorando ante el dolor. 

Una vez se puso de pie, salieron corriendo.

—¿Cómo estás? ¿Te encuentras bien? —Preguntó, ofreciendo su mano al hermoso chico que lo miraba aún con lágrimas en sus mejillas. Supo en ese momento, que debía protegerlo.

—Gracias, sí, estoy bien, —dijo Louis, completamente ruborizado al mirar bien a Harry. El chico realmente era lindo: alto, sus ojos una maravilla esmeralda, su mirada tan intimidante y suave a la vez y su cabello... Realmente sintió cosas cuando lo vio.

—¿Eres nuevo? No te había visto por acá.

—Sí, no pensé que así sería mi primer día de clases. Ya sabes, nueva ciudad, nueva escuela...

—Entiendo eso. Por cierto, soy Harry, —dijo sonriendo.

—Mucho gusto Harry, soy Louis, y de nuevo gracias por salvarme de esos tontos.

—No fue nada, ¿a qué salón vas?

—Al C-28, —contestó mirando una pequeña agenda que tenía en el bolsillo.

—También voy a ese, vamos juntos.

El tiempo pasaba y compartían la mayoría de las clases, recesos, y su amistad creció y se fortaleció. Era muy sólida, tenían mucha confianza, no tenían secretos. 

Louis le contó sobre su familia, que ellos anhelaban que fuera un fuerte alfa, o un bello omega; su vida estaba organizada hasta el más mínimo detalle. Harry, por el contrario, sabía que sería un alfa, y estaba bien con eso, pero tenía ideas para escapar de las garras de sus padres que también le tenían su vida planeada.

Ellos juraron una tarde de invierno, que a pesar de lo que sus padres tenían preparados para su futuro, buscarían su felicidad sin importar nada.

Así llegaron al último año de preparatoria, completamente unidos. Sus días parecían ser de una pareja, sin ser una. De hecho, todos creían que lo eran.

Harry se prometió que cuando se presentara, sin importar cuál fuera su casta, se ganaría el corazón y amor de Louis, porque desde que llegó a su vida es más feliz, pleno, y olvida la mierda de padres que tiene y su estúpida vida en casa. No le extrañó sentir que su instinto había estado más alerta, posesivo y sus sentidos un poco más desarrollados, resultando ser un alfa puro, el único de su familia y estaba muy agradecido, ya que así tendría más valor para tomar las riendas de su vida cuando sea el momento de dar marcha a su plan.

Louis aún no se había presentado, y eso en parte lo desanimaba porque quería pasar el resto de su vida al lado de Harry. Recordaba la promesa que hicieron de ser felices sin importar el qué, él sabe que su familia está esperando su casta para saber si se casará con un alfa o un omega. Anhelaba con todo su ser, al menos presentarse como beta, no quería vivir una vida infeliz al lado de alguien a quien no amara.

—Pasaré por ti a las siete, te tengo una sorpresa, —le dijo Harry un día viernes por la mañana.

—¿En serio? Dime qué es, ¿qué me podría poner?

—No seas impaciente bebé, espera hasta más tarde y ponte algo cómodo y lindo, aunque todo lo que usas te queda de maravilla.

—Está bien entonces. Tendré que esperar y no me gusta esperar, —dijo haciendo un adorable puchero.

—Vamos, hay que ir a clases, —habló un sonriente Harry.

Luego se dirigieron a sus respectivos hogares: Louis solo, porque sus padres trabajan en su empresa y son padres presentes-ausentes al igual que los de Harry, que se encuentra en su habitación planeando todo para tener una linda velada con Louis.

El lugar donde estaban era tranquilo, un bosque. Era verano, así que no hacía tanto frío por la noche.

—Esto es lindo, me encanta, en serio.

—Sí, es lo menos que te mereces cariño.

—Dime a que se debe esta salida.

—Es algo que he querido hacer desde hace mucho y hoy es una ocasión especial, ven siéntate. Mi pequeño sol, tú eres lo más bello, lo más importante que tengo en mi vida, sin duda conocerte fue lo mejor que me ha pasado y hoy te digo que te amo, te amo más que a nada, no me importa qué seas cuando te presentes, igual te seguiré amando. Mi alfa y yo te elegimos a ti para siempre, no me importa lo que digan mis padres, me importa saber que puedo hacerte feliz, así como tú me haces feliz a mí...

Louis con lágrimas en sus ojos, estaba un poco asombrado porque nunca pensó, ni en sus sueños más salvajes, que su Harry lo amara tanto, y estaba jodidamente conmovido. —Te amo, te amo tanto... Te amo como no tienes una idea, quiero pasar toda mi vida a tu lado, estaba tan asustado de no ser suficiente para ti, pero ahora...

—Quiero que sepas que pase lo que pase te protegeré con mi vida... ¿Puedo besarte?

—Quiero que me beses, esperé tanto por esto, porque seas mi primer beso...

Y bajo la luz de la luna se besaron, un beso lento y suave que fue el inicio de su historia de amor.

Esa misma madrugada, Louis comenzó a sentirse enfermo. Pasaban los días y tenía mucho dolor de cabeza, estaba sin apetito, algo irritable, pero lo más extraño es que no podía dejar que su ahora novio, Harry, estuviera lejos. Necesitaba sus mimos y sus abrazos, estaba demasiado apegado y no sabía el por qué.

—¿Cómo te sientes, cariño? —preguntó Harry. Lo tenía abrazado, liberando su aroma para tranquilizarlo.

—Cansado, con sueño, pero me duele demasiado la cabeza... Hazme cariño...

—Te compraré unas pastillas para ese dolor, por mientras trata de dormir un poco bebé, la clase empieza dentro de una hora, —le dijo besando su mejilla y abrazándolo de manera protectora.

Pasaron el día en la escuela, donde almorzaron y también hicieron sus tareas. Luego se despidieron y cada uno se fue a su casa, ya extrañándose.

A los pocos minutos de llegar Louis, aparecieron sus padres, pero como era de esperar, no recibió nada más que un simple saludo. Sabía que ellos esperaban grandes cosas de él, no le exigían pero sabía que si se presentaba como un omega sufriría demasiado al estar al lado de alguien que no amaba, solo para ver cómo sus padres se llenaban de dinero sin importarle lo que él diga o sienta.

Esa misma noche, una especie de primer celo llegó inesperadamente. Se sentía muy acalorado, pero extraño; No estaba lubricando como lo haría un omega, tampoco sentía un nudo como un alfa. Tenía un olor leve, ligero, un olor muy suave a chocolate blanco, bonito, casi como una bruma y en ese momento supo que la madre luna le dio lo que él quiso ser, un beta, pero ahora en medio de su dolor lloraba porque sabía que sus padres lo matarían porque sus planes no se llevarían a cabo. Tendría que vivir sabiendo que lo odiarían y lloró también al pensar que Harry lo dejaría. Cuando se calmó, entendió que no, porque sabía que su novio haría hasta lo imposible por hacerlo feliz. Le envió un mensaje contándole lo que sucedía, pero no tuvo respuesta al ser de madrugada.

Se durmió con la angustia del qué pasará mañana cuando sus padres vean su casta. No quiere lidiar con eso ahora, pero tendrá que ser fuerte y valiente. 

Mi Beta, Mi Destino, Historia Omegaverse Larry Stylinson (Colaboración)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora