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Morten Styles, junto a su esposa Amber, estaban en una cena de negocios con los Thompson, una pareja dueña de una importante empresa de importación de automóviles de lujo.

—Estoy segura de que nuestra pequeña Abbie estará encantada de casarse con un alfa tan atractivo como Harry.

—Pienso lo mismo, —dijo Morten. —Estoy muy contento de que la preciosa Abbie haya aceptado este enlace. ¿Les parece si fijamos la fecha del matrimonio, para dentro de dos meses?

—Me parece perfecto, —opinó Varden. —Espero que el cortejo esté a la altura de la situación.

—No lo dudes. Abbie merece lo mejor.

Con un brindis sellaron el acuerdo.

Cuando llegaron a su casa, de inmediato llamaron a Harry para informarle de las últimas y excelentes noticias.

—Han pasado casi tres años desde que te presentaste como un alfa puro, y aunque ya lo hemos discutido varias veces, ahora es distinto. Hemos cerrado un trato con los Thompson. Son gente muy importante y tienen una preciosa omega llamada Abbie, que está feliz de casarse contigo en dos meses. Desde mañana debes empezar el cortejo, por lo que los invitaremos a cenar para presentarlos. Vas a ir a comprar un traje nuevo y alguna joya pequeña pero muy fina para empezar con este acuerdo.

—No me interesa lo que digan o lo que hagan, no me voy a casar con ninguna omega.

—No es pregunta, Harry.

—No es opción, padre, permiso. —Dijo retirándose muy molesto. Estaba harto de la misma conversación.

Llevaba todos esos años rompiendo compromisos, no sabía por qué sus padres seguían insistiendo. Pero ya no más, esa misma noche ideó un plan para largarse del país apenas Louis cumpliera los 18 años, que sería en apenas dos semanas. Llevaba trabajando a escondidas de sus padres en una cafetería, limpiando mesas y sirviendo a veces. Además había ahorrado cada libra que recibió y había empezado a vender algunas de sus ropas, relojes o lo que fuera que pudiera darle un poco más de dinero. Sabía hace mucho que no habría más opción, pero sentir que ahora se estaba volviendo real, le hacía sentir un poco de temor.

Louis, por su parte, llevaba sufriendo los desplantes de su familia por esos casi tres años. Aquella mañana, después de su primer celo, recibió la primera cachetada de parte de su padre, Landon.

Ni siquiera alcanzó a hablar. Estaban todos reunidos en la cocina para desayunar, cuando Louis apareció nervioso, con los ojos llorosos y el rostro de sus padres de absoluta incredulidad.

—Esto es una estúpida broma, ¡dime que tomaste supresores! —Exigió su madre, Myla.

—Lo... Lo siento, no es mi culpa...

—¿Eres un maldito beta? —Reaccionó enfurecido su padre. —¿Qué hice yo para merecer esta maldición? ¡Un hijo beta! ¡Beta! ¿Landon Tomlinson es padre de un beta? ¡Qué vergüenza! Todos mis planes se acaban de ir a la mierda, ¡no me sirves! ¿Quién quiere a un inservible beta en su familia? ¡Nadie! ¿Me escuchas? ¡Nadie!

Estaba realmente enfurecido y lastimado su orgullo. Su pecho subía y bajaba con rapidez, le faltaba el aire. Acercándose a Louis, le dio una cachetada tan fuerte que le rompió el labio, dejándole un hilo de sangre en su boca.

—Landon, detente, te estás pasando... —Intentó mediar Myla.

—¿Es que no lo entiendes? Nuestros planes de casarlo con algún alfa de buena posición se fueron al carajo, y yo necesitaba de esa ayuda para salir adelante... Ahora no sé qué haremos.

—Quizás encontremos a algún alfa o una omega que le gusten los betas...

—¡No digas idioteces! ¿Quién en su puta vida va a elegir a un simple beta? No tiene la autoridad de un alfa, no sirve para preñarse como un omega... Los betas no sirven para nada, son la escoria de nuestra sociedad...

—Louis, anda a tu habitación, ¿sí? Después te llevo algo de comer.

Y en silencio, Louis se fue a su dormitorio.

Ahora, tendido en su cama, recordando ese día, vuelve a llorar. El ser beta cambió para siempre su relación con su padre, y al poco tiempo con su madre y también con sus dos hermanos. Desde ese momento se juró ser fuerte, y realmente ahora lo era mucho más, pero ese golpe jamás dejaría de doler.

Su relación con su novio se ha mantenido hermosa gracias a Harry, que siempre le ha recordado cuánto lo ama, lo feliz que es de estar a su lado; le ha enseñado a amarse, a aceptar su casta y le ha dado la tranquilidad de que pueden soportar todo si están juntos.

Se ven a escondidas. Aunque nadie sabe de ellos, prefieren mantener su relación oculta y ahora se dan cuenta de que fue lo mejor. Pueden moverse tranquilos, sin tener que temer por la integridad del otro. 

—Tengo que contarte algo mi Sol, —dijo Harry ese día en la cafetería, mientras compartían un sándwich.

—Dime que es algo bueno... Ya no soporto tantas malas noticias...

—Lo siento cariño, me volvieron a comprometer, ahora con una omega. Debería empezar el cortejo, pero les dije que no lo iba a hacer. Esta noche irán a cenar, y...

—¿Hasta cuándo? Se me parte el corazón cada vez que esto pasa...

—Lo sé bebé, pero escúchame. Tengo una idea y necesito que confíes en mí. De aquí a tu cumpleaños, tienes que juntar la mayor cantidad de dinero, vender tus cosas, lo que sea. Mientras más juntemos, mejor, ¿está bien?

—Está bien...

—No te veo muy convencido... ¿Qué pasa?

—Tengo miedo... Mucho miedo, mis padres están actuando extraños, incluso me han hablado para cenar. Tú sabes que desde que presenté jamás volví a sentarme a la mesa con ellos, y no sé qué pensar...

—Eso es raro, —dijo preocupado. —Vas a tener que estar alerta y contarme todo lo que esté pasando. Pero no sé por qué, creo que hay algo más...

Louis sonrió. —No sé cómo me puedes conocer tanto... Sé que es un tema que ya hemos hablado muchas veces, demasiadas quizás...

—¿Nuestra primera vez?

—Sí...

—Pero amor, sabes que jamás te he presionado, estoy bien, podemos esperar hasta que de verdad te sientas listo...

—Lo estoy.

—¿Lo... estás?

—Sí, lo sé. No tengo cómo agradecer toda tu paciencia, ni el que hayas tenido que pasar tus celos ayudado de juguetes porque yo no me sentía listo. Pero ya no necesito más tiempo, necesito estar contigo...

Harry tragó saliva con dificultad. Estar con Louis era un deseo que le quemaba desde siempre, desde la primera vez que lo vio.

—Me hace muy feliz escucharte cariño... Muy feliz...

En ese momento tocaron el timbre para entrar a clases, por lo que su burbuja reventó. Sin embargo, nada les quitaría la felicidad. O eso pensaban.

Mi Beta, Mi Destino, Historia Omegaverse Larry Stylinson (Colaboración)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora