OSCURIDAD [ 2DO LIBRO]

Capítulo 6

Chicas, aquí el capítulo 6 espero les guste...

Quería recordarles lo importante que es para mí sus votos y comentarios por párrafo, así podré saber que piensan si le está gustando o que les gustaría cambiar algo de la trama.

Sin más, disfruten el cap.

Hades

Estamos rodeados de sombras y humo, el campamento del ruso apenas iluminado por los tenues destellos de fogatas dispersas. Todo lo que veo a lo lejos es una fábrica de muerte: bombas, armas, y cada maldito pedazo de metal destinado para acabar conmigo.

Ares está a mi izquierda, su rostro es una máscara de calma. Es curioso, para alguien tan volátil, está completamente en su elemento. Ethan, a mi derecha, no puede evitar sonreír. Para él, esto es diversión.

—Listos para arrasar —susurra Ethan, ajustando el cañón de su rifle con una lentitud que solo podría disfrutar un psicópata.

—Cállate y espera la señal —le ordeno sin voltear.

Miro hacia los soldados detrás de nosotros. Están tensos, esperando órdenes. Saben que, si cometen un error, su vida termina aquí. No hay margen para equivocarse, no hoy. No en mi operación.

—Quiero que esos malditos no sepan qué los golpeó. Cuando demos la señal, quiero que entren como sombras. Silencio, precisión —les digo en voz baja, pero lo suficientemente firme para que entiendan la gravedad de lo que está por venir—. Ares, tú vas a la torre. Deshazte del francotirador. Ethan, el laboratorio es tuyo. Quiero todas esas bombas fuera de circulación en menos de diez minutos. Si alguien se te atraviesa, hazlo sangrar.

Ares asiente sin emoción. Ethan solo sonríe, su risa es apenas un susurro.

—A mi señal —les digo.

El campamento está mal vigilado. Solo tres guardias visibles, quizás confiados por la lejanía de cualquier civilización. Ese es su primer error. Nos deslizamos hacia adelante, como lobos acechando su presa. Me detengo detrás de un árbol, observando, analizando.

—Ahora —murmuro.

En ese instante, el caos se desata. Ares se mueve primero, como un espectro, sube la torre sin hacer ruido y antes de que el francotirador pueda reaccionar, su cuello está abierto, silencioso y letal. Ethan dispara una bala silenciada al primer guardia que se cruza en su camino, y sigue avanzando como si fuera un juego.

—Desháganse de todos, pero quiero al puto ruso con vida. Lo voy a destripar yo mismo —ordeno mientras avanzo detrás de ellos.

Los soldados se dispersan, cada uno con una tarea clara. Los disparos silenciados apenas rompen el aire, pero el sonido de los cuerpos cayendo sobre la nieve es inconfundible. El olor a pólvora y sangre comienza a mezclarse, llenando mis pulmones de una adrenalina que me arde en las entrañas.

Llego al laboratorio, donde las armas se apilan como cadáveres esperando ser usados. Ethan ya está allí, plantando explosivos con una precisión que me hace admirarlo, aunque nunca lo admitiría en voz alta.

—Dos minutos —le digo—. Si te tardas más, te dejo aquí con ellos.

Ethan sonríe, como siempre.

—Dos minutos son demasiados —responde, encendiendo el detonador.

Ares regresa a mi lado, con la sangre fresca en las manos. Sus ojos están oscuros, sin vida, como siempre después de matar.

—El ruso está en la carpa al sur —me dice sin emoción.

—Vamos a saludarlo —le respondo, caminando hacia el centro del campamento.