La noche de las estrellas
Esa misma noche, después de que Lo'ak se alejara con el corazón herido, Eywa'lynn no pudo conciliar el sueño. La tensión entre los dos hermanos, la intensidad de sus propios sentimientos, todo se entremezclaba en su mente, creando una maraña de emociones que no sabía cómo desenredar. El clan dormía tranquilo, con el suave murmullo de las olas rompiendo en la orilla, pero para ella, la calma del océano no reflejaba lo que sentía por dentro.
Decidió salir, dejar que el agua fresca del océano la ayudara a encontrar paz. Descalza, con solo una ligera tela alrededor de su cuerpo, caminó hasta la playa. La luna llena iluminaba la arena blanca y el agua clara como cristal. El cielo nocturno estaba repleto de estrellas, cada una brillando con intensidad, como si le susurraran secretos desde lo alto.
Caminó hasta el borde del agua y sumergió los pies, disfrutando de la sensación fría y relajante. Cerró los ojos, respirando profundamente, dejando que el sonido del océano calmara su mente. Pero antes de poder perderse en la tranquilidad de la noche, sintió una presencia detrás de ella.
—"No esperaba encontrarte aquí," dijo Neteyam en voz baja.
Eywa'lynn giró lentamente. Neteyam estaba allí, a unos metros de distancia, observándola con esa mirada profunda que siempre la desarmaba. Llevaba poco tiempo en el clan, pero parecía que ya entendía el ritmo de su gente, la manera en que la naturaleza los envolvía y conectaba con ellos. La luna bañaba su piel azulada, resaltando cada línea de sus músculos, cada sombra en su rostro.
—"Tampoco yo a ti," respondió ella, permitiendo que una suave sonrisa se dibujara en sus labios. "No podía dormir."
Neteyam asintió, acercándose un poco más, hasta que estuvieron a solo unos pasos de distancia.
—"Yo tampoco," confesó. "No dejo de pensar en todo lo que ha pasado desde que llegamos aquí. Todo ha cambiado tan rápido… y a la vez, parece que no estoy avanzando."
Eywa'lynn frunció el ceño, curiosa por sus palabras.
—"¿A qué te refieres?"
Neteyam suspiró, y por un momento, dejó caer la máscara de seguridad que siempre llevaba. Sus hombros se relajaron y sus ojos, habitualmente llenos de determinación, mostraban ahora una vulnerabilidad que rara vez permitía que otros vieran.
—"Mi padre siempre espera tanto de mí. Tengo que ser el líder, el hermano mayor perfecto, el guerrero que nunca falla... pero aquí, en este lugar, siento que no soy suficiente. A veces siento que no pertenezco."
Las palabras de Neteyam golpearon a Eywa'lynn con una fuerza inesperada. Ella había visto en él a un guerrero fuerte, alguien que siempre parecía tener el control. Nunca imaginó que detrás de esa fachada hubiera inseguridades tan profundas. En ese momento, Neteyam dejó de ser el hijo perfecto del gran líder Jake Sully, y se convirtió en un joven que buscaba su lugar en un mundo que no siempre le hacía sentir que lo tenía.
Eywa'lynn se acercó aún más, sus ojos reflejando la luz de la luna y el dolor compartido en las palabras de Neteyam.
—"Eres mucho más de lo que crees," le dijo suavemente, sus palabras cargadas de sinceridad. "Tal vez no lo veas ahora, pero Eywa te trajo aquí por una razón. No eres solo el hijo del líder, Neteyam. Eres tú. Un guerrero noble, fuerte... y más importante aún, alguien que sabe escuchar al mundo a su alrededor."
Neteyam la miró, sorprendido por la profundidad de sus palabras. Nadie le había hablado de esa manera antes. Siempre había sido el "hijo perfecto", el que debía cumplir con las expectativas, pero con Eywa'lynn, sentía que podía ser simplemente él.
—"Gracias," murmuró, dando un paso más hacia ella. "No sabes lo que significan tus palabras para mí."
Eywa'lynn lo observó de cerca, sintiendo el calor de su cuerpo cercano al suyo. Los dos permanecieron en silencio por unos momentos, sus respiraciones entrelazadas con el sonido suave del océano. Había algo inevitable en el aire, una energía palpable que parecía envolverlos. Las estrellas brillaban sobre ellos, testigos de algo mucho más grande que ellos mismos.
—"Desde que llegaste, sentí que había algo especial en ti," confesó Eywa'lynn, dejando que las palabras salieran sin reservas. "No sé cómo explicarlo, pero… hay una conexión. Lo he sentido desde el primer día."
Neteyam tomó una respiración profunda, como si esas palabras lo hubieran liberado de algo que llevaba dentro.
—"Yo también lo siento," admitió, acercando su mano a la de ella, pero sin llegar a tocarla. "Desde que te vi por primera vez, es como si… como si estuviera destinado a encontrarte. He soñado contigo, Eywa'lynn. Incluso antes de llegar aquí."
Sus palabras la dejaron sin aliento. Las visiones, los sueños que había tenido durante tantos años, no eran una coincidencia. Estaban entrelazados por algo más grande, algo que iba más allá de lo que entendían. Eywa había marcado sus caminos mucho antes de que sus destinos se cruzaran.
Finalmente, Neteyam tomó su mano, y el contacto fue como una chispa que encendió algo profundo en ambos. Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Eywa'lynn, y sus ojos se encontraron de nuevo, más conectados que nunca.
—"No sé qué significa todo esto," dijo Neteyam, su voz apenas un susurro. "Pero sé que estoy donde debo estar, contigo."
Eywa'lynn no necesitó responder con palabras. Lo que sentía estaba más allá de lo que podía expresar. Los dos permanecieron allí, bajo las estrellas, con las manos entrelazadas y los corazones latiendo al unísono, mientras el destino de sus vidas se entrelazaba más allá del control de cualquiera de ellos.
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Las sospechas de Lo'ak
Sin embargo, no todos estaban ciegos a lo que estaba ocurriendo entre Neteyam y Eywa'lynn. Lo'ak, desde la distancia, los había visto juntos. Sus ojos se estrecharon al ver cómo su hermano y la mujer que también ocupaba sus pensamientos compartían un momento tan íntimo. La sensación de celos e impotencia lo invadió, y su pecho se apretó de rabia y dolor.
Sabía que algo estaba creciendo entre ellos, algo que no podía detener, pero eso no significaba que lo aceptaría.