Recuerdos

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Travis fue su entrenador cuando formaba parte de los Ridders. Le enseñó a luchar contra esas asquerosas criaturas del infierno que venían a corromper nuestro mundo, a mentir y engañar cuando fuera necesario pero, sobre todo, le enseñó el significado del cuervo que los Ridders usaban como logotipo en sus uniformes. Travis decía que ellos trabajaban de noche, sigilosos en la oscuridad y rápidos y letales contra sus presas al igual que los cuervos eran temidos en su propio hábitat.
Fue reclutada después de matar a un demonio en un callejón creyendo que este intentaba aprovecharse de ella.

- Ven aquí muñeca- le llamaba un hombre justo a sus espaldas.

Sarai se giró a tiempo de ver como el hombre se inclinaba lentamente hacia su cuello y con los pocos reflejos que la borrachera le dejaba le golpeó con la botella de whisky que llevaba en la mano en un punto brillante que el hombre parecía tener en su pectoral derecho. El hombre cayó al suelo agonizando entre terribles convulsiones mientras ella, ahora del todo despierta, solo podía quedarse mirandolo paralizada hasta que su cuerpo echó a correr.

Cuando llegó a casa Aarón la estaba esperando algo enojado con ella por llegar tan tarde pero al ver la cara de susto que ella traia se guardo su opinion para otro momento.

-¿Sam?¿Ocurre algo?

Samanta era su antiguo nombre. Asi es como la llamaron en los barrios marginales donde vivió tantos años. No sabía quien le puso el nombre ni cuando comenzaron a llamarla así ya que siempre estaba borracha y no se enteraba de nada.

- Sam, dime que te pasa por favor.

Al ver que su compañera no respondía y no se movía de su sitio Aaron se levantó y la tomó en brazos. Él era tan solo un par de años mayor que ella y aunque no estaba segura de su propia edad podría asegurar que tenía 17 años y Aaron unos 19 aunque parecia mucho mas grande debido a los músculos que adquirió en su trabajo descargando barcos de mercancía donde las chicas que lo miraban quedaban embobadas por una mirada tan verde como la de ella misma y un cabello tan rubio como el trigo.
Aaron la dejo sobre la única cama de la pequeña estancia en la que solia dormir ella mientras él se iba al sofá.
La abrazó mientras ella temblaba.

-¿Que pasó?-preguntó preocupado.

-Yo... creo que yo he...-tomó una respiración profunda y se obligó a calmarse- he matado a un hombre.

Soltatlo todo de golpe la habia hecho sentirse mejor pero la sensación de miedo volvió a aparecer al ver la cara de horror de Aarón.

-¿Cómo?-fue lo único que el muchacho pudo decir.

- Creí que era un borracho o un violador y yo...solo iba a darle un golpe para apartarlo pero...él tenía un punto brillante en el pecho y yo golpeé ese punto y...

- ¿Que pasó? Continúa-pidió su amigo con voz ahogada.

Ella se dio cuenta de que la mirada de Aarón era extraña.
Parecía capaz de estrangularla o huir en cualquier momento. ¿Sería él capaz de repudiarla ahora?

- Cuando le golpeé en ese punto brillante el simplemente...se esfumó.

Pero en lugar de cumplir cualquiera de sus pesadillas su amigo la abrazó y la tranquilizó con palabras dulces hasta que el sonido de alguien tocando la puerta los sobresaltó a ambos.
Ella se despegó del abrazo rapidamente. Necesitaba alejarse de Aarón y pensar en la vida que posiblemente había arrebatado.

- Ya abro yo.-dijo mientras se dirigía a abrir la puerta.

Al abrir se encontró con dos ojos tan negros como la noche en un hombre moreno y tan alto como la misma puerta.

- ¿Samanta?

- Soy...yo-logró balbucear.

- Mi nombre es Travis Seaside. Tenemos que hablar.

Vive para morir #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora