pochoclo

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¿Amor entre una mujer y un animal? ¿Dónde diablos se ha visto eso?

Gian echó un ojo a su alrededor, incapaz de creer en dónde estaba y cómo había aceptado terminar viendo una película repleta de cursilería, rodeado de un montón de parejas sonriéndose y haciendo boberías. Era demasiado aburrido. Lo único que se sentía bien era tener a camila recostada sobre su hombro, sorbiendo soda y abrazando su brazo cada cinco segundos, sin despegar sus ojos de la enorme pantalla cinematográfica.

Tan solo recordar lo que había sucedido ayer le punzaba la cabeza y le sacudía el cuerpo con una sensación de ansiedad, pero volverse hacia ella y verla sonreír de esa manera, desaparecía todo ese tipo de sensaciones. Y quizá era por eso que no había podido despegar sus ojos de ella durante los cuarenta y cinco minutos pasado de película.

- No es un animal, gianni, es un hombre lobo -escuchó sus risas y enseguida tuvo un puñado de palomitas sobre su boca.

- ¿No es lo mismo?

- Es un licántropo, un hombre que puede convertirse en lobo.

- Por eso, ¿no es lo mismo?

Camila sacudió la cabeza y siguió mirando con mucha atención la enorme pantalla, acercándole el sorbete de la gaseosa a sus labios y acurrucándose sobre su brazo. Ni siquiera entendía cómo todos estaban atentos a cada movimiento de la película, que a él, le resultaba demasiado empalagosa y absurda. En ese preciso momento, todos en la sala estaban riéndose y suspirando como estúpidos mientras los protagonistas se decían idioteces y medias. ¿En realidad no les daba vergüenza hacer semejante espectáculo en el cine?

- mierda, esto es peor de lo que pensé.

¡Shhh! -gritaron todos al mismo tiempo, girándose hacia él con unos ojos poco amistosos.

Exhaló y se puso a prestarle atención a la película. La escena cambió radicalmente y ahora presentaba a la mujer deshaciéndose en lágrimas y gritándole cosas al tipo con apariencia de bestia, suplicándola que la deje. Era imposible encontrar tanta cursilería en un solo minuto. Se metió otro puñado de pochoclos a la boca y estuvo al borde de escupirlas cuando notó que la sala se quedaba en silencio y se empezaban a escuchar unos sollozos. ¿De verdad estaban llorando? Eso era demasiado; mucho más de lo que era capaz de soportar.

- Ah, camila, vámonos de acá, esto es demasiado señaló, tomando la bandeja y quedándose en shock al verla con los ojos húmedos - ¿Tú también?

- Quedémonos un momento más, por favor. Es que no entiendo por qué lo deja. Si lo quiere, ¿por qué lo deja?

Se quedó quieto y volvió a acomodarse en el asiento, acomodándose las gafas oscuras. La película era demasiado patética, pero si Camila quería seguirla viendo, no le quedaba más que aceptar. Siguió mirando su expresión concentrada y de repente, una mueca parecida a una sonrisa le torció los labios.

- Yo del tipo me trago a la mujer esa y luego me voy a buscar a alguien como tú.

No obtuvo más respuesta que su mano acercándole otro poco de palomitas a la boca.

- cam, si tú quieres, puedo ser tu chico lobo. Podría rugirte todo lo que quieras y...

- ¡Shhh! -volvieron a replicar todos a la misma vez.

Maldición, ¿no pensaban dejarlo hablar?

Se volteó hacia camila como para seguir hablando, pero ella también estaba demasiado concentrado y parecía estar en su propio mundo, al igual que todos los demás, así que no le quedó más que seguir mirando hasta que sus ojos se cerraron por completo. Y cuando volvió a abrir, la sala estaba vacía y Camila lo estaba sacudiendo del brazo, riendo.

- Hasta que al fin -Se levantó, disponiéndose a salir de la sala Casi me sofoco si eso seguía, ¿cómo no te puedes haber aburrido?

- Estuvo muy buena, no sabes cuánto, muchas gracias por traerme. La chica regresa al final de todo, pero ella tenía sesenta años y el chico no había envejecido. No sé por qué se demoró tanto para volver... y tampoco entiendo por qué vuelve a dejarlo.

- Porque es una idiotez y nada de eso es real.

Salieron del cine a lentos pasos, cruzando los pasillos hasta que llegaron a la zona de la cartelera y Gian la tomó del brazo, reteniéndola y adoptando un semblante más serio.

- cami, siento haber cagado lo de ayer.

La menor lo rodeó con los brazos y negó con la cabeza, mientras sus miradas se tocaban y Gian sentía que el pecho se le volcaba unas diez veces antes de estabilizarse.

Jamás pensó que alguien podría provocarle algo así con solo mirarlo.

- Gian,tú no arruinaste nada. Está todo bien, no recuerdes eso más.

-¿No te enoja que no te haya contado lo que pasó con... ella?

- No, Gian, no tenías por qué decirmelo si te dolía recordarlo. Es mejor que lo olvides y no pienses más en eso, no merece tus lágrimas ni tu dolor. Solo piensa en que te amo y que para mí es especial, demasiado especial cuando estás conmigo.

Sus ojos se quedaron mirándola, incapaces de mirar hacia otro lado que no fuera ella. Incluso, aunque pasaba un sinfín de gente a su lado, no le interesaba en absoluto, porque solo podía mirarlo a ella. Siguió haciendo lo mismo durante los siguientes tres minutos y no se dio cuenta de que estaba lloviendo hasta que el cabello de camila se humedeció por completo y las gotas de lluvia se corrieron por su propio cuello.

- Mierda, está lloviendo y eso que ni siquiera es tarde -Se quitó el abrigo y se lo colocó, ajustándoselo sobre su camiseta, mientras esta protestaba e intentaba devolvérselo - Déjatela ahí, no quiero que luego andes agripada.

- Pero luego te agriparás tú, gianni.

- ¿Y?, ¿acaso importa? Sería mejor si me enfermo, así la enfermera puede venir a sanarme, ¿no crees? Sobre todo una al que le he echado el ojo y le quiero sacar el número, más ahora que me he dado cuenta que no me es indiferente.

Sus risas empezaron y Gian la sostuvo de la cintura, reteniendo su boca entre sus labios, acaparándola toda, succionando el sabor de sus salivas entremezclándose y fundiéndose en el beso como nunca antes lo había hecho, porque ahora se sentía más liberado que nunca. Definitivamente, esas no eran unas jodidas mariposas, ¡eran avispones!

Se separó apenas y sonrió contra su boca.

- ¿Vamos por una hamburguesa?

Se volvió hacia la salida, todavía sosteniendo su mano y quedándose tieso al ver a quienes se encontraban muy cerca de él, en una fila ordenada, mirándolos con distintas expresiones.

Ramiro estaba más pálido que nunca y lo miraba todo sin expresión.

Nico había soltado una de sus bolsas y parecía haber visto al mismo diablo.

Y Lourdes, que tenía la mandíbula caída y los ojos se le sobresalían como platos.

Sin esperar a que reaccionen, tiró del brazo de camila y echó a caminar rápidamente hacia el estacionamiento, mientras escuchaba cómo los demás gritaban su nombre y empezaban a seguirlo.

Inocencia Pasional |giamila|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora