Capítulo 11.

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ENID

Mientras despertaba con el sol
brillante que se filtraba a través de
los grandes ventanales del estudio,
los rayos iluminaban su cuerpo
desnudo y atlético, parecía como si
estuviera atrapada en un sueño. Los
fuertes brazos de Weds me mantenían cerca; no me había soltado en toda la noche. Atesoraba el toque de esta cercana y torturada mujer, pero sentí un oleaje profundo en mi estómago.

¿Qué escondía de sí misma que era
tan terrible?

¿Qué estaba atormentando su
mente brillante, apartando a todo
aquel que se acercaba demasiado?
¿Advirtiéndome que me mantuviera alejada?

Levantando mis dedos, tracé
suavemnente sobre sus facciones
fuertemente marcadas, centrando
mi atención en el crucifijo negro
que dominaba su mejilla izquierda.
Las líneas parecían como si se las
hubiera hecho ella misma, el centro
de la cruz parecía como si cubriera
algo debajo.

Mis dedos siguieron con los ojos,
bajando por sus mejillas y la
suavidad de su cuello, los tatuajes
que cubrían su piel. Símbolos
desconocidos, imágenes de Italia
y crípticas palabras destacan en
la mayoría de los diseños, Estos
diseños condujeron a obras
similares en el pecho, la pieza central un rosario intrincado
cayendo a su esternón.

Era hermosa.

Pero en una inspección más
cercana, mis cejas se fruncieron
mientras estudiaba una serie de
cicatrices y lo que parecían heridas
de arma blanca en su abdomen y
estómago.

Todas se veían feas, pero ninguna
tan dolorosa de ver como la que
está en la parte posterior de su
cuello.

¿Cómo demonios se las hizo todas?

Volví a pensar en las numerosas
preguntas sobre su pasado que
habían quedado sin respuesta: los
trágicos los antecedentes de sus
esculturas, la prístina cama hecha
cuando entré en el estudio anoche, las cicatrices, y el hecho de que
no había estado con una mujer en
años.

Mientras pongo mis ojos sobre su
escultura actual, la chica con una
pistola, llorando lágrimas de sangre
y balas, un pensamiento vino a la
mente: ¿Era militar? ¿Era por eso
que era tan cerrada? ¿Tan hastiada
de la gente... de la vida?

Un pitido estridente sonó del otro
lado de la habitación, el ruido
estridente despertó a Wed, sus
soñolientos ojos parpadearon hasta
abrirse. Contuve la respiración
mientras miraba hacia abajo.
Frunciendo el ceño como si
estuviera confundida por verme
tumbada sobre ella. Pero cuando
un atisbo de sonrisa enganchada
en la esquina de su labio superior
apareció, sentí un enjambre de
mariposas invadir mi estómago.

-Hola -le susurré.

-Muy bien -susurró de vuelta en
su acento atractivamente profundo.
Inclinándose boca abajo para
encontrarse con los míos, nuestros
labios se tocaron justo cuando mi
teléfono sonó de nueVo.

Gimiendo por la interrupción, me
eché hacia atrás.

-Me tengo que ir-anuncié, a
regañadientes.

Weds miró hacia el gran reloj colgado en la pared del fondo y asintió. Su rostro se oscureció como si un mal pensamiento hubiera corrido por su mente, pero luego desapareció tan rápido como llegó.

Presionando un último beso
juguetón en su abdomen, rodé a un lado de la cama, siseé mientras mis
pies descalzos tocaron el frío suelo
de baldosa congelada. Mientras me
levantaba, la mano de Weds atrapó mi brazo, haciendo que la mirara.

El conflicto que jugó en su rostro
me confundió, pero después de un
reticente suspiro, dijo:

-Vuelve esta noche. -Parecía que
le dolía pronunciar esas palabras.
Mi corazón se derritió, sabiendo
que mostrar tanta vulnerabilidad
debía de haberle costado
emocionalmente.

Dulce Esperanza (Wenclair Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora