Kwon permanecía de pie frente a Da-Eun, su sensei, sintiendo el peso de su mirada como una losa.
-Sabes que después del torneo nos iremos a Corea -dijo ella, con un tono afilado, casi sin emociones-. No puedes permitir que Nichols te distraiga. Nuestra meta sigue siendo la misma, y tu madre vendrá para la final. No podemos permitirnos fallar.
Kwon no respondió. Mantuvo la mirada baja, como si las palabras se atascaran en su garganta. Sabía que Da-Eun tenía razón. Su vida en Cobra Kai, el entrenamiento, todo estaba dirigido hacia ese momento. Pero su mente seguía volviendo a Nichols, a la conexión que sentía con ella, y a las dudas que eso le generaba.
-¿Me has escuchado, Kwon? -insistió Da-Eun, su tono era aun más severo.
Él asintió levemente, sin decir una palabra. La presión en su pecho aumentaba, pero no se atrevió a contradecirla. La relación que compartía con Nichols era algo que lo hacía sentir vivo en medio del caos, pero era consciente de las consecuencias.
Da-Eun se dio la vuelta y comenzó a salir del dojo.
-No te equivoques, Kwon. No tendrás otra oportunidad si fallas.
La puerta se cerró con un golpe seco, dejándolo solo. Kwon sintió que el peso de la conversación lo hundía más en sus pensamientos. El dolor de cabeza, era un constante en los últimos días.
Flashback
Antes de Cobra Kai. En su hogar en Corea, la vida era sofocante. Su padre, era un hombre severo y exigente, no soportaba la idea de que su hijo fuera débil. Cada día era una lucha para el, no en el dojo, sino en su propia casa. Las expectativas eran inalcanzables, y su padre no escatimaba en castigos cuando Kwon no cumplía con lo que se esperaba de él.
El se refugiaba en las calles. Las noches en los callejones oscuros eran su única libertad. Pero esa libertad siempre terminaba cuando regresaba a su casa. Una noche, después de una pelea especialmente dura con su padre, Kwon se encontró al borde del precipicio. El sentimiento de no pertenecer, de no ser suficiente, lo había consumido por completo. Esa noche, con el peso del mundo sobre sus hombros, Kwon intentó acabar con su vida.
recordaba con claridad los sonidos de la ambulancia. El eco de las sirenas que había quedado grabado en su mente como una cicatriz, un recordatorio de lo cerca que estuvo de aquella noche. Las peleas con su padre nunca fueron solo palabras; los golpes, las amenazas, eran como una rutina.
Su madre, lejos de ser un consuelo, era aún más dura. Su severidad no se manifestaba con golpes, sino con palabras que lo lastimaban. Para ella, el fracaso no era una opción, y la debilidad era un defecto imperdonable. En su hogar no había lugar para errores, ni para excusas.
El recuerdo de aquel momento era algo que lo perseguía, una sombra que nunca terminaba de disiparse. Pero sobrevivió. Y en lugar de rendirse, se entregó completamente al entrenamiento, al control que Cobra Kai le ofrecía, a la estructura que Da-Eun, Kreese y Silver le imponían. Había encontrado en la brutalidad de Cobra Kai un escape, una forma de silenciar esos gritos internos.
Volviendo al presente, Kwon sintió una punzada de aquel dolor antiguo. Había ocultado ese lado de su pasado durante mucho tiempo, pero ahora, con Nichols y el torneo en su vida, las heridas volvían a abrirse. No quería ser débil otra vez. No podía permitirse ser débil.
La mañana siguiente, Kwon volvió al dojo, su cuerpo pesado por el cansancio físico y mental. El entrenamiento era más intenso que nunca. Silver no mostraba compasión, y Da-Eun observaba cada uno de sus movimientos con una mirada crítica. Tori estaba allí también, pero el aire entre ellos era diferente. La distancia que Kwon estaba imponiendo comenzaba a notarse, pero ni ella ni él estaban dispuestos a hablarlo.
Cada golpe, cada patada, era un recordatorio de las expectativas que se cernían sobre él. El torneo estaba a solo unos días, y la presencia de su madre en la final añadía más peso a sus hombros. La relación con Tori, aunque significativa, parecía cada vez más un obstáculo en el camino de su destino.
En un momento del entrenamiento, Kwon se enfrentó nuevamente a Nichols. Esta vez, sus golpes eran más calculados, menos emocionales. Ambos sabían que algo había cambiado, pero no estaban preparados para enfrentarlo. Mientras sus cuerpos chocaban, mientras el sudor corría por sus rostros, ninguno de los dos dijo una palabra. Solo el sonido de los puños y las patadas llenaba el aire, dejando todo lo demás en silencio.
Cuando el entrenamiento terminó, Kwon se fue antes de que ella pudiera detenerlo. No podía permitirse enfrentar sus sentimientos ahora. Tenía que mantenerse enfocado. Pero mientras caminaba hacia su habitación, las palabras de Da-Eun seguían resonando en su mente: "No puedes permitir que Nichols te distraiga."
Sin embargo, por mucho que intentara alejarse de Toro, sabía que algo más profundo lo unía a ella. Algo que ni siquiera Da-Eun podría entender.
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𝔄𝔩𝔪𝔞𝔰 𝔡𝔢 𝔠𝔬𝔪𝔟𝔞𝔱𝔢-𝔉𝔞𝔫𝔣𝔦𝔠
FanfictionSus caminos se encontraron, buscando la victoria... •Torneo Seikai TaiKai• Los personajes no me pertenecen, créditos a su respectivo autor.