La Entrega Fatal

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La noche era tranquila, y el aire cálido de la ciudad envolvía las calles con un silencio extraño. Yeji estaba en su apartamento, acomodando los cojines en el sofá mientras decidía qué cenar. Después de un día largo en la cafetería, solo quería relajarse. Pensó en Bo Gum, quien había sugerido que salieran, pero al final, ella prefirió una noche tranquila en casa. Decidió pedir una pizza. Parecía la opción más fácil para no complicarse.

—Una pizza y ya —se dijo a sí misma mientras deslizaba su dedo por la aplicación de su teléfono.

Al otro lado de la ciudad, In Guk se movía con una precisión letal. Había pasado semanas planeando este momento, esperando la oportunidad perfecta para ejecutar su plan. Y esa oportunidad había llegado cuando se enteró de que Yeji había pedido una pizza. Había rastreado la orden, y se colocó en la ruta del repartidor con la misma frialdad con la que había orquestado cada movimiento hasta este punto.

El repartidor, un joven despreocupado que no sospechaba nada, fue abordado en un callejón oscuro mientras se dirigía al lugar de entrega. In Guk lo había interceptado sin dar tiempo para gritar. Lo golpeó con una fuerza brutal, descargando en cada puñetazo toda la frustración que había acumulado durante semanas. El joven cayó al suelo, inconsciente, mientras la sangre corría por su rostro.

—Nada personal —susurró In Guk mientras lo arrastraba hacia un rincón oscuro.

Se puso el uniforme del repartidor, ajustándose la gorra para cubrir parte de su rostro. Tomó la caja de pizza y subió a la motocicleta del joven, sintiendo una adrenalina oscura recorriendo sus venas. Este era el momento que había estado esperando. 

Todo estaba en su lugar.

Mientras tanto, Yeji había terminado de colocar una película en su televisión y estaba esperando la llegada de su cena. En su mente, no había nada fuera de lo común. Solo una noche tranquila, alejada del caos que sentía a veces en su vida. Sin saberlo, estaba cayendo en la trampa que In Guk había tendido meticulosamente para ella.

El timbre de la puerta sonó. Yeji se levantó rápidamente del sofá, tomando su billetera para pagar la pizza.

—Ya llegó la cena —murmuró con una sonrisa, acercándose a la puerta.

Al abrirla, no notó nada extraño al principio. Solo un repartidor de pizza, con la gorra baja, sosteniendo una caja. El olor a comida fresca llenaba el aire, y Yeji agradeció mentalmente la rápida entrega.

—Gracias —dijo, extendiendo el dinero sin levantar demasiado la vista.

In Guk, detrás de la gorra, mantenía su rostro oculto, pero su corazón latía con fuerza. Sabía que este era el momento decisivo. Todo lo que había planeado culminaba aquí. Mantuvo la compostura mientras le entregaba la pizza, pero no dejó de observar cada movimiento de Yeji. Cada segundo que pasaba la acercaba más al destino que él había decidido.

Yeji, distraída por la película que había comenzado a reproducirse en su sala, ni siquiera reparó en lo extraño que era el silencio del repartidor. Le entregó el dinero y estaba a punto de cerrar la puerta cuando, de repente, algo en su estómago le hizo sentir una punzada de incomodidad. Levantó la mirada un poco más, como si sus instintos quisieran advertirle de algo.

Fue en ese momento cuando In Guk decidió actuar.

Con una rapidez impresionante, empujó la puerta con fuerza, haciendo que Yeji retrocediera sorprendida. La caja de pizza cayó al suelo, y en un instante, el terror se apoderó de sus ojos. Quiso gritar, pero antes de que pudiera reaccionar, In Guk la sujetó por el brazo y le cubrió la boca con una mano.

—Shhh... —susurró con una voz calmada, pero cargada de una amenaza mortal—. No quiero hacerte daño, Yeji. Solo ven conmigo.

Los ojos de Yeji se abrieron de par en par, llenos de confusión y miedo. ¿Cómo era posible que el repartidor supiera su nombre? Intentó zafarse, pero In Guk era demasiado fuerte. En cuestión de segundos, la arrastró fuera de su apartamento, tapándole la boca para evitar que gritara.

—Tranquila, todo estará bien —dijo In Guk mientras la conducía hacia la motocicleta, estacionada cerca.

Su plan era perfecto. Había calculado el momento exacto, la ruta que tomarían, y el lugar donde la llevaría. Nadie sospecharía nada, y para cuando alguien notara su desaparición, sería demasiado tarde.

Yeji intentó patalear, pero estaba demasiado aterrorizada para pensar con claridad. In Guk la subió a la motocicleta y la amarró de manera que no pudiera escapar. Mientras se alejaban rápidamente de su apartamento, el sonido de la ciudad se desvanecía a su alrededor, y la sensación de estar atrapada en una pesadilla se volvía más real con cada segundo.

El corazón de In Guk latía con fuerza, pero su mente estaba en calma. Todo iba según el plan.

  Finalmente, Yeji estaría a su lado, lejos de Bo Gum, lejos de cualquier otra distracción.

PYSHOPATHIC FEAR | MIEDO PSICOPATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora