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En el corazón del castillo, los sirvientes se apresuraban de un lado a otro, llevando consigo el mensaje que pronto resonaría en cada rincón del reino. Los murmullos se esparcían como un fuego avivándose, mientras los mensajeros, se dispersaban para llevar la nueva a cada casa noble.
—¡Escuchen, escuchen! —gritaba uno de los mensajeros en el mercado, su voz resonando por encima del bullicio de la multitud—. ¡El rey Daemon Targaryen se casará con la princesa Rhaenyra! ¡Una unión que sellará el futuro del reino!
Las palabras viajaban como ecos entre la gente. Algunos nobles se detuvieron en seco, sus rostros llenos de incredulidad, otros murmuraban entre ellos, un torbellino de reacciones que iba desde el asombro hasta la indignación. ¿La princesa Rhaenyra? La misma que había sido capturada y encerrada. Las especulaciones se desataron, cada rumor alimentando la tensión en el aire.
—¡Una unión entre Targaryen es lo que este reino necesita! —añadió otro mensajero, levantando la voz con fervor—. ¡Consolidará la sangre real en el trono y pondrá fin a las dudas sobre la legitimidad del rey!
Mientras tanto, en los pasillos del palacio, Daemon observaba con una sonrisa oscura. Había sembrado la discordia, y la reacción de su hermano, Viserys, sería explosiva. Sabía que esta noticia le daría un golpe directo a su oponente, un recordatorio de su poder.
¿Volvería Viserys a rescatar a su hija? ¿O ese cobarde ni siquiera se arriesgaría para salvar a Rhaenyra?
Los rumores se propagaban rápidamente, y aunque Rhaenyra seguía en la celda, la noticia de su inminente matrimonio comenzaba a calar en el reino, llenando de incertidumbre y pavor a aquellos que le eran leales.
La oscuridad envolvía la celda como un manto pesado, y Rhaenyra, agotada, se encontraba sentada en el frío suelo de piedra. La humedad se filtraba en sus huesos, y la falta de luz hacía que su mente empezara a jugarle trucos. Los ecos de sus propios gritos aún resonaban en su cabeza, una mezcla de furia y desesperación que parecía nunca desvanecerse.
Días. Llevaba días encerrada, privada de la libertad y de la dignidad. Cada segundo se estiraba como un hilo tenso, a punto de romperse. La incertidumbre sobre su futuro la atormentaba más que el frío y la oscuridad. Comenzó a alucinar, los muros de la celda parecían cerrarse aún más a su alrededor. Las sombras danzaban a su alrededor, susurrando nombres y promesas que nunca se cumplirían.
—¡Déjenme salir! —gritó, su voz resonando contra las paredes. Pero solo el silencio le respondió, un eco vacío que le hacía sentir más sola que nunca.
En ese momento, la puerta se abrió con un crujido ominoso. Daemon entró, su figura oscura proyectándose en la entrada, como un dios caído de la tormenta. Los ojos de Rhaenyra se encendieron de desafío, pero al mismo tiempo, una chispa de miedo se encendió en su pecho.
—¿Vas a matarme, tío? —preguntó, su voz temblando pero llena de resolución. —¿O solo quieres que me quiebre un poco más?- preguntó ella pidiendo por la muerte como si fuera una esperanza.
Daemon la observó, su expresión era una mezcla de diversión y desdén. Se acercó, los pasos resonando en el silencio.
—No estoy aquí para matarte, querida sobrina —respondió, su tono frío y calculador—. De hecho, tengo planes mucho más interesantes para ti.
Su sonrisa era un rayo de tormenta, y Rhaenyra sintió una punzada de terror al darse cuenta de que sus palabras llevaban más peso del que dejaban ver. No quería imaginar lo que eso significaba.
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La Jaula del Dragón (Dark Daemyra)
FanficEl reino de Westeros se tambalea al borde del abismo cuando el príncipe Daemon Targaryen, impulsado por la ira y la venganza, decide derrocar a su hermano, el rey Viserys, a quien culpa por la muerte de su primogénito. Durante años, Daemon ha reunid...