Kiyomi es una chica que fue encontrada viva enterrada a las afueras de la aldea de la arena. Por compasión fue llevada a la aldea de la Hoja donde fue atendida, sin embargo, los médicos ninjas no pudieron entrar en su mente ni descubrir su identidad...
A la mañana siguiente, Kiyomi despertó después de un sueño extraño. Todo su alrededor era arena y había mucho viento, se veía a ella misma parada en medio de esa tormenta y una sombra se acercaba poco a poco, su mano comenzó a tomar su rostro fuertemente, parecía que la iba a aplastar pero después le da una caricia y se aleja de ella sin decir algo.
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-Kiyomi- dijo Mikoto- que bueno que ya despertaste. Preparé huevo para el desayuno.
Cuando Kiyomi miró a su alrededor se percató que estaba ella sola en la mesa.
-Dónde esta Sasuke?
Mikoto sonrió.
-Se fue a la escuela, pequeña.- cuando miró la mesa, Kiyomi ya no estaba ahí.- Esta niña de verdad actúa como un Uchiha, pero tiene más de su familia.
Mientras Kiyomi corría hacia la academia, su estomago comenzó a gruñir.
-Ugh!- en verdad quería ir a la escuela para acompañar a su hermano, pero el hambre no la dejaba correr y su energía se agotaba con cada paso que daba por lo que terminó recargándose en una pared. Las nubes la tranquilizaban mientras una brisa cruzaba por su rostro y cuando estaba a punto de cerrar sus ojos...
-Oye niña- una voz masculina se escuchó por arriba de ella- ese gruñido no es sano, hace cuanto que no comes?
Kiyomi recordó que ella comía muy poco cuando iba a entrenar y eso fue por siete días. Era verdad, no había comido bien desde hace mucho tiempo.
-Ven aquí- el señor parecía no borrar la sonrisa de su rostro y expresaba un gran cariño hacia los demás- te voy a dar algo para que recuperes energía, entra, este es mi restaurante.
Al entrar pudo percibir un delicioso aroma que la hacía sonreír y esperar con ansias la comida que él prepara. Kiyomi se terminó subiendo a un asiento para esperar el platillo, en ese momento el hombre dirigió su mirada a la entrada.
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-Oh, ya veo que llegaste Naruto. Entra, tenemos una nueva cara.
Cuando Kiyomi volteó se encontró con unos lindos y tímidos ojos azules. Era un niño de su misma edad, estaba un poco sucio pero su mirada reflejaba soledad.
