No sé qué es peor, si una reunión con mis hermanos en la que soy el tema a tratar, (más concretamente yo y mis líos amorosos) o ir de compras con mis cuñadas. Es obvio que a sus parejas me une una sangre que no puedo derramar cuando me enfado, pero a ellas, como se suele decir, me las encontré en la calle.
Así que amenazo; que no me mareen mucho porque no he dormido nada.
Y la culpa de mi nuevo desvelo no es toda de Álvaro y su fantástica compañía de la noche pasada, sino de la que está por llegar hoy con Bruno, que de seguro será igual de maravillosa
Total, que a mi cansancio fisco y a mi desgaste mental, con ellos, he de sumarle mis otras relaciones, como son el estrés del trabajo, mis obligaciones como madre y mi obediencia como hija. Ha sido llegar a casa de mi escapada nocturna con Álvaro y llevar de inmediato a Lexi al cole, para luego ir trabajar y recogerlo cuando ha salido de sus clases. Y mientras dejaba limpia la cocina de mi madre, después de comer, se presentaron todas mis hermanas políticas en el nido para arrastrarme, casi de los pelos, al centro comercial. Por lo visto, que Gabi haga los cuarenta es excusa para que todas gastemos dinero en ropa nueva.
—El vestido de Guess era más elegante —dice la mujer de Cruz. Mira, ella bien podría ser la mujer de René, porque ambos comparten adicción por cualquier prenda que no sea deportiva o urban style. Pues yo discrepo, creo que con unos tacones de infarto, me vería muy bien.
—No regresaremos a Guess, este estilo casual va mucho más con Alex. —En cambio la de René me guiña el ojo, sabe que el pantalón pitillo por el que me he decidido, y que tan mono y apretado me hace el culo, me permite subir a la moto de Álvaro sin problemas. Otra que parece que se ha equivocado de marido, piensa más como Gabi.
—Por eso mismo la acompañamos de compras, porque no confiamos en el estilo de Alex. —¿Cómo se atreve a decirme eso la mujer de Cris? Menos mal que tiene en brazos a su bebé o de esta tendríamos que pasar por una peluquería para que le arreglaran los mechones que de seguro le arrancaba.
Ya bastante me siento un mono de feria mientras juegan conmigo a la Barbie vestiditos, como para aguantar comentarios tontos.
—Pues con vaqueros desgastados, caídos o rotos, sigo gustando a los tíos. Si no preguntadle a Álvaro o a Bruno —digo con un tono prepotente que no permite quejas de nadie.
—Aún no sé mucho de ellos, deberías contarme más antes de llegar.
Pero ¿quién coño llamó a la mujer de Nico?
—Coges el avión en una hora, no entiendo por qué estás en videollamada con nosotras.
—Porque tu hermano se niega a contarme nada de ellos.
—Por algo será —le digo a su cara, la que ocupa la pantalla de teléfono que sujeta en alto la mujer de Cruz. Y no puedo hacerlo más enfadada.
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CAFÉ A CIEGAS, solo, sin azúcar.
ChickLitA Alex nunca se le dieron bien las citas a ciegas, aunque no por ello ha dejado de tenerlas desde que se divorció hace dos años. Eran solo hombres que si bien no resultaban ser "el adecuado" para hacerle olvidar a su ex, tampoco es que ella fuera a...