-Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas la mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.-
-¡Amén!-
Los aplausos resuenan por las paredes y los techos altos de la gran iglesia. A veces deseaba que el techo se caiga, que los escombros la maten y entierren su cuerpo para crecer rosas.
Flores con espinas caen por todo su cuerpo, lastimándola.
-¡Bendita sea la hija de maría! Dios la libre y la guarde de los pecados y maldades de este mundo. Salve a María, hija de la santísima Virgen, nuestra viva representación y nuestra más grande bendición. Amén.-
-Que su santo vientre siga fértil hasta el fin de su vida, María.-Harry asiente, su velo tapando sus ácidas lágrimas que recorren su rostro entero.
Luego de horas, las viejas mujeres que se quedaban para rezarle luego de la misa, hincadas ante ella y llorándoles todas sus penas, mojando sus descalzos pies y estirando de su vestido, fueron yéndose una por una, dándole al fin su tan esperada "libertad".
Se baja de su altar, alzando su falda para no tropezarse.
Al subir su mirada nota como el padre Alejandro la observa desde la salida de la iglesia.
Al llegar a él, esté la recibe con tanto respeto como todos le tenían.
-Su madre se encuentra afuera, la está esperando, querida María.-<Mi nombre es Harry.> piensa con amargura y un disgusto que recorre todo su cuerpo cada que la llaman así.
Cuando era más pequeña, solía alegrarle, solía tener fe.
Le era completamente devota a su religión. Le entregaba sus lágrimas sudor y sangre a cambio de un poco de compasión. Algo que jamás obtuvo. Todos sus rezos sin respuesta, sus súplicas y sus llantos jamás le fueron recompensados. Su fe había sido aniquilada por el mimo ser que debía dárselas.
Por supuesto que lo mantenía como un secreto. Sabía era una pecadora sin remedio por el simple hecho de cuestionarse la realidad en la que vivía, pero no podía evitarlo.
Abre la gran y pesada puerta de la iglesia, viendo a su madre sentada en el banco mientras observaba el cielo acariciando su rosario de cristal entre sus dedos.
-Oh, querida mía, qué gusto verte. Hoy tardaste más de la cuenta.-
-Hola mami, la señora Rosa se quedó rezando por más tiempo.-
-Oh, ya veo. Supongo que tienes hambre, hice una rica merienda, ya es tarde y aún no has comido nada. Vamos a casa.-
Harry asiente, abrazando a su madre con delicadeza.
-Quítate el velo amor, en casa puedes cambiarte.-
Suben al auto y luego de unos minutos se encuentran en su gran casa, la entrada de esta llena de niños esperando a su santa hermana.
-¡Harry, has vuelto!- gritaba su pequeña hermana, Abigail, corriendo hacia ella como todos su pequeños hermanos a abrazarla.
-Hola niños, los extrañé.- devuelve con amor.
-Ya niños, más tarde su hermana jugará con ustedes, ahora debe descansar un rato.- les reclama su madre, mandándolos a otro lado.
Harry observa a su padre en el comedor, acercándose con cuidado.
-María.- le saluda su padre con un pequeño asentimiento de cabeza.
-Hola padre.- responde sentándose con delicadeza en la silla donde ya se encontraba una deliciosa merienda en la mesa.Luego de terminar de comer en un silencio ruidoso y muchos ojos posados en ella, se sube a su habitación para empieza su rutina de belleza. A escondidas, ella usaba métodos que aprendió de un libro que alguna vez leyó. Fue el único libro que pudo leer además de la Biblia, y se enamoró por completo.
"Venus y Afrodita", ese era su nombre. Gracias a ese libro sabe muchas técnicas de belleza y amor propio, sin embargo, no puede usar todas, ya que, está deliberadamente prohibido en su casa, tanto, que siente una culpa que inunda toda su alma cada vez que lo piensa siquiera.
Va a la nevera antes de ir a su habitación, y de allí saca su mezcla de ingredientes. Leche, canela y tomillo yacían allí. Al llegar a su habitación, lo coloca todo en un bowl y le tira pétalos de rosa, miel y azúcar a su mezcla. Se baña con eso en su gran tina.-Mamá, estoy muy cansada... ¿crees que pueda dormir contigo hoy?-
-Claro hija, solo recuerda que debes de hacer silencio porque mi habitación está al lado de la de tu padre.-
-Tranquila mami, estaré callada, será solo por esta noche.- sabía con gran certeza que su madre no alejara sus pensamientos deprimentes y sus pesadillas poco piadosas. Pero al menos tendría a alguien con ella, por un segundo.
Había un sueño que atormentaba su mente cada noche de la misma manera. Narrado, con fotogramas en blanco y negro como si estuviera viendo una película, peligrosamente realista y aterrador. Al mismo tiempo, era surrealista, con criaturas del inframundo, voces profundas, personas gritando por piedad y ella simplemente mirando desde arriba.
Al cerrar sus ojos se quedó dormida casi de inmediato gracias a su tortuoso cansancio y su gran dolor en cada parte de su cuerpo.
Inevitablemente, tuvo que soñar.<<Hoy vi al pastor sacrificar un borrego más .
Mi abuela puso el canal de evangelización en mi estómago para matar las lombrices que plantaron las moscas porque desde mi muerte empezó mi pudrición.Hablando con mi mamá, descubrí cuál es la mejor manera de descomponer un cuerpo. Como ejemplo un ratón que había fallecido en mi jardín, su cadáver trajo prosperidad a las plantas.
Así como yo lo haré.
También descubrí por que las familias se separan y por qué los santos ayunan.
"¡Busca a Dios!" Gritaba la gente.
A través del encaje puedo ver sus mentiras.En el halo de María conté treinta y tres estrellas. Treinta y tres vertebras tengo en mi espina, la espina me sostiene, y es lo mas puro de mi ser tangible.
Mi cerebro, mi alma, mi conciencia.Me duele mucho recordar, así que me ahogo en el comfort de la naturaleza y el espiritualismo, el espiritismo.
Conectó eventos como constelaciones, crezco amores como las ramas de los árboles prósperos, cosechó el fruto y devoro como que nunca hubiera comido.Ellos quieren que me calle, que me cosan la boca pero no saben que estos sentimientos salen por mis poros.>>
Por supuesto, llegó la mañana, y con ello, ella lastimosamente tuvo que despertar de su gran pesadilla.
Con sus pelos pegados en la frente por el sudor e incesante calor que la rodeaba ella se destapó y fue a darse una fría ducha.
Hace semanas que le tenía un gran terror al baño. Escuchaba voces, tenía alucinaciones, no sabía que le pasaba.
Cerraba sus ojos y lo veía. Un gran caos, la iglesia en llamas, la gente quemándose por estar atrapada dentro, gritos de agonía pura. Y de alguna manera... se sentía bien. Como si todo su sufrimiento haya sido recompensado.Se tambaleó un poco al desnudarse y sintió escalofríos por toda su columna al meterse a la regadera.
Al cerrar sus ojos, él le empezó a hablar.Pobre oveja del amanecer , no hay nada que puedas hacer al respecto.
-Para.- protesto en voz alta sin darse cuenta.
No hay nada que puedas hacer para detenerme.
-Ya está, para.- cada vez alzaba más su voz sin darse cuenta, su tono era grave.
Estoy aquí para llevar lo que me pertenece, ya está hecho.
-¡BASTA!- gritó agarrándole de los pelos y rasguñándose su piel desnuda, cayendo en el piso de la desesperación por tantas voces acumuladas en su mente.
Escuchó rápidos y fuertes pasos dirigiéndose hasta donde estaba, tocando la puerta con desesperación.
-¡Harry, Harry! ¡Abre la puerta!- Le ordenaba su padre con un tono de desespero entre sus gritos.
Harry yacía en el suelo, llorando y quedándose sin aire mientras la helada agua recorría toda su anatomía.
No soy ni malo ni bueno, yo simplemente soy. Puedes correr, niño, pero no te puedes esconder de mí para siempre. No lo sigas negando.
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Afrodisíacos Celestiales
FanfictionEntre la bulliciosa gente y las diferentes caras que su pobre mente podía memorizar, Harry caminaba por los pasillos de la iglesia, sudando frío notando como todos la miraban. "Dios te salve María, llena eres de gracia..." su mente se quedó en blanc...