Tenía 15 años cuando todo sucedió.
Aurora me había convencido de ir a una fiesta de último año de secundaria que sus compañeros habían organizado. Yo accedí luego de muchas insistencias. Solo quería salir con mi mejor amiga y distraerme de la aburrida rutina escolar.Error número 1.
Aurora tenía 17 por lo que se le hizo sencillo pasar por una chica mayor de edad y acceder al alcohol que se servía allí.
–Toma, solo dale un trago. Si no pruebas algo no sabrás si te gusta– me dijo.
Error número 2.
Jamás había bebido alcohol. Al tomar aquella bebida con color y nombre extraño sentí que algo cambiaba en mí. Sentí el líquido bajando por mi garganta con dificultad ante el sabor amargo. Mis labios se secaron instantáneamente y de repente me vi a mí misma pidiendo otro trago, y luego otro y otro.
No sabría explicar qué me impulsó ese día hacer lo que hice, pero parte de la culpa del hecho se la llevó Aurora. De hecho, años más tarde de aquél día mi amiga prefiere no hablar del hecho porque dice sentirse profundamente responsable. Ya que si no hubiese sido por ella, yo no habría ido a esa fiesta ni tampoco me habría emborrachado.
Aún así no la culpo, jamás lo hice. Mucho tiempo responsabilicé nada más que a mí misma, ni siquiera a él, solo a mí.Esa noche tomé seis pequeños vasos con contenido desconocido para mí. Aurora me los entregaba asi que no tenía por qué desconfiar, excepto que la persona que se los entregaba a ella era Clarence, su primo.
Clarence Richards en ese entonces tenía 18 años, estaba por terminar su último año de secundaria, y planeaba estudiar en una universidad en el extranjero. Su personalidad era la de un chico rebelde. Si alguien decía blanco él decía negro, si sus padres querían que él jugara golf Clarence se inscribia en un campeonato de fútbol americano. De hecho, antes del incidente él y Alexander eran muy cercanos debido a la pasión por el deporte.
Otra parte de su carácter giraba en torno a cambios repentinos de humor, justificados según él por la incompetencia de las personas a su alrededor. Clarence podía estar riendo un momento y al siguiente minuto comenzaba a discutir con la primera persona que se le ponía enfrente. Alex era el más paciente de todos soportando sus arranques al momento de perder algún partido de fútbol.Clarence Richards además había estado siempre en mi vida de alguna u otra forma, ya que como dije era cercano a Alex y por ende estaba casi siempre en su casa. Cuando yo visitaba a Aurora él estaba allí, con sus tatuajes y su mirada condescendiente.
Los primeros años nuestras interacciones no superaban un saludo casual. Fue en mi tercer año de secundaria—a los 14 años— cuando comencé a sentir una extraña atracción hacia el primo de mi mejor amiga. Era como si los millones de contras que giraban a su alrededor simplemente desaparecieran y los reemplazara la necesidad de estar a su lado. A eso lo llamaré "El Error Cero".Estuve más de un año ocultando mis crecientes sentimientos hacia Clarence, hasta que un día no pude más y decidí contarle a Aurora. Su primera reacción fue de sorpresa, luego incredulidad, y nuevamente sorpresa.
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Cupido No Se Enamora
عاطفيةMiranda es la amiga perfecta, siempre lista para ofrecer un consejo y ser el refugio emocional de quienes lo necesiten. Sin embargo, detrás de esa fachada se oculta una joven solitaria que solo ha experimentado un beso en toda su vida y, marcada por...