Me di cuenta.

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Athenea:

Hace más de dos meses que no sé nada de Gavi. Hoy me dan el alta de la clínica. La universidad me ha dado un mes de descanso, me dediqué a la universidad todo este tiempo que estuve en la clínica día y noche, no me detuve y tengo una notas increíbles. Ya para el próximo mes puede que ya pase la Universidad y me convierta en una Diseñadora de modas.

—Señorita Gallego — dijo la enfermera.

—¿Si? — pregunté.

—Están esperándote — soltó.

Gire para mírala y vi que tenía una sonrisa en su rostro. Esa sonrisa la tenía en su rostro siempre que venía alguien especial a visitarme.

No dudé ni un segundo en cerrar mis maletas y salir lo más rápido posible de la habitación y recorrer el gran jardín que había y luego el pasillo. Al llegar a la recepción mi sonrisa ya no era tan grande.

—Mamá , Papá — solté sorprendida y a la vez con miedo.

—¡Hija! — soltó mi madre que camino lo más rápido que pudo para llegar hacia conmigo y me abrazó. Hice lo mismo la abracé y no pude evitar llorar.

Mi padre se acercó a nosotras y se unió al abrazo. Me sentía tan bien. Era algo que necesitaba desde hace ya tiempo.

—Volveremos a casa — soltó mi padre mientras dejaba de abrazarnos.

Mi madre lloraba y no dejaba de abrazarme y acariciar mi cabello.

—Iré a pagar — soltó mi padre.

Me quedé con mi madre, me preguntaba sobre cómo me sentía y del cómo me iba en la universidad. Trataba de prestarle atención pero no podía. Mi vista estaba concentrada en mi padre y la de recepción.

Mi padre tenía una cara de confundido y la de recepción le mostraba unos papeles. Le dije a mi madre que ahorita venía y me acerqué a mi padre.

—¿Todo bien? — pregunté.

Mi padre me miró y me hizo una pequeña sonrisa.

Pero no me convencía.

—Al parecer alguien ya pagó — soltó mi padre.

Mire al enfermera de recepción y después a mi padre.

—¿Me deja ver el papel? — pregunté. La enfermera asintió y me dio la hoja.

No venía ningún nombre.

No había ni un maldito dato.

—Todo ha sido anónimo — susurró mi padre.

—No — solté — no es anónimo.

Mi padre y la enfermera me miraron confundidos.

—Aquí dice que el pago viene desde España — señale en la hoja.

Sentí un nudo en el estómago.

—Papá — solté.

—¿Si? — preguntó.

—¿Quién les dijo que estaba aquí? — pregunté.

Mi padre se llevó la mano a su mejilla y la acarició un poco. Miro a mi madre que ya estaba a nuestro lado y nos miraba muy seria.

—No es.... — no termino mi padre por la enfermera nos interrumpió.

—Los papeles está listo y la señorita Gallego puede retirarse — soltó la enfermera con una sonrisa y dándonos una carpeta con todos mi papeles — espero no volverte a ver acá de nuevo Athenea, por tu bien.






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