Capítulo VII

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El amanecer trajo consigo la promesa de tormentas, aunque el cielo aún lucía despejado. Las sombras del castillo parecían más densas aquella mañana, como si el ambiente mismo conspirara en contra de Rhaenyra. En la oscuridad de su celda, aún medio dormida, escuchó los pasos aproximándose. Al principio, pensó que quizás sería Daemon, dispuesto a otro interrogatorio, pero cuando la puerta de su celda se abrió de golpe, fue recibida por una serie de rostros desconocidos, mujeres severas con vestidos de servidumbre, y detrás de ellas, los guardias que custodiaban la puerta.

—Es hora, princesa —dijo una de las mujeres con voz áspera, sin el más mínimo rastro de cortesía. Rhaenyra frunció el ceño, confusa.

—¿Hora de qué? —murmuró, su voz rota por el cansancio y el hambre. Los días en la oscuridad habían empezado a desdibujar el sentido del tiempo para ella.

—Vas a ser preparada para tu boda, tendrás la prueba de vestuario —respondió una de las mujeres sin emoción, como si le estuviera diciendo algo tan cotidiano como ponerse un vestido cualquiera.

La princesa sintió un estremecimiento recorrerle el cuerpo. La furia la invadió de inmediato, un torrente de emociones desgarrando su interior. ¡Boda! Sabía que Daemon tenía planes para ella, pero no imaginó que sería así, tan repentino, tan cruel. De repente, la comprensión cayó sobre ella como una losa: Daemon estaba decidido a forzarla a esa unión. A hacerla su esposa, sin importar el costo.

—¡No! —gritó, retrocediendo en la pequeña celda. —. ¡No iré a ninguna boda!

Pero los guardias se movieron con rapidez, y las sirvientas no dudaron en hacer su trabajo. Varias manos la rodearon, sujetándola con fuerza mientras intentaba patear y luchar. No sería fácil someter a una Targaryen, pero la debilidad del encierro había dejado su marca. Su cuerpo no respondía como ella quería, y aunque peleaba, la arrastraron a la fuerza por los pasillos del castillo.

—¡Déjenme! —seguía gritando, desesperada—. ¡No tienen derecho!

Pero las mujeres no dijeron una palabra, solo la forzaron a caminar, como fuera necesario.

Al llegar a la sala donde la esperaba la prueba de vestuario, Rhaenyra seguía luchando con las pocas fuerzas que le quedaban. Las mujeres la arrastraron hasta un gran salón, donde varios maniquíes exhibían vestidos blancos y plateados, todos adornados con detalles valyrios. El ambiente era opulento, con telas de seda y terciopelo dispuestas sobre grandes mesas, mientras varias costureras esperaban ansiosas para comenzar. En el centro de la habitación, un espejo inmenso dominaba la estancia, reflejando la imagen de Rhaenyra: sucio cabello enmarañado, ropas desgarradas, y una mirada furiosa que desafiaba a cualquiera que la mirara.

—Es hora de la prueba de vestuario, princesa —dijo la costurera principal, una mujer de mediana edad con un rostro severo. No había rastro de compasión en su tono—. Cuanto antes cooperes, antes terminará.

Rhaenyra intentó liberarse nuevamente, tirando de las manos que la sostenían, pero era inútil. Su cuerpo estaba débil, y sus movimientos eran cada vez más lentos. El cansancio y la desesperación la estaban consumiendo. A pesar de todo, la rabia seguía ardiendo en su interior.

—¡Nunca seré su esposa! —gritó, aunque su voz sonaba rota, como si incluso ella comenzara a dudar de sus propias palabras.

Una de las sirvientas intentó calmarla, pero Rhaenyra la golpeó, empujándola hacia atrás. Entonces, un guardia dio un paso adelante y, con un solo gesto, otros guardias la sujetaron firmemente por los brazos, inmovilizándola.

—Tienes órdenes de cooperar, princesa. No intentes resistirte, o lo lamentarás —dijo el guardia con frialdad.

A pesar de la advertencia, Rhaenyra siguió peleando, pero las mujeres no se detuvieron. La despojaron de sus ropas sucias y la envolvieron en una bata blanca, fría al tacto. A medida que ajustaban el vestido, Rhaenyra podía sentir cómo su resistencia se iba desmoronando. Las telas finas, tan ajenas a la crudeza de su situación, la rodeaban como una prisión invisible.

La Jaula del Dragón (Dark Daemyra)Where stories live. Discover now