Capitulo 1

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Violet.

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El eco de mis tacones resuena en los fríos pasillos de la cárcel. Cada paso, mi mente se llena de pensamientos contradictorios. Han pasado dos meses desde que la arrestaron, y las circunstancias de esta visita son complicadas. Para mí más que todo.

Llego a la sala de visitas y un guardia me indica que me siente en una de las sillas de plástico alineadas frente a una gruesa pared de vidrio. Me siento, mis manos jugueteando con el borde de mi abrigo. Miro alrededor, observando a otras personas en situaciones similares. Este lugar es espantoso, y el ambiente tan tenso que me da un leve mareo.

Finalmente, la puerta al otro lado del vidrio se abre, y mi Francesca aparece. Aunque lleva el uniforme de la prisión, su rostro se ilumina al verme. Se acerca al vidrio y toma el teléfono que cuelga a un lado. Hago lo mismo, y por un momento, ninguna de las dos puede hablar.

—Hola, hermana —digo finalmente, tratando de mantener mi voz firme.

—Hola, supermodelo —responde ella, sus ojos llenos de lágrimas contenidas.

Curvo una sonrisa y mi mirada la detalla. Su aspecto es deplorable: su piel está pálida, al igual que sus labios. Tiene unas bolsas enormes bajo esos ojos grises, y su labio inferior tiembla.

—Dime que te estás alimentando bien.

—Lo intento, pero en este lugar sirven pura mierda —sonrie con amargura.

—¿No te atienden bien?

Ella rueda los ojos y se ríe irónica.

—Aquí no es un hotel cinco estrellas como a los que acostumbras a quedarte.

Las palabras salen llenas de veneno, pero las ignoro y sonrío.

—No estés a la defensiva, querida Francesca. Estoy haciendo lo posible por ayudarte a salir.

Las lágrimas contenidas empiezan a deslizarse por sus mejillas y asiente. Ahora en sus ojos la pena y la incertidumbre brillan.

—Perdóname —sorbe por su nariz y se limpia la cara—. Estar aquí me está volviendo loca. ¡No entiendo por qué me ven como una asesina, si yo solo me defendí de ese abusivo!

Me encojo de hombros.

—Solo tienes que esperar el juicio.

—No puedo seguir aquí -su voz baja a un susurro—. Necesito que te comuniques con Misael.

Aprieto los dientes y entorno mi mirada.

—No me estés jodiendo, no pienso hacer tal cosa.

—Tienes que hacerlo —su mirada se vuelve dura—. Si sigo aquí me van a matar —dice entre dientes.

—¿Cómo sabes eso? —la observo sorprendida.

—Aquí es un nido de víboras. Necesito que hagas lo que te digo, Violet. Ese imbécil se encargará de que yo no salga de aquí.

La saliva que paso me sabe amarga. No sé cuántos minutos pasan en que me quedo analizando cómo me puede afectar esto. Sin embargo, la situación en la que se encuentra mi hermana es sumamente delicada y su aspecto no me agrada. Temo por ella y por la vida que crece en su vientre.

—La visita ha finalizado —avisa un guardia.

—¡Dime que lo harás! —grita con nerviosismo-. No puedo seguir más en este lugar. Por favor...

Violet ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora